Llegado el mes de noviembre,
las primeras nieblas hicieron acto de presencia en Zamora, aunque
debo reconocer que, por norma general, ha sido un mes bastante
agradable para entrenar, pudiendo hacerlo en más de una ocasión
incluso con las mallas cortas. Sin embargo, al llegar a diciembre,
han aparecido los primeros días invernales, con sus correspondientes
nieblas y bajadas de temperatura, lo que se junta con la disminución
del tiempo con luz. Todo ésto nos puede limitar a la hora de
entrenar, pero, como suele decirse, sarna con gusto no pica, así que
nos tocará pasar algo más de frío y seguir sumando kilómetros, en
muchas ocasiones prácticamente de noche.
En mi caso, aquí sigo,
intentando sumar todos los kilómetros que puedo, algo que me está
viniendo bastante bien. Digo esto porque todos los kilómetros que
estoy haciendo intento utilizarlos para reflexionar sobre varios
temas o intentar dar respuestas a algunas preguntas que se me pasan
por la cabeza. Una de las cosas en las que pienso mientras entreno
es, por supuesto, sobre correr. Y ésto me ha servido para darme
cuenta de varias cosas. He visto que, con el paso de los meses, he
perdido parte de la capacidad que tenía para centrarme a la hora de
entrenar de una manera relativamente seria. No es que haya sido
atleta de élite, ni haya entrenado como ellos, pero sí es creo
poder considerarme un atleta que, en su día, fue relativamente
estricto con sus entrenamientos. Las series llegaron a ser parte de
mis sesiones de entrenamiento, e incluso llegué a darles mucha
importancia, por un motivo muy sencillo: logré mentalizarme de su
importancia si quería correr cada vez más rápido, tanto en
carreras de campo a través como en populares, porque, no lo
olvidemos, “antaño” para mi no había distinciones, solo había
una forma de entender las pruebas: darlo todo para llegar lo mejor
posicionado posible. Esas sesiones fuertes, organizadas por Teo de
las Heras, me sirvieron en su día para llegar incluso a competir en
un Cross del Ajo a un ritmo de 3.10 min/km, o a hacer alguna sesión
de miles tocando ritmos de 3.07-3.09. Pero, como decía, éso lo
logré de una sola manera: centrándome en mis objetivos y sabiendo
que las series eran una parte fundamental para poder lograr esa
mejora.
Pero las cosas cambian, unas
veces para bien, y otras para mal. En mi caso, no lo tengo nada
claro. He pasado de ser un atleta capaz de hacer rodajes a ritmos
entre 3.50 y 4.00 min/km y de hacer las series a los ritmos que
comentaba arriba, a ser un atleta incapaz de centrarme con las
sesiones de calidad y bastante más lento que “en mis años
buenos”. ¿Me arrepiento de este cambio? Pues la verdad es que
puedo decir que en su día disfruté de competir y de entrenar como
entrenaba, salvo en los primeros días de la temporada en la que
empecé a entrenar por mi cuenta, pero también debo reconocer que ha
sido a partir del momento en el cual decidí entrenar de una forma
autodidacta cuando realmente he empezado a conocerme más a fondo,
aparte de empezar a hacer amistades, en parte gracias a que comencé
a bajar algún día con los compañeros de Valorio los fines de
semana. Incluso ahora, un par de años después, sigo aprendiendo a
conocerme. Y a pesar de todo, no me arrepiento de haber empezado a
entrenar por mi cuenta. He hecho unas cuantas burradas, pero me lo he
pasado, y me lo sigo pasando genial, y puedo decir que, a pesar de
todo, estoy disfrutando de correr. Poquito a poquito voy
sabiendo cómo me lo paso mejor y cómo me lo paso peor. En ocasiones, tengo estar
viviendo algo que ya he vivido en otras ocasiones. Las sensaciones
que ahora tengo entrenando, me da la impresión de que ya las he
experimentado durante los primeros meses de la temporada en la que
dejé de entrenar con Teo, algo así como una libertad para entrenar
como quiera, y disfrutando cada día un poquito más.
Pero en estas sesiones para
pensar mientras sumo kilómetros, también tengo tiempo para
acordarme de mi lado más competitivo. Aunque ahora tenga más fondo,
he perdido gran parte de la velocidad que tenía, lo que muchas veces
me limita cuando salgo en algún grupo y la cosa se pone seria con
los piques, o cuando me pongo un dorsal y me sale esa venilla
competitiva. Pese a esto, de vez en cuando también me pongo a
reflexionar sobre este tema, y pienso en si sería o no buena idea
plantearme un reto competitivo que me motive e intentar pelear por
él. Físicamente creo que puedo ser capaz de pelear por algunos de
los que se me pasan por la cabeza. Mi problema, como bien sabéis,
sigue siendo mi cabeza, a quien le cuesta mentalizarse de que, para
poder competir un poco en serio, nos va a tocar reacostumbrarnos a
meter sesiones de calidad, y que algún día semanal tendremos que
sufrir. El hecho de ver que me pongo a meter entrenamientos de
calidad y no aguanto más de cuatro semanas seguidas me suele echar
bastante para atrás ahora mismo, y si a eso le sumo que me lo estoy
pasando genial haciendo solo rodajes, al final la idea de volver a
competir a ritmos de 3.15-3.20 no lo veo nada factible. El otro día
un compañero, hablando de este tema, me comentaba que, bajo su
opinión, ya no era capaz de centrarme. Tiene toda la razón, las
cosas como son. No sé si en alguna ocasión volveré o no a entrenar
de una manera más seria, pero me parece que la cosa se quedará tal
cual está ahora. Tras un último amago de vuelta a principios de
esta temporada, uno de los muchos que he tenido, y que, por cierto,
han durado entre tres y cuatro semanas, creo que, por ahora, seguiré
como hasta ahora, haciendo rodajes.
Y bueno, hoy que me puse a
escribir por escribir, me sale otra entrada para el blog un poco
larga, pero hablando de lo de siempre, al fin y al cabo. No me
querría aburrir, pero me gusta compartir esto con todos vosotros,
por el simple hecho de hacerlo.
Nos vemos… haciendo deporte,
claro.
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