Han pasado unos cuantos días
desde la última entrada que publiqué en el blog. Reconozco que, en
esta ocasión, sí que he tenido unas cuantas ideas en la cabeza, las
cuales espero poder reflejar a lo largo de la próxima semana, pero
el tema en esta ocasión ha estado en la falta de tiempo. Desde que
volví de Soria me he ido metiendo en diferentes historias que, junto
a los entrenamientos, me han dejado un poco limitado las ganas, pero,
sobre todo, el tiempo para sentarme un rato a escribir. Pero bueno,
lo que me gusta es que ahora consigo un ratito para poder juntar unas
cuantas letras, que, como he comentado en varias ocasiones, es una de
mis aficiones junto a la lectura y el deporte (mejor dicho, correr).
Nos encontramos ya comenzando
la temporada. Aunque ahora nos encontraremos con eventos como la
Behobia-San Sebastián, que se celebrará este domingo, las
competiciones más habituales (y para mi, de las más bonitas que
tiene el atletismo) son las de campo a través. En nuestra comunidad
autónoma ya se comenzó a competir en esta modalidad en el cross
celebrado en Palencia bajo el nombre del atleta que posiblemente más
éxitos ha cosechado: Mariano Haro. Una prueba que, tras celebrarse
en los años 60 y 70, y que, entre sus ganadores, está el propio
Mariano Haro o Mirus Yifter, se suspendió hasta el año pasado,
cuando se decidió retomar bajo el nombre del atleta palentino y
donde logró la victoria el atleta Sergio Sánchez. Pero bueno,
siguiendo con el tema del párrafo, y aunque, por decirlo de alguna
manera, el pasado fin de semana ya se empezara a competir, podríamos
comentar que, de manera “oficial”, Atapuerca sigue siendo el
epicentro del campo a través. Es en esta competición burgalesa
donde se juntan los mejores especialistas ya no de la comunidad
autónoma o de nuestro país, sino que nos encontramos con los
mejores atletas también del continente africano que, al fin y al
cabo, son los mejores atletas en este tipo de pruebas. Una vez
pasadas estas dos pruebas de cross, prácticamente fin de semana sí
y fin de semana también durante un largo tiempo habrá
“espectáculo”. Hasta prácticamente los meses de enero, febrero
o marzo, nos encontraremos de por medio todos los crosses del País
Vasco (Amorebieta, Elgoibar…), los castellano y leoneses (Venta de
Baños, Soria, Aranda, Cantimpalos…) y también el prestigioso
cross de Itálica, uno de los más valorados. En resumidas cuentas,
una época de muchas y muy bonitas pruebas.
Durante unas cuantas
temporadas, recuerdo que solíamos empezar a entrenar en verano, al
principio en septiembre y ya las últimas, en agosto, y que, hasta
Atapuerca, competíamos en eventos populares por Zamora y alrededores
(Mucho X Vivir, El Caracol…) , y a partir de noviembre, empezábamos
ya con sesiones de más calidad y pensando en el campo a través.
Durante mis primeras temporadas como atleta recuerdo que tan solo
participábamos en la competición burgalesa, y no fue hasta
diciembre del año 2011 cuando debuto en Aranda de Duero para, unos
meses más tarde, hacerlo en el cross de Valladolid. Ya en 2012
“ampliamos” el calendario y, aparte de hacer esos dos crosses “de
final de año”, como me gustaba llamarlos, fuimos también a
Aranda, Cantimpalos y Venta de Baños, mientras que, por unos
problemas en la tramitación de la licencia, me quedé sin poder
competir en febrero el cross de Valladolid. A partir de entonces, los
comienzos de temporada empezaron a variar, coincidiendo con la época
en la que empiezo a “autoentrenarme”. A Atapuerca volví en 2013,
y si no me equivoco, desde entonces no he vuelto, mientras que sí lo
hice en 2014 a Aranda y Venta de Baños.
Habiendo escrito un poco sobre
cross, ya “desfogado” habiendo contado unos recuerdos, voy a
intentar centrarme en lo que hoy me traía a escribir esta entrada.
Mi manera de entrenar y, evidentemente, de competir, ha variado mucho
en estas últimas temporadas. Como decía, en 2013 fue el último año
que acudí a Atapuerca, y desde entonces, poco a poco he ido
modificando cosas. Para esta temporada que comienza, y después de un
largo tiempo parado por mi dichoso tendón de Aquiles, empecé a
entrenar a finales del mes de junio, pero tan solo aguanté cuatro
días. Una sobrecarga me tuvo diez días sin poder correr. Al volver
y tras semana y media, otra me obligó a parar durante una semana
justa. Después de éso, conseguí empezar poco a poco a rodar. Tras
unos días probando y viendo que el cuerpo respondía, empiezo a
elaborar un plan de entrenamiento de doce semanas. Retomo la idea de
hacer “la base” que dicen los ciclistas, ese proceso que ya hice
a finales de 2016 cuando volví a entrenar después de un par de
meses lesionado y que, la verdad, me vino bastante bien. A lo largo
de esos tres meses, que completé todo en Soria, el objetivo
principal era hacerme de nuevo a la carrera a pie tras prácticamente
cuatro meses sin poder encadenar ninguna zancada y, ya de paso,
aprovechar para ir cogiendo algo de forma física.
En
este tiempo me ha dado el tiempo suficiente para pensar en qué hacer
una vez que este plan de entrenamiento se hubiera acabado. ¿Seguir
rodando o retomar las series? Después de tanto tiempo sin poder
correr, debo reconocer que esas ganas de, al menos, intentar volver a
competir habían vuelto. Quería verme de nuevo con un dorsal, más a
nivel popular que federado, pero con un dorsal al fin y al cabo. Así,
una vez completadas las doce semanas de “la base”, la pasada
semana empecé con las primeras sesiones de series. Habían pasado
dos años desde la última vez que me había puesto manos a la obra
con una sesión de calidad, por lo que opté por, antes de comenzar
otra tabla, dejar unas sesiones fuera, igual que hice antes de
comenzar con el anterior plan de entrenamiento. De esta manera, tanto
la pasada semana las he utilizado para reorganizarme. En un principio
tenía pensado ir por tiempo y por sensaciones, aunque, finalmente,
el sábado pasado me decidí a volver a entrenar por distancia y
pulsaciones.
Sesión de series de 1000 metros de esta mañana. |
A
lo largo de estas sesiones me he limitado a combinar un día de
calidad con otro de carrera continua. Y si bien es cierto que estoy
completamente a favor de los entrenadores, en un principio seguiré
entrenando por mi cuenta. Lo bueno de no tener un entrenador es que
es mucho más fácil modificar los entrenamientos en base a las
sensaciones que tengas, pues
a la única persona a la que se lo tienes que comentar es a uno
mismo. Descarto hacer series cortas (200, 300, 400…) por un motivo
sencillo: las odio. Estoy de acuerdo en que hay que hacer
entrenamientos variados y tal, pero creo que hay un factor que, bajo
el punto de vista de alguien que no es entrenador, es muy importante:
adecuar los entrenamientos a los gustos del atleta. Me explico. Si el
corredor en cuestión no soporta hacer, por ejemplo, unos 300,
posiblemente los haga, pero lo único que querrá es que pse ese
entrenamiento y acabará limitándose a hacerlo, sin más. Sin
embargo, si a este mismo atleta las series de 200, por el motivo que
sea, le gustan más, ¿por qué no hacer más series sobre esta
distancia? Posiblemente las haga más cómodo, se esfuerce más y no
se limite a hacer el entrenamiento, sin más. Esto me ocurre a mi con
las sesiones “rápidas”. Cuando entrenaba con Teo hacía sesiones
de 200, 300 o 400 metros, pero debo reconocer que porque era lo que
tocaba hacer ese día, pero nunca me gustaron nada. Es cierto que hay
que trabajar también los ritmos altos, no solo hacer series largas
porque, como me decía un día Ramiro Morán, “toda carrera acaba
en un 50”, pero, como digo, nunca he sentido una especial atracción
por ellas, así las dejaré bastante de lado. Un tiop de
entrenamiento que sí me gusta, y bastante además, son los cambios
de ritmo. No descarto hacerlos más de un día, y ahí sí que
buscaría trabajar más los
ritmos altos, pero, en lo que series se refiere, prefiero hacerlas a
partir de los 1000 metros, más que nada, y volviendo al tema de
antes, dentro de las sesiones de calidad, son las que más me gustan.
¿En
qué pruebas me gustaría competir? En un principio, descarto hacer
las pruebas federadas. Mi estado de forma ahora mismo no está para
ir a una competición a menos de 3´50/3’55 como muy rápido, y en
pruebas como Atapuerca, Venta de Baños y demás, prácticamente es
que los primeros atletas te doblen a la primera de cambio. Recuerdo
que la última vez que fui al cross de Valladolid, en 2017, llegaba
bastante mejor de forma que ahora (por entonces el tendón de Aquiles
estaba bastante entero) y, corriendo en torno a los 3’40, los tres
primeros clasificados me doblaron a falta de más o menos vuelta y
media para que llegara a meta, así que como para llegar ahora,
cuando en los miles de hoy no he sido capaz de mantener esos ritmos
ni durante medio kilómetro. Donde sí me gustaría estar es en
pruebas populares. No puede faltar la media maratón de Zamora. Este
último año me quedé con ganas de ir, y esta nueva temporada quiero
quitarme la espinita. ¿Bajar de 1h20’? Reto muy, muy complicado,
pero no deja de ser una pequeña motivación para mantener los
entrenamientos de calidad. Me gustaría también intentar competir
antes de fin de año en alguna prueba de 8-10 kilómetros, por lo que
tocará ir mirando a ver qué hay por aquí cerca. Por
lo demás, espero que poco a poco pueda ir cogiendo forma, que toda
esa racha de lesiones pueda quedar para el olvido, y que pueda seguir
disfrutando de mi deporte favorito.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro.
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