Como os indiqué hace uns días, hoy se ha celebrado en Zamora el XXIX Cross del Ajo. A las 9:45 (aproximadamente) llegué a la salida (en las Tres Cruces). Me inscribi y, como el presidente del Club me vio con el dorsal, me dio unos ajos de la feria. Me dijo que todos los participantes teníamos derecho a tener un ajo de los de la feria.
Me encontré con un colega con el que ya estuve en la Media Maratón Ciudad de Zamora. Estuvimos hablando un poco sobre unas cosillas de Strands, el kilometreje de su categoría y poco más.
Al principio salieron los más pequeños; allí corría el hermano de Juan David, que quedó cuarto. Después, ya corrían Juan David, Noelia, Andrea y Julián. No nos podemos quejar de actuación: segundos.
Después de otra categoría, llegamos nosotros: no me pareció nada bien que corriéramos niños de los años 1997, 1998, 1999 y 2000. Yo era de los mayores (del 1997), es decir, que le sacaba al más pequeño... ¡3 años!. Eso es casi dos categorías, pero, bueno, si los jueces o los árbitros así lo decidieron sería por algo. Steven se puso en el lado donde estaban los mayores, es decir, los que tenían más edad: con los de Vino Toro. Yo me puse del lado de los más pequeños, los de 10 años, y fue lo mejor que pude hacer. ¿Por qué? En la salida, mientras que los más mayores estaban apelotonados, yo tenía bastante espacio para poder salir, y fue lo que me permitió ir escapado a los 100 metros de salir; es decir, que de 0,800 km, unos 0,700 km fuí escapado.Llegué a meta en solitario, a través de un recorrido que se me hizo algo largo y en el que pude acabar mal: se me atravesó una furgoneta. La policía, al ir en solitario, debió de pensar que iba calentando; cuando vieron que le di una voz a la furgoneta, vieron que llevaba dorsal; aceleraron y todo se quedó en una broma, pero...
Volví a ganar en mi última carrera de esta temporada. Al llegar a meta, levanté los brazos e hice como Alberto Contador, pero se me fue el brazo para atrás y pude haberle dado a alguien.
Como curiosidad o anécdota os puedo contar que, en la salida, pese a estar en el lado de los más pequeños, estaba muy nervioso: a un lado, estaban mis padres y mi hermano; sobre todo mi hermano tenía mucha ilusión en que su hermano, el atleta, hiciera un gran puesto y desde luego que ahora puede estar contento; y, por el otro lado, estaba mi amigo, el de la Media Maratón. Tanto mis padres y mi hermano, como mi amigo me hacían señas.
Tardamos mucho en salir porque a una niña le dio un mareo y tuvieron que meterla en la ambulancia, que estaba en la salida.
Cuandoa acabamos, mucha gente me felicitó mientras llegaba a que me dieran la medalla. El hombre que me la dio también lo conocía, ya que estuvo organizando en la Media Maratón e hicimos "buenas migas".
Después, me dieron un vaso... Pero sin nada dentro. Me tiré un rato hasta que encontré el agua...
Cabañas, "Lete" y un señor al que yo no conocía de nada me felicitaron por la buena carrera que había hecho (¡gracias a vosotros por verme!).
Después, Agustín corrió y se lo trabajó mucho más que en la milla de La Horta: en esta quedó segundo luchando como en el Memorial Ángel González por el primer puesto.
Después, la entrega de premios. Los trofeos los daba Rosa Valdeón, la alcaldesa de Zamora. Ella ya me dio el trofeo al tercer clasificado en la San Silvestre de Zamora, en diciembre de 2009. Primero subió Steven al podio y, después, yo, ya que el segundo era portugués y se había marchado a Portugal.
Después, todos para casa con un gran sabor de boca; yo, desde luego, no he llevado un gran sabor de boca, sino una gran alegría por todo lo conseguido esta temporada. Cualquiera le diría al Alejandro Vicente que corría aquella carrera en Benavente quedando de los últimos o a aquel Alejandro Vicente que corría, como mucho muchísimo 11 vueltas a la pista y se reventaba... Pero todo cambió de rumbo y ahora quedo satisfecho de todo lo conseguido y las amistades creadas.
¡Nos vemos de nuevo en septiembre!
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