IV Cross Popular Ribera del Eria |
Siempre había pensado que si bien cuando llevaba una planificación específica disfrutaba de los rodajes no era porque mi cuerpo los pidiese, sino porque, como no metía tantos, los apreciaba más. Ahora me he dado de que todo eso no era exactamente bien. Cuando mejor me he sentido entrenando ha sido, curiosamente, cuando más rodajes he metido para el cuerpo. No sé si será una explicación muy inteligente desde el punto de vista vamos a decir biológico, de entrenamiento deportivo o como queráis llamarlo, no sé muy bien de quién depende ese concepto, pero creo que mi cuerpo se encuentra "en su salsa" cuando simplemente salgo a rodar y le olvido de tanta serie y tanta historia. Nadie mejor que nosotros para saber cómo estamos y cuando podemos o no forzar. Se da otra circunstancia, y es que, antes de correr, ya llevaba casi un par de años con la bici acumulando kilómetros sin series ni nada, simplemente por el placer de salir en bici y descubrir rutas. Supongo que eso ha influido mucho para luego a la hora de ponerme a rodar.
Os cuento toda esta historia porque ahora mismo, después de un mes en busca no de andar como un tiro, sino simplemente de no tener la impresión de echar más humo que una plancha cada vez que daba zancadas o pedaleaba, estoy notando unas sensaciones muy buenas. Me noto cómodo rodando a ritmos relativamente altos, aunque luego me cueste mantenerlos cuando ya llevo más de dos kilómetros así y me toque bajar el ritmo. Eso ya me han comentado que son falta de series. No me parece correcto expresar lo que ahora mismo opino de las series tal cual lo digo cuando me hablan en persona de ellas, así que simplemente os diré que no me apetece en absoluto hacer ninguna. Creo que he descubierto lo que mis piernas y mi corazón llevaban mucho tiempo pidiéndome: rodar. Creo haberme dado cuenta de algo que leí no recuerdo exactamente dónde, no sé si por Internet, webs de atletismo o revistas, pero el hecho es que lo que leí fue que muchas veces nos empeñamos en hacer entrenamientos de series, progresiones y demás historias, y nos olvidamos de lo que realmente nos gusta de esto: correr por correr.
Rodando por un camino de Olivares. |
Últimamente, sobre todo en esta última semana, tuve algún día "inspirado" que me descubría haciendo dos o tres kilómetros por debajo de 4:00 el mil, a ritmos entre 3:45 y 3:50. Solo esos kilómetros, luego tocaba aflojar y bajar medio minuto o incluso más. Hubo un día que arranqué más tranquilito de lo normal y me descubrí haciendo desde la mitad a esos ritmos. Esta última semana vi cierta mejoría, y ayer en Atapuerca me di cuenta de que esta modificación había servido para algo. Salí de atrás, cerrando el grupo de Juveniles y Veteranos. Fui remontando posiciones a ritmos que, realmente, no me esperaba. Llegué a meta con 17'26" en un circuito de 5000 metros, a 3:28 min/km. La verdad es que acabé muy sorprendido de ese tiempo, no me esperaba acabar así. Me notaba muy cómodo con el paso de los kilómetros. Para esta ocasión me llevé los clavos, no sé si tuvieron que ver, pero el hecho es que rodé a un ritmo muy alto para lo que yo me esperaba. Al final acabé en el puesto 53 de la categoría Juvenil.
Poco a poco mi cuerpo se va recuperando. ¿Volver a una planificación específica? ¡No, por favor! Me he dado cuenta de que estoy mucho mejor así, como ahora mismo me encuentro, que no haciendo todas esas historias. Han sido varios los conocidos que me han preguntado por cuándo volveré a hacer una serie o si voy a ir a alguna carrera en serio. Siempre les contesto lo mismo: "dentro de cuatro temporadas, cuando tenga 21 años, volveré. Para entonces seguro que me encuentro completamente recuperado". Ahora mismo me doy a dedicar a salir atrás en las pruebas en las que esté presente. No sé si iré a algún cross más, a los que vaya mi hermano (ya debutó en cross el domingo en Atapuerca) lo mismo también corro. Tengo en mente una prueba que me he empeñado en correr para disfrutar, a ver si me surge la posibilidad. Y la que me haría mucha ilusión, pero mucha, y ya lo he comentado, es la de Moraleja del Vino. Pero ahora mismo, y hasta que no pasen cuatro años, solo pido que las lesiones me respeten y pueda seguir rodando y rodando por mi querida orilla del Duero o mi queridísimo bosque de Valorio.
Nos vemos... haciendo deporte, claro.
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