Hace un tiempo os puse algo relacioando conmigo y con el atletismo; esta pequeña entrada se llamaba "El atletismo: un deporte muy duro". En él os comentaba algo sobre la motivación en competición, pero solo mencioné esta motivación, dejando a un margen los detalles. Dije, además, que eso lo trataría en otro artículo. Pues ese otro artículo es este.
Consdiero que, desde mi primera competición en Benavente, en el mes de octubre, más concretamente un 11, domingo, hasta el pasado viernes, a una competición por mes menos tres que no supe de ninguna competición, ya he cogido suficiente experiencia para poder escribir este artículo. Lo único que quiero decir es que, sino estáis deacuerdo con algo de lo que digo, podéis decírmelo, pero, una cosa es muy importante: ¡no todos tenemos las mismas sensaciones corriendo y, menos, compitiendo!.
Bueno, pues vamos a "comenzar" (llevo ya bastante escrito, pero bueno, soy un pelín especial a la hora de redactar) por la salida. El mero hecho de poder estar en una competición como es el Cross de Atapuerca o una San Silvestre de Zamora ya sube mucho las pulsaciones y la motivación, es decir, a mi me resulta facilísimo ponerme nervioso hasta que salimos.
Una vez que ya estamos en carrera y hemos dejado atrás a la maldita pistola (me pone de los nervios por el ruido). Aquí ya está la motivación muy grande y, además, ver que las sensaciones son buenas o buenísimas, que mantienes un buen puesto e incluso pasas a personas, es una aunténtica motivación y, además, ver que los demás van jo... y tú vas con un poco más de fuerza... Eso en la motivación es importantísimo.
Una vez que has acabado, tienes la satisfacción de haber hecho un buen trabajo y, además, la motivación necesaria para que, en otra carrera, puedas acabar igual o mejor.
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