lunes, 23 de enero de 2017

Crónica del IX Cross "Ciudad de Ávila"-Memorial José Soriano

Una vez más, y ya van nueve, el Club Atletismo Ecosport celebró ayer el ya tradicional Cross “Ciudad de Ávila”-Memorial José Soriano, una edición que vino marcada por el sol, aunque el viernes el tiempo empezó a amenazar con una nevada por la provincia, y porque este año, después de unas cuantas ediciones, los más pequeños han tenido un hueco en esta prueba de campo a través, corriendo desde 400 metros los atletas pertenecientes a la categoría Prebenjamín, hasta los 2500 de la categoría Cadete. Dentro de la categoría Absoluta, el vencedor fue Luis Miguel Sánchez Blanco, seguido de Jesús Antonio Núñez, segundo clasificado, y Sergio Salinero completando el podio. En la categoría femenina, la victoria correspondió para Jimena Martín, acompañada en el podio de Laura Segura y Helena Herrero, respectivamente.


Como no podía ser de otra manera, este año volvimos a correr al Cross de Ávila, con la intención, primero, de disfrutar de la carrera, y segundo, de hacerlo lo mejor posible. La verdad, no tenía muy claro a qué ritmos iba a poder manejarme ni cómo me iba a responder el cuerpo después de tanto tiempo sin colgarme un dorsal (la última carrera que hice fue la de El Encinar, a principios del mes de septiembre), por lo que estaba completamente lleno de dudas. Sí es cierto que, previamente, había hecho algún rodaje progresivo, habiendo acabado los últimos kilómetros tocando ritmos en torno a los 3'40-3'50, pero habían sido siempre sobre asfalto y, no vamos a negarlo, siempre con el terreno lo más favorable posible y buscando que el aire soplara lo más a favor posible. Por eso, a pesar de que había visto ritmos interesantes en el reloj, tampoco podía tener referencias demasiado objetivas, solo que sí había ido viendo mejorías según iba completando esos rodajes progresivos.

Con esto, llegamos ayer a la capital abulense. Tocaba recoger el dorsal, ver correr a mi primo, que este año se animó a competir, y calentar para la competición. Aunque creo que no ha sido de las ediciones más frías que he corrido, sí se notaba cierto frío, así que mejor hacer un buen calentamiento que y lograr entrar en calor, que no apurar demasiado y salir aun con sensación de frío. La recogida de dorsales, como siempre, bastante bien organizada, con un buen trato al atleta, aunque este año la bolsa de corredor fue un poquito más floja respecto a otras ediciones. Ya con él colocado en la camiseta del Club Atletismo Zamora, tocaba esperar un ratito y ponerse a calentar. El ambiente por la zona de los dorsales y alrededor iba en aumento, cada vez más corredores se iban acercando, muchos de ellos comentando cómo tenían previsto hacer la carrera. Por allí estaban algunas caras conocidas. Roberto, Raquel, Fernando, Codesal, los hermanos Núñez… En definitiva, muchos galgos por allí sueltos.

Con la llegada de los Prebenjamines chicos, decidí que era la hora de ponerse a calentar. Fuera toda la ropa, salvo la chaqueta del chándal, y a dar unas vueltecillas por El Soto, primero en busca de la línea de salida, y luego, en busca de alguna zona tranquila donde poder ir entrando poco a poco en calor. Como de costumbre, unos cuantos ejercicios de movilidad articular combinados con algo de carrera continua muy suave. Por allí me seguí cruzando con más zamoranos, como fueron Gago y Marcos, con quien calenté durante un ratito, hasta que ambos decidimos irnos a cambiar de zapatillas. Yo este opté, como en pasadas ediciones, por las zapatillas de clavos, y la verdad es que no me arrepiento de haberlas llevado durante los más de ocho kilómetros de carrera.

Y llegó el momento de llegar a la línea de salida. Decidí ponerme en primera fila, junto a Jesús Antonio Núñez, un atleta que desde siempre me ha parecido muy cercano, y junto al gran veterano Fernando Lorenzo. Con una puntualidad digna de alabar, se dio la salida. Pensé que había hecho un inicio rápido de carrera, hasta que, cuando llevaba dos zancadas, empezó a pasarme gente por todos los lados. Tuve la sensación de que, más que estar en una prueba deportiva, estaba en plena estampida de corredores. La verdad, me impresionó el ritmo que impusieron los primeros clasificados ya desde el primer metro. Y yo pensando que había hecho una salida rápida. Intenté buscar mi sitio enseguida, para evitar hacer excesos demasiado pronto, dejando que fuera mi cuerpo quien marcara el ritmo. Estos primeros metros tuve la suerte de compartirlos durante un buen tramo con Verónica, de Atletas Veteranos de Salamanca. A priori, me metí en un grupo bastante grande de corredores, que poco a poco, con el paso de los metros, se fue deshaciendo. Las sensaciones me iban acompañando, así que opté por hacer la carrera progresiva e ir adelantando puestos con el paso de los metros, siempre con la calculadora de la mano para evitar posibles excesos que pudieran pasarme factura. Como de costumbre, en las zonas donde teníamos los típicos cambios de terreno de las pruebas de campo a través, o en el momento que nos tocó saltar los obstáculos artificiales que la organización había colocado (nos troncos), perdía bastante tiempo, lo que creo que a la postre me jugó alguna mala pasada. Siempre me ha pasado lo mismo en este tipo de zonas, soy un pato y en cuanto la cosa se complica, me toca reducir algo el ritmo si no me quiero ir al suelo.

Logré ir avanzando posiciones, pero llegó un momento en el que ya me costaba ir acelerando en busca de que los corredores que acababa de pasar me cogieran, así que, una vez metidos en la zona de los saltos, tuve que dajarles ir, las piernas me dijeron que ellas ya no iban a perseguir a nadie más y que, como mucho, intentarían echar una mano para, por lo menos, mantener el ritmo que había llevado hasta entonces. Así fuimos hasta la recta de meta. Al girar, vi que venía un grupo por detrás bastante lanzado. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue “venga, dalo todo que solo te quedan 300 metros para llegar y si no aprietas te van a pasar todos en la misma línea de meta”. Llegué a la par con otro corredor, que al final me ganó, pero, al menos, no perdí demasiadas posiciones. Finalmente, logré entrar en el puesto 41 de la categoría Absoluta y tercero de la categoría Promesa. Los datos del GPS fueron: 8820 metros en 32'43, a 3'43 min/km.

En definitiva, creo que rendí mejor de lo que me esperaba, con bastantes buenas sensaciones y logrando correr por debajo de los 3'45 min/km. El balance general creo que puede ser positivo, aunque hoy sí me he notado algunas zonas bastante cargadas. En lo que al circuito se refiere, noté que algunas zonas estaban especialmente malas en comparación con otros años, aunque, curiosamente, las zonas que yo recordaba con peor estado, estaban mejor que como yo las recordaba de otras ediciones. ¿Algo a mejorar para otras ediciones? Creo que, por norma general, la prueba ha estado bastante bien organizada, aunque creo que las salidas de los niños (hablo de la Prebenjamín, que fue la que seguí) no deberían estar tan alejadas y con tan escasa señalización, y también mejoraría las explicaciones que una persona de la organización me dio al preguntarle por la localización de la salida de la categoría Absoluta. La bolsa de corredor sí ha flojeado un poquito respecto a otras ediciones, y, personalmente, me gustó más la camiseta que se nos dio el año pasado. Por lo demás, creo que no podemos poner ninguna pega a la organización.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

viernes, 20 de enero de 2017

Ávila

Otra vez, ha pasado mucho tiempo desde la última entrada que publiqué en el blog. Desde entonces, la vida no es que haya cambiado demasiado, la verdad, pero éste no ha sido el motivo por el cual he estado “fuera de cobertura” durante estos días, sino que, entre unas cosas y otras, he estado lo suficientemente liado como para cesar mi actividad juntando letras, algo que, como tantas veces he comentado, no me gusta demasiado, pero me tengo que aguantar “el mono” por escribir, y esperar a tener un hueco lo suficientemente grande como para poder hacerlo. Para hoy no traigo ningún tema especial. A pesar de que llevo un tiempo espaciando bastante las entradas, sigo “espeso” a la hora de encontrar las palabras suficientes, o mejor dicho, adecuadas, para escribir sobre algo concreto, o no encuentro un tema que me guste lo suficiente como para dedicarle una entrada completa. Ésto, como siempre digo, me hace ser un admirador especial de los escritores profesionales.

Voy a comenzar escribiendo sobre los entrenamientos, que, al final, viene a ser el tema principal de las entradas. No es que me haga demasiada gracia escribir siempre de los mismos temas, pero, al fin y al cabo, puedo quitarme “el mono” por la escritura. Llevo entrenando con el plan de entrenamiento ya ocho semanas completas, más los días que llevamos de esta, que ya pertenecen a la novena semana. Después de muchas dudas sobre si comenzar o no a hacer las famosas series en estas últimas cuatro semanas de “la base”, finalmente me he decantado por no tocarlas hasta que este plan se haya acabado, cumpliendo así con lo que a priori tenía previsto, alargar el proceso hasta las doce semanas. La idea para este último mes de preparación era aumentar un pelín más el kilometraje y la intensidad de los entrenamientos, aunque debo reconocer que las cosas no han salido del todo como deberían haberlo hecho. Sí que he introducido algún día de rodajes progresivos acabando los últimos 4-6 kilómetros (según la distancia de los mismos) prácticamente tocando pulsaciones o ritmos de carrera, teniendo como mejor día este último miércoles, donde logré completar un progresivo de 16 kilómetros haciendo los últimos cuatro a un ritmo medio de 3'40 min/km, pero, éso sí, con el pulso bastante alto. El resto de días, he ido sumando kilómetros de rodaje procurando mantenerme entre las 160 y 165 pulsaciones. Puestos a valorar qué es lo que he aprendido estos días, es que el pulsómetro y yo cada vez nos llevamos peor. En parte, tengo yo la culpa, pues, sabiendo que tiendo a obsesionarme bastante cuando lo llevo puesto, lo sigo utilizando. La verdad, a lo largo de estas últimas semanas, he visto que sigo cometiendo el error de siempre, hacer más caso a lo que me dice él que a mi propio cuerpo, y la verdad, creo que es un error bastante gordo. Y parece mentira que sabiendo que rodando sin él voy más cómodo, siga cometiendo el mismo fallo. ¡Si es tan sencillo como guardarlo y programar el reloj para que no lo busque! En fin, cada día tengo más claro que, en algunos aspectos, no tengo una solución demasiado claro. Así que, una vez más, dejaré el pulsómetro de lado temporalmente. Espero haber aprendido de los errores previos con él y es que esta vez no acabe de nuevo utilizándolo, o por lo menos, haciéndolo de una manera inadecuada.

Este vin de semana, después de bastante tiempo, tocará volver a colgarse un dorsal. Será en el Cross “Ciudad de Ávila”-Memorial José Soriano, sobre una distancia de unos 8500 metros en un circuito de 4250 metros, al que tendremos que dar un par de vueltas. Aunque creo que este es el año que más flojo llego, tengo bastantes ganas de ponerme allí los clavos. Esta prueba abulense es una de mis favoritas a la hora de competir, pues siempre me ha gustado el trato que se nos ha dado por parte de la organización, que, bajo mi punto de vista, da lo máximo de sí misma para que el corredor se marcha para casa lo más contento posible, algo que, con la experiencia tanto ciclista como atlética que o bien o bien mi padre en la Ciclomarcha Carlos Sastre o bien yo a pie, hemos podido comprobar que es algo habitual en esta provincia. Todos los años han tenido algo diferente que me hace recordar esta prueba de una forma positiva. En mi primera edición recuerdo que corrimos bajo una nevada curiosa, que provocó que muchos corredores no pudieran desplazarse hasta la capital abulense. El segundo año fue, sin duda alguna, el año que mejor me noté. En la pasada edición iba con ciertas dudas de mi estado de forma, aunque al final, la carrera no salió mal del todo. Este año, sin duda, físicamente estoy bastante peor que otros años, pero espero que, a pesar de ello, pueda disfrutar de la competición y venirme con una sonrisa para casa. Con acabar contento, luego será la competición la que me ponga en mi sitio. Intentaré que la carrera salga lo mejor posible en lo que a clasificación se refiere, pero siempre teniendo presente que lo de correr a 3'30-3'35 como en otras ediciones es bastante complicado.

Ávila será el primer cross en el que participe esta temporada, pero no creo que esté en muchos más. En un principio, y si la cosa no cambia, espero poder estar en el Regional de campo a través, y no creo competir en ninguna más. Para este cross me toca competir sobre una distancia bastante larga, diez kilómetros, que se pueden hacer bastante largos. Tendré que saber bastante bien cuál es mi lugar, e intentar correr lo mejor posible para evitar que puedan aparecer demasiados problemas físicos. El hecho de participar en esta prueba es, sobre todo, por tener la experiencia de competir en mi nueva categoría (Promesa), en esa distancia y en este cross, donde un año no me dejaron competir, y otro año me agarré una pájara curiosa. En mi segunda (que debería haber sido tercera) y última participación en esta prueba vallisoletana, debo reconocer que me noté bastante bien, logrando correr por debajo de los 3'30 min/km. Mi siguiente reto será la Carrera de Don Bosco, también en Valladolid, y sobre un recorrido de unos 9500 metros, otra prueba que me tiene enamorado, y a la que, desde que comencé a correr, solo he faltado un año. Una carrera muy recomendable.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

domingo, 8 de enero de 2017

Pensando los entrenamientos

De nuevo, me veo con ganas de escribir. Tengo ganas de juntar letras sobre lo que se me venga a la cabeza. Me imagino, por la temática habitual, que acabaré escribiendo de lo de siempre, pero bueno, lo mismo hoy doy la campanada y acabo redactando una entrada sobre alguna otra historia que no tenga nada que ver con los temas habituales del blog. La verdad, no lo creo, pero nunca se sabe. Como siempre digo, me impresionan de una manera considerable la forma de escribir de los escritores profesionales, que son capaces de escribir un libro entero enganchando al lector, haciéndonos disfrutar y, en muchas ocasiones, sin que de la impresión de que lo están haciendo sobre una misma idea, a pesar de que así sea. Qué envidia, de verdad.

El otro día me paré a pensar cuánto hacía que dejé de entrenar con Teo, y decidí empezar a hacer algún balance de todo lo hecho desde entonces. A principios del mes de octubre hizo tres años que empecé a entrenar de forma autodidacta. Tras aquella primera edición de la Subida a Balborraz, donde fui tercero tras Agustín Ruiz y Alejandro González, decidí que tenía que dar un giro radical a mi vida deportiva. Me veía muy saturado y necesitaba un cambio de aires. Mi idea era la de volver al deporte federado en el mes de febrero de 2014, algo que finalmente incumplí (esa temporada tan solo corrí Atapuerca y fue más un entrenamiento de cinco kilómetros fuertes que una competición, pero de ésto ya escribiré otro día), pero, poco a poco, fui encontrando mi forma de entrenar, hasta que en el mes de febrero, tras competir en la carrera de Don Bosco de Valladolid, decidí preparar, con doce semanas de plan, El Salvador, en La Bañeza. Poco a poco, a base de alternar sesiones de cambios de ritmo con sesiones de rodaje y alguna salida en bici, tanto de montaña como de carretera, los fines de semana, recuperé parte del nivel que tenía, llegando a tocar ritmos en la carrera leonesa bastante interesantes. Eso me subió bastante la moral, y, aprovechando ese estado de forma, decidí comenzar de nuevo con las series y correr en Bañobárez, logrando la que hasta ahora es mi única victoria absoluta en una carrera popular. Estaba completamente decidido a volver a competir, eso sí, entrenando de manera autodidacta, porque, la verdad, le había cogido el gustillo, pero en el mes de agosto me lesioné, y a partir de ahí, ya sabéis cómo ha sido todo, regresos frustrados y, en septiembre de este año, de nuevo lesionado.

Durante todo este tiempo, especialmente durante la primera temporada, he ido conociéndome un poco mejor. Me he ido probando con diferentes entrenamientos, algo que quizá también me haya llevado a estar lesionado en estas dos ocasiones, pero de todo se aprende, incluso de las lesiones. También, con el paso del tiempo, ha cambiado mi filosofía hacia algunas situaciones. Aunque pienso lo mimo para algunas cosas, he modificado por completo otros pensamientos. Debo reconocer que hubo ciertos aspectos de mis entrenamientos guiados por Teo que en su momento no cuadraban con mi manera de ver esto, desde luego, desde un punto de vista con mucha menos experiencia que la de Teo. Sin embargo, poco a poco me he ido dando cuenta de que, en muchas cosas, estaba equivocado, y que mi entrenador desde septiembre de 2009 hasta octubre de 2013 tenía bastante más medidos de lo que nos parecía los entrenamientos que nos iba marcando. Durante este tiempo, hemos seguido viéndonos casi a diario, y he seguido varios de los entrenamientos que iba marcando al grupo en el que corría mi hermano, y la verdad, es impresionante cómo aprovecha los medios naturales para que los peques trabajen algo de fuerza o, con el propio terreno donde están entrenando, aprovechen para hacer unos cambios de ritmo, por ejemplo.

De todo este tiempo, tengo mejores y peores recuerdos. Guardo con especial cariño, como era de esperar, la carrera de El Salvador y de Bañobárez, porque creo que fueron algo muy importante en mi vida deportiva, pues me hicieron ver que podía verme competitivo de nuevo después de unos meses desmoralizado, y que si entrenaba como debía hacerlo, podía estar corriendo a ritmos bastante majos. También guardo buenos recuerdos de otras carreras, como aquella de unos once kilómetros que se celebra en Moraleja del Vino, del Cross de Ávila, sobre todo de mi primera participación, o de la carrera de La Zarza de Pumareda. Para ahora, mi objetivo es acabar de hacer “la base” y empezar a entrenar un poco más en serio, con el objetivo de poder empezar a acercarme a esos ritmos que manejaba cuando gané en Bañobárez. Tengo ganas de verme competitivo de nuevo, de probarme con diferentes retos con un dorsal colgado de la camiseta. Éso dije hace un tiempo y me lesioné, por lo que, sobre todo en lo que me reacostumbro a los entrenamientos serios, debo ir con tiento, intentando evitar las lesiones. Evidentemente, y aunque no nos gusta, los deportistas debemos aprender a convivir con ellas, pero si podemos tratar de evitarlas, pues mucho mejor. Tenía previsto hacer doce semanas solo de rodaje, pero creo que finalmente me decantaré por hacer algún cambio, y de la semana ocho a la doce introduciré ya algo de series. De esas cuatro semanas, espero competir tres de ellas (Ávila, Regional de cross y Don Bosco), pruebas que, en cierta manera, podríamos considerar “preparatorias”. Todas son importantes, pero creo que, de hacer un buen papel (ahora mismo es complicado), está claro que tengo más papeletas de hacerlo bien en Ávila bien en Don Bosco, porque me da que en el Regional, debutando además en la categoría Promesa en una prueba federada, me van a dar hasta palos por todos los lados. Pero bueno, habrá que esperar a ver qué es lo que sale. Durante esas cuatro semanas, la idea será hacer tres días de calidad, bien dos de series y uno de cuestas, o dos de series y uno de competición, según qué semana. Una vez completado este periodo de tiempo, tocará buscar un 10.000 y prepararlo. No quiero empezar de cero la preparación para esa distancia, de ahí que quiera utilizar el último mes de “la base” para readaptarme.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

martes, 3 de enero de 2017

Empezando el año dando zancadas

Pues nada, nos hemos ventilado otro año. 2016 se acabó el sábado pasado a las doce de la noche. Un año que habrá sido completamente diferente para cada uno de nosotros. A lo largo del año que acabó hace tres días, habremos tenido días donde habremos acabado muy contentos con lo sucedido a lo largo de esas 24 horas, mientras que otros, ese espacio de tiempo se habrá hecho interminable, llegando a parecer que el día no llegaba nunca a su fin.

A nivel personal, el 2016 ha sido un año un tanto peculiar en varios aspectos, y del cual creo que he ido aprendiendo diferentes cosas. Comencé el año iniciando mi formación no reglada, lo que supe que se llamaba así al empezar el curso que durante tres meses me permitió, por un lado, conocer a nuevas personas vinculadas a la rama sanitaria, y por otro lado, seguir ampliando conocimientos dentro de dicha rama, algo que siempre es de agradecer. Finalizada esta parte, me puse con una nueva experiencia, la preparación de mis primeras oposiciones. No es algo sencillo y la verdad, he llegado a la conclusión de que, para poder aprobar una cosa de estas, se necesita ser muy, muy meticuloso, y ser capaz de memorizar un montón de datos. No sé cuál será el resultado, pero creo que estos meses preparando las oposiciones me pueden venir bastante bien para saber cómo es una cosa de estas, cómo se deben preparar, y llegar con más experiencia a otras ocasiones, algo que seguro que cuenta tanto como los conocimientos que se lleven guardados en la cabeza. Y para acabar el año formativo, el último viernes de 2016 comencé otro curso formativo que creo me puede venir fenomenal para seguir formándome. Creo que es muy importante que nos formemos, y que estos cursos de formación no reglada pueden venir genial para seguir adquiriendo conocimientos.

En lo deportivo, he tenido he seguido sumando sesiones de kilómetros, dejando bastante de lado las sesiones de series o cambios de ritmo. Me he centrado bastante en sumar kilómetros, unos días por sensaciones, otros días guiándome por el pulsómetro o el propio GPS, pero, al fin y al cabo, sumando kilómetros más o menos cómodos. He seguido probando conmigo a lo largo de estos 365 días, lo que me ha llevado a ir conociéndome un poquito más, y a estar lesionado durante prácticamente un par de meses (tan solo me faltó una semana para completar ese espacio de tiempo). En temas competitivos, he repetido en algunas pruebas y he conocido otras nuevas. Apenas he corrido en campo a través (solo Ávila), pero en carreras populares he debutado en alguna bastante interesante. De la carrera de Sardón de los Frailes guardo un recuerdo genial, un recorrido que, creo, me venía bastante bien y donde realmente puedo decir que disfruté muchísimo. En Becerril de Campos me tocó competir en la carrera que lleva el nombre de Mariano Haro, donde no tuve para nada malas sensaciones, pero el recorrido no se adaptó del todo a mi. Aun así, creo que hice un buen papel. De una carrera de la que no guardo un buen recuerdo es de la celebrada en Faramontanos de Tábara. Hubo muchos cambios de última hora y una medición del recorrido bastante errónea (inicialmente fueron ocho kilómetros; allí se nos dijo que por la lluvia caída, lo habían reducido a unos siete y medio, y finalmente corrimos seis kilómetros) y físicamente no me noté del todo bien, aunque he tenido días donde las sensaciones fueron bastante peores. Como carrera sufrida, podría recordar la de El Encinar, en Salamanca, un día donde las sensaciones no acompañaron para nada. Fueron 8000 metros con el pulso disparado desde el primer metro y en más de un momento pensé que no sería capaz de llegar a meta. Y como carrera donde haya mezclado sufrimiento y disfrute, sin duda, la carrera de La Zarza de Pumareda, también en Salamanca, una carrera muy bonita e interesante.

Y para cerrar el año, muchos habréis corrido la San Silvestre de Zamora. Sobre un recorrido de 3500 metros, los más rápidos fueron Alejandro González, en la categoría masculina, y Rosa Folgado, en la categoría femenina. En una edición bastante rápida y marcada por la lluvia (hubo varios resbalones y caídas), Zamora salió a la calle para despedir al 2016 dando zancadas. De entre los participantes, Diego Bravo sigue con su evolución como atleta, y se mantuvo siempre en el grupo cabecero, para finamente entrar en cuarta posición, siendo superado solamente por Alejandro González, Ángel Nieto y el veterano Fernando Lorenzo, un gran ejemplo de ilusión intacta tras varios años encadenando zancadas. Este año, como lleva siendo habitual desde hace alguna edición, tampoco estuve presente en la San Silvestre zamorana. Tanto por motivos personales como por el hecho de estar solamente haciendo rodajes, no tenía demasiado cuerpo para competir, menos en una prueba para cuya distancia sé que, por el ritmo que suele llevarse, no estoy ni de lejos para disputar. Mi cabeza seguía dándole vueltas a algunas situaciones vividas en el último mes, y que, por cierto, la carrera a pie me ha ayudado a superar, y por otro, era consciente de que, físicamente, estoy metiendo bastante volumen, pero solo eso, así que opté por esperarme hasta el cross de Ávila, que será el próximo 22 de enero, dándome así más tiempo para recuperarme tanto física como mentalmente.

Ávila será mi primera competición tras mi lesión. Será un test de unos 8500 metros para ver de dónde parto, para analizarme y ver cómo estoy para futuras competiciones. Quizá aun algo temprano, espero poder estar presente ene l Regional de cross. Este año allí me tocará correr 10.000 metros, y creo que, como suele decirse, “me darán hasta el DNI”. Tendré que salir con la única idea de acabar lo más entero posible. Ese circuito no es de los que mejor se me da, y si el primer año que corrí, donde creo recordar que corríamos algo menos de 5000 metros, las pasé canutas para acabar, haciendo más del doble de distancia, me puede pasar de todo. Pero bueno, habrá que intentar hacerlo lo más dignamente posible. Para seguir con objetivos competitivos, el fin de semana siguiente le he vuelto a echar el ojo a la carrera de Don Bosco, en Valladolid, una prueba que me encanta. Y, por ahora, son los únicos tres objetivos competitivos que me he marcado.

En lo que a los entrenamientos se refiere, comencé el año entrenando por tierras salmantinas. Rodando por la zona del estado de Salamanca, más conocido como el Helmántico, completé la tirada larga de la semana, 17 kilómetros justos en 1h15'47”, a 4'27 min/km y 164 pulsaciones (llevo entrenando con pulsómetro desde finales de la pasada semana). El lunes comencé la semana con un rodaje por la zona de Cabañales, una de mis vueltas favoritas, completándolo en 57'58, a 4'28 min/km y 162 pulsaciones medias. Un día en el que tuve bastante buenas sensaciones. Siguiendo, hoy tocó ir a rodar para la zona del carril bici, acabando con un total de 14 kilómetros justos en 1h03'05”, a 4'30 min/km y 162 pulsaciones medias. Por ahora, aun me faltan un par de semanas para acabar los dos primeros meses del plan. Toca ir valorando y ver si, una vez completados estos días, toca comenzar de nuevo con las series, o me hago un poco más conservador y sigo haciendo “la base” un mes más, como dicen los ciclistas.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.