viernes, 1 de marzo de 2013

"La crisis de los borregos"

Juan Carlos Vicente (mi padre) y Ramón de Fussimanya son los escritores del libro titulado "La crisis de los borregos". He conseguido contactar con ambos para poder redactar un pequeño artículo con sus opiniones acerca del libro que es cuanto menos, interesante, y, desde mi punto de vista, muy útil para describir la situación actual del mundo, que tiene algunas personas centradas en becerro de oro. Cuando sigáis leyendo sabréis de lo que hablo.
¿Cómo comenzó todo? Vamos a centrarnos primero en la opinión de Juan Carlos. "En las Navidades de 2012, o incluso antes. Fue entonces cuando escribí la Guía para sobrevivir a los borregos, un documento que colgué en mi blog en wordpress, en el que describía la filosofía borrega de la vida. La verdad es que estaba aburrido de tanto consumismo, de la gente que hace de las compras y las tiendas su razón de vivir, y de los engaños a los que un día sí y otro también nos lleva el marketing, Fue una forma de desahogarme, de gritar a los cuatro vientos aquello de ya está bien, de reivindicar una nueva forma de vida más natural y sana", que desde luego, buena falta nos hace. Ahora toca el turno de hablar de Ramón, también autor de una parte de este libro. ¿Cómo surgió la idea de que él también fuera artífice de La crisis de los borregos? Todo surgió con una pequeña "discusión" y temas de neoliberalismo. Él mismo lo cuenta: "Si no recuerdo mal, discutiendo con tu padre sobre la actualidad que nos envuelve me comentó que estaba escribiendo un libro sobre ella y me pidió si quería colaborar con él redactando los capítulos correspondientes al neoliberalismo. Acepté encantado". ¿Y cómo se siente Ramón al haber sido uno de los escritores del libro? "Agradecido por haber podido compartir estas reflexiones con Juan Carlos y deseoso de que puedan serles de utilidad a los demás". Juan Carlos está también encantado con poder colaborar junto a Ramón en la redacción de La crisis de los borregos. "Ramón es un tipo genial al que conozco desde hace muchos años y con el que compartido charlas que darían para escribir media docena de libros. Es una especie de erudito cotidiano, siente curiosidad por un gran número de temas y es capaz de buscar y sintetizar información de un modo incansable. Escribir con él, y que aparezca como coautor de la obra, es todo un honor, te lo aseguro".
¿Y cómo se puede describir al libro? Según Ramón, "La crisis de los borregos es un ensayo con intenciones divulgativas donde dos ciudadanos de a pie reflexionamos acerca del origen, de las connivencias y de las posibles soluciones a esta crisis que estamos sufriendo. No debemos olvidar que "crisis" significa elección, desenlace, resultado". Juan Carlos tiene una opinión muy parecida. "Satisfecho, muy satisfecho. He pasado por una época de mi vida en la que me costaba escribir, unas veces por cansancio y otras por otras cuestiones que me tuvieron alejado durante tiempo de los teclados. Aunque es un libro breve, me ha dado fuerzas para plantearme poder escribir otras cosas aún a sabiendas de lo difícil que es publicar ahora en un mundo en el que, un poco borregamente, se piratean libros, discos y películas sin pudor mientras se dilapidan grandes cantidades en ropa y productos chinos de lujillo pagados a precios alemanes. Lo de escribirlo junto a Ramón, te lo aseguro, es todo un honor para mí".
¿Y qué es lo que se busca con este libro? "La crisis de los borregos es un conjunto de reflexiones personales, de Ramón y mías, sobre el absurdo estado al que ha llegado la sociedad española desde que nos creímos ricos y comenzamos a adorar al becerro de oro y a creer que la felicidad se vendía en las tiendas, fueran éstas del producto que fuesen. Asumimos que el sistema económico imperante, antes llamado neoliberalismo y ahora depretalismo, está construido para favorecer la actitud borrega ante la vida y enriquecer a unos cuantos a costa de otros pobres infelices que son los que compran, compran y compran. Ramón, con muy bien criterio, expone los puntos fundamentales de ese depretalismo y de su influencia en nuestras vidas, y también hacemos un repaso de cómo fue evolucionando nuestro entorno generación en generación hasta llegar al lugar en el que nos encontramos con un Estado arruinado y seis millones de parados. Es la hora de empezar un nuevo camino". Según Ramón, "como te comentaba anteriormente, La crisis de los borregos es una reflexión en un lenguaje llano con la intención de que llegue a un público lo más extenso posible y colaborar con él para que cuenta más gente mejor despierte de este sueño en e que nos han sudimo dejándonos mecer". ¿Y conseguirán esto que buscan? "Eso esperamos, seguro que la publicación de tu entrevista nos va a ayudar a conseguirlos", añade Ramón.
¿Y el libro sigue intentando mandar los mismo mensajes ahora que cuando comenzó a escribirse? "Un libro es como un árbol, crece conforme lo vas escribiendo y se va ramificando a partir de una estructura central. En este caso ese tronco tiene que ver con la crítica al modelo depretalista (acertada palabra de Ramón para describir esta economía absurda en la que nos encontramos) y con la reivindicación de que se nos preste voz a quienes no creemos en esa religión absurda. Lo demás ha ido surgiendo sobre la marcha, las más de las veces sintetizando experiencias que he vivido y presenciado a lo largo de mis ya muchos años de vida", comenta Juan Carlos.
Vamos a por los lectores. ¿A qué público va dirigido? "A todo el mundo, por supuesto. Aunque me temo que los borregos, por mucho que nos esforcemos, no lo entenderán".
Pero, antes de seguir avanzando con el tema, tanto hablar de borregos, pero, ¿qué es realmente un borrego? "Un borrego es un adorador del becerro de oro, alguien que ha hecho del consumo su dios y del dinero su religión, o al revés. Son personas poco capaces de dirigir su vida, vacías, y que necesitan identificarse con tal o cual tendencia para encontrar un sentido de coherencia personal. Esto lo aprovechan muy bien los mercaderes, que han diseñado entre otras cosas todo un entramado de marcas para hacer sus productos más atrayentes para esos seres vacíos". Así lo describe Juan Carlos. Ramón opina que "Borrego es todo aquél que se deja manipular ya sea por los políticos, por la publicidad, por la modas, ... o, sobre todo, por el dinero, por el becerro de oro".
¿Todos somos, realmente, borregos? Buena cuestión, pero mejores respuestas las que dan nuestros protagonistas. "Espero que no, creo que ni Ramón ni tú ni yo ni una gran mayoría silenciosa nos identificamos con esa religión absurda, ¿verdad?", comenta Juan Carlos. Más adelante, en otra pregunta casi idéntica, comenta que "en algunos momentos de nuestra vida, y por mucho que queramos, rotundamente sí. Lo que espero es que esos momentos sean los menos posibles". "Todos podemos tener algo de borregos pero si tomas conciencia de ello empiezas a dejar de serlo", comenta Ramón. 
Y ahora mismo, con la que se nos viene encima, ¿es buen momento para sacar un libro adelante? "No es un tema políticamente correcto pero siempre es bueno, especialmente en estos momentos de cambio, de crisis, que podamos contemplar otros puntos de vista", comenta Ramón. Juan Carlos cree que "arriesgado no, porque no se comercializa por vías depretalistas, en el sentido de que ni apostamos ni queremos ganar dinero con él, y creo que aunque es poco correcto políticamente no es maleducado (si quitamos algún comentario sobre Montoro y De Guindos, hecho dicho sea de paso con buena intención). Sería peor si nos metiésemos con la ideología de género..."
Para acabar el artículo, os pongo un consejo por parte de Ramón para no ser un borrego: "Parafraseando a Sócrates : Sé tú mismo. Reflexiona sobre las ideas, las personas, las situaciones y las cosas; sé crítico : no te creas a piés juntillas todo aquello que te dicen, compruébalo y llega a tus propias conclusiones".


1 comentario:

Unknown dijo...

Me alegra mucho saber que aún existen personas con capacidad para sustraerse de un mundo tan depretalista. Gracias por compartirnos tan buenos consejos, pero sobretodo gracias por existir viviendo a contracorriente.