miércoles, 2 de noviembre de 2016

El negocio del atletismo popular

Después de muchos días, demasiados, me pongo a escribir en el blog otra vez. No hace mucho publiqué una entrada sobre el concepto actual de las marchas cicloturistas, donde decía que son carreras ciclistas encubiertas, y que la idea de salir a dar una vuelta con otros ochocientos ciclistas está desapareciendo. Marchas como la Bilbao-Bilbao, Toro o Valladoli son puros eventos donde podemos hacer cicloturismo del bueno. Pero hoy no quiero escribir sobre eso. Quiero hacerlo sobre otro tema, también deportivo, que afecta al atletismo. Y es que creo que hemos llegado a un punto adecuado para sentarnos a recapacitar sobre hasta dónde ha llegado el mundo del “running”, lo que en los años ochenta y noventa era “footing”. Estamos viviendo un apeogeo impresionante, muchas veces nos dejamos “comer” por el marketing de los grandes eventos populares, muchas veces pensando en hacer negocio, algo que no siempre sale, y no somos conscientes de los daños colaterales que esto nos puede causar. Ahí van mis impresiones sobre este tema.

En ocasiones, tengo la sensación de que nuestra sociedad es una sociedad de extremos. Si nos vamos a la época de corredores como Mariano Haro o Santiago de la Parte, nos encontramos con que, por entonces, lo del “footing” o “running” era algo casi inexistente, y los que practicaban este deporte eran puros corredores de competición. No había tantas carreras populares como hay actualmente, y el nivel de las que había era bastante elevado. Varios años después, y sobre todo a raíz de los ochenta y noventa, cuando empiean a aparecer muchas populares y “runners”, el escenario, o mejor dicho, el decorado, ha variado mucho, y nos encontramos desbordados por el número de corredores populares inscritos en cada carrera, y por la gran cantidad de eventos populares que se celebran en cada provincia o comunidad autónoma en un mismo fin de semana. Hemos pasado del punto en elq ue lo de correr estaba mal visto, al contrario, y ahora es una auténtica moda e incluso obsesión. Bueno, lo que está de moda no es ser atleta popular o federado, sino ser “runner”, porque ser atleta es algo muy diferente. En resumidas cuentas, ¿es beneficioso? Creo que es muy bueno que la gente corra y haga carreras populares y tal, pero lo que no veo muy normal es el extremo al que hemos llegado, done corremos sin un control, dejándonos llevar, en muchas ocasiones, por el marketing de los grandes eventos populares, creyendo que somos Superman y que, tras dos años corriendo, seremos capaces de correr maratones, carreras de ultrafondo o carreras de montaña, las llamadas de trail, donde nos encontramos con pruebas que perfectamente llegan a la treintena de kilómetros, e incluso pueden llegar o superar los setenta. Pruebas, al fin y al cabo, que requieren una base bastante interesante, de la cual, muchos participantes carecen por completo, al venir de la vida sedentaria.

Deberíamos sentarnos a reflexionar. Por un lado, debemos pensar si estamos o no preparados para nuestros objetivos y ver si son coherentes con la base y la preparación llevada. Aunque a los corredores nos cuesta demasiado (a mi el primero) tirar de lógica, de vez en cuando es bueno pararse y reflexionar. Si llevo un par de años corriendo y me he limitado a salir a trotar y participar en carreras populares de cinco, seis o siete kilómetros, la lógica y el sentido común debería llevarnos a preparar bastantes carreras de 10.000 metros, no tirarnos de lleno a por las medias maratones, porque sería meter algunos entrenamientos bastante largos, y nuestro cuerpo notaría ese cambio tan brusco al que le hemos sometido, y el organismo se quejará siempre igual, es decir, con las dichosas lesiones. No podemos dejar que las modas, la publicidad de las carreras o nuestras ganas nos puedan, y como todo en la ivda, ir quemando etapas en el momento adecuado. Está claro que hay que adaptarse a la edad a la que hemos empezado a correr, porque no es lo mismo empezar con ocho o con treinta años. El primero aprovechará su juventud para formarse como atleta a fuego lento y competir, con el paso de los años, en pruebas de medio fondo, como el 1500, para luego dar el asalto al 3000 y al 5000, creando una gran base para las carreras de larga distancia, mientras que el segundo podrá empezar compitiendo ya en pruebas populares de cinco y diez kilómetros, y solo cuando tenga esto no trillado, sino muy trillado, plantearse (repito, plantearse) el salto a los 21 kilómetros. Lo mejor para esto es la figura del entrenador, pero de un entrenador cualificado y con experiencia como atleta, pues con el boom del atletismo popular, han aparecido de golpe y porrazo un montón de personas sin titulación que se ponen a entrenar a otros corredores. Una persona que sepa de lo que va el tema y con la titulación adecuada nos ayudará a planificar la temporada, los entrenamientos y las competiciones.

Pero no se trata solo de ir a por los corredores. Muchas personas, ante el hecho de que algunas carreras llenen sus inscripciones meses antes, ven en este tema un negocio económico y se lanzan a por la organización de una en su pueblo, barrio o ciudad, pensando que ésto es la gallina de los huevos de oro. Desde luego, no es nada, pero nada fácil organizar un evento popular. Hay unos gastos, muchos, y hay que suplirlos entre patrocinadores y/o inscritos, y debemos tener en cuenta que siempre nos saldrá algún gasto extra, por lo que conviene hacer bien las cuentas antes de ponernos. Pero, una cosa es eso, y otra, que por correr una carrera de cinco kilómetros te pidan diez euros, o por una de diez, catorce euros, cuando en algunas medias maratones (Zamora, por ejemplo) la cuota de inscripción es de doce euros. Supongo que sus motivos tendrán para hacerlo, y en gran medida, si la prueba sigue, es porque a la gente no le cuesta dejar diez euros para un 5000, pero, a pesar de lo que comentaba, creo que tendremos que pensar varias cosas.

El precio de una carrera debe estar acorde a los servicios que se van a prestar a cada corredor, es decir, en la bolsa de corredor (ésto, en una carrera popular, es muy valorado por los participantes), avituallamiento (creo que todos hemos corrido carreras donde se han acabado) o en una buena señalización del recorrido. A fin de cuentas, el dinero del corredor debe invertirse en él. A lo que no le veo demasiado sentido es que a las carreras populares se lleven atletas invitados, a los que normalmente se les paga la inscripción. A fin de cuentas, y nunca mejor dicho, por el ritmo que este corredor llevará, la mayoría de corredores solo podrán verlo en la salida, y un grupo selecto podrá seguirle el ritmo durante unos cuantos kilómetros, un grupo que, por cierto, no va invitado, pero que van al mismo ritmo que el profesional. Y si tenemos en cuenta que cada vez más populares pasan de competir y se van a la filosofía de pasar la mañana y ni lo ven, nos debería hacer pensar que, quizá, ese dinero no ha servido de mucho. No es cuestión de desprestigiar a los atletas de élite, ni mucho menos, pero es una cuestión de ver en qué es lo que mejor podemos invertir el dinero del que disponemos para organizar una carrera, y creo que para el atleta popular, lo de llevar a un profesional contratado no es la mejor opción, pues solamente un grupo muy selecto podrá aguantar su ritmo, mientras que otros se conformarán con verlo en el calentamiento, no verlo o, como me ha sucedido a mi en más de una ocasión, enterarme de que había participado tal atleta o de que ese invitado tenía victorias o grandes puestos en carreras profesionales un tiempo después de haber corrido, y solo haber pensado al cruzarnos en el calentamiento “qué planta tiene este, seguro que anda bien”.

Luego, muchas carreras invierten una cantidad económica tirando a elevada para verdernos el producto. Nos dicen que el circuito es muy rápido, que participarán varios atletas en busca de una mínima para poder participar, por ejemplo, en unos Juegos Olímpicos, o que es un circuito ideal para cumplir nuestros objetivos cronométricos o debutar en una distancia. Una cosa es dar a conocer nuestra prueba, tanto en redes sociales como en medios de comunicación, algo que está muy bien para que los corredores conozcan nuestra prueba, y otra muy diferente querer meternos esa prueba por los ojos e incluso, como ha sucedido en más de una ocasión, llegar a ser cargantes con la publicidad. Creo que una parte muy importante de que cada vez más gente se anima a participar en competiciones del estilo a las medias maratones o las maratones se debe a que haya organizaciones que nos intentan convencer por todos los medios posibles y a través de cualquier medio, de que participemos en su correspondiente prueba. Bajo mi punto de vista, ésto no es algo que beneficie demasiado al hecho de intentar correr con algo más de lógica, pues parece que nos puede el ansia de que nuestra carrera tenga más participantes que la que se organiza en el pueblo que está al lado. Por otro lado, algunas organizaciones llegan a ser cargantes. He tenido la experiencia con alguna prueba de que siempre que entraba en mi cuenta de Facebook me encontraba con tres o cuatro anuncios de la misma prueba, entrara las veces que entrara a lo largo del día. No sé vosotros, pero cuando veo tanta publicidad, acabo cogiendo un poco de manía a la carrera anunciada, y no es la primera vez que no participo en una carrera por exceso de publicidad.

Mi experiencia personal como atleta no es demasiado amplia, pues tan solo llevo siete años corriendo, pero sí es cierto que he podido competir en pruebas federadas del estilo al Cantimpalos, Venta de Baños, Atapuerca o Aranda, y en varios tipos de carreras populares, desde las típicas “carreras de barrio” hasta carreras populares con un cierto nivelillo, aunque, claro está, nunca he competido a nivel profesional, ni mucho menos. De todas las competiciones que he corrido, la verdad es que me quedo con gran parte de las carreras que he corrido en los pueblos, carreras que he ido encontrando por páginas web y de las que, en muchas ocasiones, por no encontrar, no encontraba casi ni patrocinadores. Sin embargo, éstos han sido los eventos donde mejor trato he visto hacia el organizador por parte de los organizadores, y donde más esmero he visto porque la carrera salga hacia delante. Hay incluso competiciones que hacen barbacoas o meriendas (o comidas, depende de la hora a la que se corra), con una gran abundancia de comida, y sin tanto apoyo como he visto en otras competiciones, donde el trato hacia el corredor es bastante mejorable, la señalización es muy regular, o la bolsa de corredor no está acorde con lo que la organización pide por inscripción.

En resumidas cuentas, y a modo de cerrar el artículo, vamos a ver si somos capaces de tirar de lógica y no solo de ganas, y no vamos quemando etapas antes de tiempo, y empezamos a valorar a aquellas carreras “de pueblo”, donde realmente se centran en el corredor popular, que ha pagado su inscripción, y no en anunciar su prueba a diestro y siniestro o en invitar a un montón de atletas de élite, gastando un dinero que podría invertirse, por ejemplo, en más avituallamiento o más cosillas para la bolsa de corredor.


Nos vemos… haciendo deporte, claro.

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