“El
recuerdo de ayer, un vacío que no tiene fin. Y preguntan por qué
hoy te cuesta tanto sonreír”. (Patricia Tapia).
Creo
que ya va siendo hora de ponerme a escribir de nuevo en el blog.
Llevo tiempo queriendo publicar un artículo, pero, entre unas cosas
y otras, la verdad es que no se me logra hacerlo. Muchos días,
cuando me pongo a escribir, mi única intención es intentar expresar
una serie de opiniones hacia
un tema concreto, y hoy es uno de los días en los que me apetece
hacerlo. Voy a intentar escribir acerca de los entrenamientos, las
series y la manera que tengo de tomarte ésto, que ha ido cambiando
para, al final, siempre volver a tomarme el atletismo de una manera
popular, olvidándome un tanto de marcas y demás historias.
Después
de una racha de lesiones, comencé a hacer kilómetros a finales del
mes de julio con la intención de ir poco a poco sumando rodajes y
coger algo de forma, que, tras cuatro meses sin poder encadenar
zancadas, era algo más que necesario. A lo largo de esas doce
semanas que hice “de base”, casi todas en Soria (a excepción de
la última) y con una media maratón el último día de la undécima,
aproveché para pensar en qué hacer una vez que ese ciclo se
terminara. ¿Retomar las series o seguir haciendo rodajes? La verdad
es que, después de tanto tiempo sin hacer ningún entrenamiento de
calidad y habiendo disminuido de manera considerable el número de
competiciones, aunque en este último año haya sido de manera
obligada debido a las lesiones, me hacía reflexionar. ¿Por qué no
probar de nuevo, y ver si esa “venilla” competitiva aparecía y
me volvía a motivar para preparar algo con un dorsal en el pecho?
Poco a poco me fui animando y pensando en qué fechas y pruebas me
gustaría estar mejor. Así, una vez completado todo el proceso de
acumular kilómetros, (va a hacer justo cuatro semanas este domingo),
decidí ponerme manos a la obra con las primeras series de la
temporada. Y, la verdad, la primera semana acabé bastante contento
por dos motivos. A nivel físico me vi mejor de lo que esperaba,
haciendo uno de los días unos miles en torno a 3'35-3'37. Por otro
lado, a nivel mental no fue como en otras ocasiones, cuando he tenido
que “obligarme” a hacerlas. Si tocaban unas series, las hacía y
punto. Pero poco dura la alegría en casa del pobre. La semana
siguiente, si bien las sensaciones en un principio se mantuvieron,
poco a poco empeoraron, llegando a la última sesión de calidad con
las piernas bastante regulares.
La
tercera semana fue, siendo sincero, un desastre. Empezaron a aparecer
las dudas, y las piernas no acababan de ir para nada bien. Aun así,
completé dos de los tres días de calidad (martes y jueves) que
tenía pensado hacer. El sábado, teniendo en mente hacer unas
repeticiones de 2000 metros, me animé a bajar hasta Valorio y rodar
un poquito por allí. Como llegué bien de hora, me animé a juntarme
con el grupo que suele estar por nuestro querido bosque y completar
unos kilómetros con ellos. Y, la verdad, fue la mejor elección que
pude hacer. Volver a juntarme con aquel grupo me hizo recordar
aquellos rodajes que empecé a hacer con ellos cuando empezó mi
andadura en solitario a la hora de entrenar. Fueron, por decirlo de
alguna manera, los “culpables” de que aprendiera a ver el
atletismo de una manera que, la verdad, o no conocía, o que llevaba
tiempo sin practicar que ya no la recordaba. Hasta aquel momento y
durante las temporadas anteriores, me había ido acostumbrando a
entrenar pensando en competiciones, en apuntarme a cualquier prueba,
y ver el atletismo popular, social, el de salir a correr “por
correr”, me encantó. Me encontraba con gente que, si bien hacían
sus entrenamientos organizados, conocían sus límites, algo que a
lo que yo, hasta ese momento, no había prestado lo que se dice
atención, pero, lo más importante, vi a unos atletas que sabían
disfrutar de cada kilómetro que recorrían con las zapatillas y las
mallas, un disfrute que me resultaba un tanto peculiar, pues era ver
el paisaje, estar con un grupo grande e ir compartiendo experiencias,
era no hablar permanentemente de marcas u objetivos competitivos.
Era, simplemente, correr. Todo ésto, aunque en un grupo más
reducido respecto a los que yo recordaba, fue lo que volví a sentir
el sábado de la semana pasada. Rodar junto a Sera, Julio, Quina…
fue una gozada. Con el que más kilómetros compartí en aquella
sesión fue con Ángel, un atleta que sabe lo que es correr realmente
rápido (puestos a hablar de marcas, algo que no me gusta demasiado,
me comentó que llegó a hacer poco más de 30 minutos en los diez
kilómetros y 1h17' en la media, ésta última después de retomar la
actividad atlética tras unos años ausente) y que, para mi, es un
ejemplo a seguir. Un atleta que ha tenido diferentes problemas de
lesiones y que ha sido incapaz de hundirse. Ha sabido ir adaptándose
a las circunstancias que aparecían en cada momento, y aunque, como
fuimos hablando, el estado de forma quizá no fuera el que nos
gustaría a ninguno de los dos, lo importante era no hundirse y poder
seguir corriendo. “Alejandro, no pienso dejar de correr porque es
lo que me hace ver que sigo vivo”.
La
verdad es que he acabado siendo lo que, durante unas cuantas
temporadas quise evitar: un atleta trotón. Durante bastante tiempo
me resultaba casi impensable lo de salir a correr por correr, sin
tener en mente algún cross o alguna carrera popular. Lo mismo me
sucedía con los entrenamientos de calidad. Si bien no me gustaban
demasiado las series, no me solía costar hacerlas a nivel mental, o
sino, me gustaba hacer cambios de ritmo o cuestas, ambas cosas
bastante habituales en mis rodajes por Valorio o la orilla del Duero.
Sin embargo, hubo un pequeño punto de inflexión al empezar la
temporada 2013-2014, cuando decidí apartarme y empezar a entrenar
por mi cuenta. Durante cierto tiempo seguí acudiendo a competiciones
sin ningún objetivo claro, solamente disfrutar, y de hecho, a
mediados-finales de aquella temporada creo que ha sido el momento en
el que he alcanzado mi mejor pico de forma, pero ya había algo
diferente: no miraba los calendarios de las carreras, solamente me
apuntaba a las carreras que me salían por el Facebook y que me
comentaba algún conocido, quitando, además, varias habituales,
como, por ejemplo, la milla de La Horta o el cross del Ajo. Podríamos
decir que me fui apartando de una manera progresiva de las
competiciones, hasta que llegó un punto en el que no participaba ni
en la mitad que en otras ocasiones. Las series, había épocas de
retomarlas y épocas de dejarlas, pero cada vez fui dejando más
espacio entre ellas, hasta llegar al punto de pasar dos años entre
entre la última sesión que hice y la de hace un mes. Por otro lado,
esa venilla competitiva, de intentar ir lo mejor posicionado posible
dentro del grupo, se fue poco a poco desvaneciendo, y mi único
objetivo en las carreras pasó a ser el de disfrutar con un dorsal
puesto. Si podía correr a 3'40, pues encantado, pero si mi estado de
forma no me permitía ir por debajo de los 4'00 min/km, tampoco
pasaría nada.
La
verdad es que la filosofía de atleta popular, de correr por correr,
sin otro objetivo que disfrutar haciendo rodajes y despejarme cuando,
por otros motivos, me encuentro cargado, me resulta muy agradable y,
si soy sincero, no tengo previsto retomar otra vez las sesiones de
calidad. Ésto no deja de ser una afición y donde realmente debemos
rendir los que no nos dedicamos de manera profesional a esto es en
otros ámbitos. Para algunas cosas soy un poco maniático (o, mejor
dicho, un poco “machaca”), como puede ser, por ejemplo, en hacer
varios kilómetros o en entrenar mis seis días semanales, salvo que
alguna semana esporádica salga en bicicleta (que últimamente es
solo cuando estoy lesionado, sino, prefiero las zapatillas a los
pedales), pero prefiero quedarme como estoy ahora mismo que retomar
las series. Es un pensamiento que me resultaría un poco complicado
hace un tiempo, pero que me alegro de haber conocido. Creo que uno de
los errores que he cometido a lo largo de este tiempo es no haber
conocido antes esta manera de entender el atletismo y, en general, el
deporte.
Una
cosa que he ido intentando en este “proceso”, por llamarlo de
alguna manera, de ser un atleta casi que “obsesionado” con
competir a ser más trotón, ha sido el de intentar conocerme algo
más a nivel deportivo, lo que luego he intentado llevar a otros
ámbitos. La verdad es que muchas veces (ojo, no digo que esté mal)
nos centramos en hacer lo que cada día nos marca un entrenador, pero
nos olvidamos de escuchar a nuestro propio cuerpo. A nivel personal,
me he dado cuenta de la importancia de escucharlo, al menos de vez en
cuando, dejando en un segundo plano las pulsaciones (en los últimos
cuatro meses me lo he puesto un par de semanas) y solamente mirando
los kilómetros o el tiempo que llevo recorridos, también haciendo
más bien poco caso a los ritmos. Podría decir, por ejemplo, que
hace un par de semanas, el primer día que fui con el grupo de
Valorio, en el kilómetro cinco llevábamos una media de en torno a
los 5'20 min/km, y la verdad, le di más importancia a la
conversación con Ángel que al ritmo que llevábamos en ese momento.
Otra de las cosas que he aprendido ha sido a probar entrenamientos
conmigo que en otras circunstancias seguramente no hubiera hecho. En
los escasos momentos que he estado haciendo series, he ido
investigando con diferentes entrenamientos, con el objetivo de ver
con cuáles me encontraba mejor. De ahí saqué algunas conclusiones.
Por un lado, pude confirmar que las series cortas no me gustaban
absolutamente nada. Y por otro, que disfrutaba muchísimo más
haciendo rodajes que con las sesiones de calidad. Y la verdad, es
algo que recomiendo: probar con nosotros, ver qué entrenamientos nos
vienen mejor y cuáles peor, y ver qué sensaciones tenemos corriendo
sin pulsómetros o sin mirar los ritmos.
Para
cerrar el artículo, que creo ha salido demasiado largo, voy a añadir
un párrafo que me ha surgido a última hora. Después de todo el
rollo que he soltado, este domingo me he apuntado a una prueba en
Bobadilla del Campo (Valladolid), sobre una distancia de ocho
kilómetros. Creo que, después de lo escrito en los párrafos
anteriores, mi objetivo es más que claro en este evento: disfrutar.
No me he marcado ir a un ritmo concreto o ver si estoy con opciones,
por ejemplo, de subir al podio. Voy a hacer algo que sé que viene
muy bien para disfrutar, pues ya lo he experimentado en otros
eventos: salir y ver qué me dejan hacer las piernas. Si mi estado de
forma no me permite ir por debajo de 4'30, pues a conformarse, y si
voy a 4', pues bienvenido. Voy a ir a lo que las piernas pidan,
teniendo claro cuál es mi sitio y sin querer estar en los que no me
corresponden. La época de querer ir lo más delante posible,
corriendo incluso por encima de mis posibilidades (hubo una época
que no había manera de bajar de las 195 pulsaciones medias ni
estando de cachondeo) ha quedado en el pasado.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro.
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