"Antes
se decía que correr era de cobardes; yo creo que ahora cobarde es el
que no corre, porque se necesita valor para salir a correr".
(Chema Martínez).
Han pasado varios días desde
la última entrada que publiqué, que si no me equivoco, data del día
seis de noviembre. En este espacio de tiempo, han sucedido unas
cuantas cosillas dentro del mundo deportivo. Por un lado, hemos visto
cómo la temporada de campo a través ha dado su inicio con
Atapuerca, Soria o la Espada Toledana. Pero ésto no ha sido lo único
atlético que hemos vivido en estas dos semanas, y es que nos hemos
encontrado con dos pruebas de asfalto de bastante renombre, como son
la Behobia-San Sebastián y la maratón de Valencia, donde,
paralelamente a la prueba de 42 kilómetros, se hizo otra de diez
kilómetros. En el plano más personal, después de estar dos meses
menos una semana sin poder entrenar, hace ya una semana que me calcé
las zapatillas y me puse de nuevo a entrenar. Nuevos proyectos,
nuevas preparaciones y un denominador común: ganas de poder volver a
entrenar y a competir.
Con noviembre, han llegado
unas cuantas citas atléticas de lo más interesantes, todas ellas
con un nivel considerable. Atapuerca abrió hace una semana la
temporada invernal. Como es habitual, el dominio africano fue claro,
y los atletas del continente que seguramente más corredores de alto
nivel ha estado sacando en los últimos años. Lo mismo sucedió en
el cross de Soria, con un claro denominador de estos corredores,
mientras que la Espada Toledana tuvo como atletas victoriosos a Toni
Abadía y a Alessandra Aguilar, quienes a priori eran los atletas que
más posibilidades tenían de alzarse con la victoria, cumpliendo así
con los pronósticos establecidos.
De todos estos tres crosses,
tan solo he competido en Atapuerca. Allí estuvimos durante seis años
consecutivos, de los cuales, tan solo cuatro fui con la intención de
competir “en serio”, ya que las dos últimas participaciones me
pillaron ya como “jubilado” y no me las tomé tan en serio como
en las ediciones anteriores. Pero, casualidades de la vida, el año
donde más contento he acabado fue el primero de esos dos años, en
2013, donde, a pesar de que llegué no bastante lejos, sino lejísimos
de los atletas de cabeza (si no recuerdo mal, fui el 105), fue el año
donde mejores sensaciones tuve, sin duda alguna. Fueron cinco
kilómetros que completé en un tiempo de 17'27, escuchando las
sensaciones que me iba transmitiendo mi cuerpo. Aquello lo recuerdo
como mi mejor recuerdo en este cross burgalés, a pesar de haber
logrado un par de años entrar entre los veinte primeros (en 2010 fui
décimo segundo y en 2011 décimo cuarto, ambos en la categoría
Cadete), y el primer año de Juvenil haber entrado en el puesto
vigésimo segundo. Como ya he comentado alguna vez, siempre me ha
pasado lo mismo en Atapuerca, y es que me notaba atrancado, como si
aun no hubiera alcanzado ese pico de forma que luego, unas semanas
después, sí que notaba que había llegado. Quizá, por la forma de
entrenar que teníamos por entonces, la idea era ir mejor en los
crosses de diciembre, éso es algo que desconozco, pero de lo que
estoy bastante seguro es que en Atapuerca siempre tenía la sensación
de que lo podía haber hecho algo mejor. En 2013 fue todo
completamente diferente, y la verdad, me sorprendió verme bastante
más suelto que otros años a ritmos de 3'30-3'35. Pero bueno,
supongo que todos tenemos derecho a que de vez en cuando se nos
junten los astros, incluso en pruebas en las que nunca nos hemos
notado especialmente bien.
Esto del campo a través no ha
hecho más que empezar, y aun faltan varios importantes, como
Cantimpalos, Aranda, Venta de Baños o Itálica. Los tres primeros
también los corrí, y salvo en Cantimpalos, en los otros dos he
repetido participación, corriendo tres veces en Aranda y dos en
Venta de Baños. Del que mejor recuerdo guardo creo que es de
Cantimpalos. El año que corrí, llegué en un estado de forma creo
que bastante interesante, aunque, las cosas como son, pudo haber
salido una mejor carrera de no haberme quedado en la salida cerrando
el grupo, una experiencia que, por otro lado, no estuvo del todo mal,
y es que es toda una experiencia ir el último, mirar el GPS y ver
ritmos de 3'15. Aquel año, aunque con sol y frío, hubo una
temperatura bastante más agradable de la esperada a esas alturas del
año, pero el viento se empeñó en hacer acto de presencia, y por si
no tuve bastante con salir tan atrás, me quedé en tierra de nadie
tras ir remontando durante gran parte de la carrera, y me tocó ir
durante muchos metros tragándome todo el aire. Mi objetivo principal
era el de intentar enganchar con los primeros. Llegué a un punto,
que me llevó a sufrir al final de la carrera más de lo deseado, en
el que los veía a unos pocos de metros, pero yo ya iba al límite, y
por más que intentaba engancharme a la parte trasera de ese primer
grupo, lo único que conseguí fue reventarme después de remontar,
tragarme el aire y tirarme a por algo que, visto ahora, podríamos
decir que fue una quimera, como fue intentar engancharme a ese grupo.
De Aranda de Duero tampoco tengo mal recuerdo. En mis dos primeras
participaciones, sobre todo en la primera, tuve unas sensaciones
buenísimas. El segundo año cometí un serio error, que se ha
quedado entre los compañeros que corrieron aquel año como la
anécdota en la que me dijeron que corriera “con cabeza” y yo
entendí que corriera “en cabeza”, y ya en la segunda vuelta al
circuito iba fundido. Fue un error que, quizá, de no haber cometido,
me hubiera permitido estar un poquito más arriba… o no. Algo que
tiene la competición es que, en muchas ocasiones, tendemos a pensar
en lo que pudo o no pudo ser, y al fin y al cabo, solo sabemos seguro
lo que pasó, todos esos pensamientos de “qué hubiera pasado
si...” no dejan de ser eso, pensamientos. El último año que corrí
fue en 2014. Salía de una lesión, llevaba entrenando unos dos meses
y medio o tres meses, y aunque ya empezaba a notar ciertas
sensaciones positivas, aun faltaba mucho para mejorar. De Venta de
Baños guardo dos recuerdos completamente diferentes. El año de mi
debut en esta prueba palentina (2012) acudía con ganas porque para
mi era (y sigue siendo) un cross diferente, con cierta magia.
Posiblemente, el que más ganas tenía de correr. Aquel año corrí
sin clavos, con unas Nike Pegasus, y con la cantidad de barro y agua
que hubo, las pasé bastante canutas. Mi segunda (y última)
participación en Venta de Baños fue en la edición de 2014, y con
un día completamente diferente. Aunque a lo largo de la mañana, y
mientras el resto de compañeros del club competían, la niebla se
empeñó en hacernos compañía, cuando nos tocó competir a los
Veteranos y a los Juveniles, donde estábamos mi compañero Carmelo y
un servidor, el día se despejó por completo y pasamos hasta cierto
calor mientras nos las veíamos con los clavos, la pista de ceniza y
los caminos de sus alrededores. Aquel año, en lo que a agua se
refiere, tuvimos bastante más suerte que en el año de mi debut, y
nos encontramos unos caminos completamente diferentes de los que me
había encontrado en 2012.
Cambiando un poco de tercio, y
volviendo más a la actualidad, al fin, después de casi dos meses,
he logrado volver a calzarme las zapatillas y empezar a entrenar.
Hace una semana, un domingo que teníamos pensado salir en bicicleta,
se levantó el día con cierta niebla, lo que me animó a dejar las
dos ruedas de lado y ver qué era lo que le pasaría al pie si me
ponía a correr. Sin pensármelo demasiado, acabé rodando poco más
de nueve kilómetros en 46'14. Quizá, para ser el primer día, haber
estado lesionado y no saber cómo me iba a responder el pie, me pasé
un poquillo, pero acabé bastante contento y pensando en empezar a
organizar los primeros entrenamientos de cara a los siguientes días.
Como creo que ya he comentado en alguna entrada, entraba dentro de
los planes, cuando pudiera volver a correr después de la lesión,
organizar los primeros tres meses de entrenamiento según los
consejos que me han dado mis compañeros ciclistas, sobre todo mi
tío. En muchas ocasiones me han comentado que siga esa metodología
utilizada dentro del mundillo de las dos ruedas, que vienen a ser
tres meses de acondicionamiento general (qué técnico suena eso), lo
que ellos vienen a llamar “hacer la base”. Al final, me he
decantado por organizar este “reinicio” de la temporada de esta
manera. Dentro del atletismo, la forma de planificar los
entrenamientos creo que viene a ser muy parecida, aunque bajo mi
experiencia cuando tenía entrenador, esa forma de empezar la
temporada distaba un poco de cómo lo hacen los ciclistas.
La idea principal para este
periodo de tres meses (o de doce semanas) es el de hacer la parte
“fácil” de la temporada, limitarme a hacer rodajes, unos rodajes
que con el paso de los meses deberían ir incrementándose en
distancia. Respecto a la intensidad, se trata también de ir
progresivamente aumentándola, aunque esos intervalos fuertes los
introduciré a partir del segundo mes de preparación y nunca al cien
por cien. El objetivo es, por un lado, quitarme un poco la
carbonilla, y por otro, lo más importante, que es el de ir
preparando al cuerpo para sesiones de más específicas de series.
¿Tres meses de preparación centradas en rodajes es demasiado?
Bueno, puede ser, teniendo en cuenta que me planto en a finales de
febrero (porque “la base” la he comenzado esta semana, la
anterior la utilicé para readaptarme a los entrenamientos después
de casi dos meses sin hacerlo), por lo que la temporada de cross
puedo ir dándola por perdida, pero al tener eso asumido, no tengo
demasiada prisa, así que iré con calma. Doce semanas dedicándome a
rodar pueden hacerse largas, o no, en mi caso opto por el hecho de
que no se harán largas, porque me encanta hacerlo, pero, sobre todo,
porque he visto a varios compañeros ciclistas a los que les ha
salido bien, así que, ¿por qué no intentarlo? No sé si tengo algo
que ganar, pero por lo menos, no pierdo nada, y aprovecho para
entrenar de una manera diferente durante los primeros meses de
entrenamientos.
Nos vemos… haciendo deporte,
claro.
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