Estamos
ya en pleno mes de octubre. Seguramente habréis comenzado hace
bastantes semanas a completar los primeros entrenos de la temporada
2016-2017. Cuestas, rodajes y cambios de ritmo (o fartlek, como lo
queráis llamar) predominaran en vuestras tablas, aunque tampoco
faltará mucho hacer algo más específico. Y es que las primeras
carreras de la temporada están ya a la vuelta de la esquina. El
cross de Atapuerca y la Behobia-San Sebastián, dos carreras con
mucho prestigio, una a nivel fedeardo y otra a nivel popular,
compartirán fecha. EL 13 de noviembre se juntarán por un lado, los
mejores especialistas de campo a través, y por otro lado, miles de
populares se codearán con grandes especialistas en media maratón.
Por lo tanto, muchos tendréis en mente alguna de estos pruebas.
Pero
con octubre también llega el otoño. Seguramente ésta sea la mejor
estación para correr. A la hora de entrnar por lugares naturales,
nos encontramos con espacios preciosos. Esa mezcla de colores, las
hojas por el suelo (ojo a eso, que puede jugarnos alguna mala jugada
y acabar lesionado) o incluso los colocres, hacen del otoño la mejor
estación para entrenar. Tampoco nos encontramos con temperaturas
gélidas, como sucede en invierno, y ahora nos basta con una camiseta
larga y, a lo sumo, unas mallas piratas. Vamos, una auténtica gozada
para ponernos a gastar zapatillas por nuestros lugares habituales.
Personalmente,
esta es mi estación favorita, donde mejores sensaciones hte nido.
Quizá por eso, ahora me cuesta acercarme a los lugares por los que
suelo entrenar normalmente, y ver que, en plena estación de otoño,
no voy a poder disfrutar de lo que comentaba unas líneas más
arriba. Es lo que me toca pasar, pues una vez lesionado, solo puedo
ir a por la completa y adecuada recuperación y pensar en volver,
pero se me está haciendo muy, muy cuesta arriba. Reconozco que lo
estoy echando mucho, mucho de menos, pero el deporte es lo que tiene,
y como suele decirse, al que está en el sofá no le pasa. Vamos a
ver si la paciencia aguanta y empezamos a ver el final del túnel, un
final que ahora mismo veo muy, muy lejano y complicado de alcanzar.
Deportivamente,
están siendo unos días diferentes respecto a lo que estoy
acostumbrado. Tras un paró completo de diez días (bueno, un día
rodé 25 minutos), empecé a dar vueltas a los pedales y brazadas
dentro de una piscina. Ésto, junto al temario de las oposiciones, me
está ayudando a no darle tantas vueltas a la lesión y a consolarme
pensando que, pudiendo hacer otros deportes alternativos, el regreso
al atletismo se hará un poco más llevadero, al haber seguido activo
cardiovascularmente. Independientemente de que no pueda correr, en lo
que se refiere a estos otros dos deportes, debo reconocer que tengo
momentos en los me cuesta mucho adaptarme a la natación o al
ciclismo, no tanto por el tema físico (que también) sino por el
tema mental. En el tema de la natación, no es que sea mi deporte
favorito, pero tampoco me decepciona, por lo que, en un principio, no
tengo demasiados motivos para quejarme; sin embargo, hay uno especial
que hace de estas sesiones momentos algo más que monótonos. Y es
que, siendos inceros, lo de dar vueltas a una pista de 400 metros es
aburrido, pero lo de hacer largos de 25 o 50 metros le gana por
goleada. Cuando vienes acostumbrado a estar cambiando constantemente
de paisajes y te metes en un espacio tan limitado, la verdad es que
es demasiado monótono. Lo de montar en bicicleta es mucho más
agradable, por supuesto, pero creo que con el abandono de la práctica
ciclista casi por completo, he acabado relacionándolo con las
lesiones (qué cosas más raras hace la cabeza, la verdad), por lo
que tampoco me hace demasiada gracia verme vestido de ciclista,
porque últimamente me estoy subiendo a dar pedales por no poder
correr. Pero, como digo, si ahora no puedo hacerlo, me tengo que
decantar por dos opciones: no hacer nada o hacer largos y dar
pedales. Me da que por ahora me decantaré por la segunda opción,
porque seguramente, y aunque me toque tirar de mucha paciencia para
hacer los largos en la piscina, será más agradable que estar
completamente parado.
Cambio
un poco y dejo de lado mi lesión. Como alguna vez he comentado, me
encantan los temas de planificaciones y demás historias vinculadas a
ellas. Ahora que no puedo correr, he estado aprovechando los ratos
libres para darle vueltas al hecho de cómo me gustaría organizar la
temporada una vez que pueda estar correteando de nuevo. Siempre me
han hablado de Chema Arguedas como un referente para organizar los
entrenamientos. Al final, me he decantado por leer algunos de sus
artículos en la revista Ciclismo a Fondo y empezar a estructurar los
planes basándome en sus consejos. Recomienda hacer un periodo de
acondicionamiento general o “base” de doce semanas, aumentando
cada semana o cada mes el volumen de las sesiones e introduciendo
algo con pulsaciones más alta según vayamos completando las
sesiones del periodo. La verdad es que es una forma de organizar los
entrenamientos que siempre me ha rondado la cabeza, pero que entre
unas cosas y otras, finalmente no he completado nunca. Que da
resultados es algo que sí me han demostrado varias personas que han
seguido este método, sobre todo ciclistas. Así que, ¿por qué no
intentar llevarlo a la práctica y organizar toda una temporada con
una metodología que nunca he llevado a cabo y que me puede
beneficiar bastante? Aun tengo que recuperarme para poder empezar a
entrenar, por lo que no me sentado aun a elaborar ninguna tabla de
entrenamiento, pero esto es algo que me motiva bastante, más, como
decía, viendo los resultados que he visto que ha dado a varios
compañeros y familiares.
En
definitiva, vamos a ver si logro recuperarme de esta lesión que ya
me ha tenido un mes sin poder poder entrenar, y que poco a poco pueda
volver a pensar en preparar alguna competición.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario