De
nuevo, me veo con ganas de escribir. Tengo ganas de juntar letras
sobre lo que se me venga a la cabeza. Me imagino, por la temática
habitual, que acabaré escribiendo de lo de siempre, pero bueno, lo
mismo hoy doy la campanada y acabo redactando una entrada sobre
alguna otra historia que no tenga nada que ver con los temas
habituales del blog. La verdad, no lo creo, pero nunca se sabe. Como
siempre digo, me impresionan de una manera considerable la forma de
escribir de los escritores profesionales, que son capaces de escribir
un libro entero enganchando al lector, haciéndonos disfrutar y, en
muchas ocasiones, sin que de la impresión de que lo están haciendo
sobre una misma idea, a pesar de que así sea. Qué envidia, de
verdad.
El
otro día me paré a pensar cuánto hacía que dejé de entrenar con
Teo, y decidí empezar a hacer algún balance de todo lo hecho desde
entonces. A principios del mes de octubre hizo tres años que empecé
a entrenar de forma autodidacta. Tras aquella primera edición de la
Subida a Balborraz, donde fui tercero tras Agustín Ruiz y Alejandro
González, decidí que tenía que dar un giro radical a mi vida
deportiva. Me veía muy saturado y necesitaba un cambio de aires. Mi
idea era la de volver al deporte federado en el mes de febrero de
2014, algo que finalmente incumplí (esa temporada tan solo corrí
Atapuerca y fue más un entrenamiento de cinco kilómetros fuertes
que una competición, pero de ésto ya escribiré otro día), pero,
poco a poco, fui encontrando mi forma de entrenar, hasta que en el
mes de febrero, tras competir en la carrera de Don Bosco de
Valladolid, decidí preparar, con doce semanas de plan, El Salvador,
en La Bañeza. Poco a poco, a base de alternar sesiones de cambios de
ritmo con sesiones de rodaje y alguna salida en bici, tanto de
montaña como de carretera, los fines de semana, recuperé parte del
nivel que tenía, llegando a tocar ritmos en la carrera leonesa
bastante interesantes. Eso me subió bastante la moral, y,
aprovechando ese estado de forma, decidí comenzar de nuevo con las
series y correr en Bañobárez, logrando la que hasta ahora es mi
única victoria absoluta en una carrera popular. Estaba completamente
decidido a volver a competir, eso sí, entrenando de manera
autodidacta, porque, la verdad, le había cogido el gustillo, pero en
el mes de agosto me lesioné, y a partir de ahí, ya sabéis cómo ha
sido todo, regresos frustrados y, en septiembre de este año, de
nuevo lesionado.
Durante
todo este tiempo, especialmente durante la primera temporada, he ido
conociéndome un poco mejor. Me he ido probando con diferentes
entrenamientos, algo que quizá también me haya llevado a estar
lesionado en estas dos ocasiones, pero de todo se aprende, incluso de
las lesiones. También, con el paso del tiempo, ha cambiado mi
filosofía hacia algunas situaciones. Aunque pienso lo mimo para
algunas cosas, he modificado por completo otros pensamientos. Debo
reconocer que hubo ciertos aspectos de mis entrenamientos guiados por
Teo que en su momento no cuadraban con mi manera de ver esto, desde
luego, desde un punto de vista con mucha menos experiencia que la de
Teo. Sin embargo, poco a poco me he ido dando cuenta de que, en
muchas cosas, estaba equivocado, y que mi entrenador desde septiembre
de 2009 hasta octubre de 2013 tenía bastante más medidos de lo que
nos parecía los entrenamientos que nos iba marcando. Durante este
tiempo, hemos seguido viéndonos casi a diario, y he seguido varios
de los entrenamientos que iba marcando al grupo en el que corría mi
hermano, y la verdad, es impresionante cómo aprovecha los medios
naturales para que los peques trabajen algo de fuerza o, con el
propio terreno donde están entrenando, aprovechen para hacer unos
cambios de ritmo, por ejemplo.
De
todo este tiempo, tengo mejores y peores recuerdos. Guardo con
especial cariño, como era de esperar, la carrera de El Salvador y de
Bañobárez, porque creo que fueron algo muy importante en mi vida
deportiva, pues me hicieron ver que podía verme competitivo de nuevo
después de unos meses desmoralizado, y que si entrenaba como debía
hacerlo, podía estar corriendo a ritmos bastante majos. También
guardo buenos recuerdos de otras carreras, como aquella de unos once
kilómetros que se celebra en Moraleja del Vino, del Cross de Ávila,
sobre todo de mi primera participación, o de la carrera de La Zarza
de Pumareda. Para ahora, mi objetivo es acabar de hacer “la base”
y empezar a entrenar un poco más en serio, con el objetivo de poder
empezar a acercarme a esos ritmos que manejaba cuando gané en
Bañobárez. Tengo ganas de verme competitivo de nuevo, de probarme
con diferentes retos con un dorsal colgado de la camiseta. Éso dije
hace un tiempo y me lesioné, por lo que, sobre todo en lo que me
reacostumbro a los entrenamientos serios, debo ir con tiento,
intentando evitar las lesiones. Evidentemente, y aunque no nos gusta,
los deportistas debemos aprender a convivir con ellas, pero si
podemos tratar de evitarlas, pues mucho mejor. Tenía previsto hacer
doce semanas solo de rodaje, pero creo que finalmente me decantaré
por hacer algún cambio, y de la semana ocho a la doce introduciré
ya algo de series. De esas cuatro semanas, espero competir tres de
ellas (Ávila, Regional de cross y Don Bosco), pruebas que, en cierta
manera, podríamos considerar “preparatorias”. Todas son
importantes, pero creo que, de hacer un buen papel (ahora mismo es
complicado), está claro que tengo más papeletas de hacerlo bien en
Ávila bien en Don Bosco, porque me da que en el Regional, debutando
además en la categoría Promesa en una prueba federada, me van a dar
hasta palos por todos los lados. Pero bueno, habrá que esperar a ver
qué es lo que sale. Durante esas cuatro semanas, la idea será hacer
tres días de calidad, bien dos de series y uno de cuestas, o dos de
series y uno de competición, según qué semana. Una vez completado
este periodo de tiempo, tocará buscar un 10.000 y prepararlo. No
quiero empezar de cero la preparación para esa distancia, de ahí
que quiera utilizar el último mes de “la base” para readaptarme.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro.
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