Entre
unas cosas y otras, han pasado otra vez muchos días desde la última
vez que escribía en el blog. Juntando situaciones complejas un tanto
complicadas junto a la preparación de las oposiciones y los
entrenamientos, la verdad es que he estado bastante desconectado en
esto de la escritura, aunque, por suerte, he podido seguir
manteniendo la lectura, otra de mis grandes aficiones, aunque, debo
reconocerlo, tampoco con tanta intensidad como en otras ocasiones. Lo
que sí he intentado mantener, junto a los entrenamientos, ha sido la
música. En unos momentos un tanto complicados a nivel personal, unas
zapatillas y unas cuantas notas musicales podríamos decir que “hacen
milagros”.
Para
un músico, sus composiciones son como para un escritor un libro, una
manera de expresar unos sentimientos concretos ante una situación
determinada. Estos días he dejado de lado las canciones que me
gustan más por el sonido que su significado, para centrarme en
buscar temas donde los músicos expresaran unos sentimientos
semejantes a los que sentía en ese momento, o al menos, que lo que
me transmitían esos temas levantaran crearan esos sentimientos, algo
que la música, como también puede ocurrir con la escritura, permite
hacer. Como siempre, he recurrido a mis “clásicos personales”.
Miguel Ríos o Antonio Vega han sido dos de los españoles que, con
su voz, me han acompañado estos días, haciendo caso a esa frase del
granadino que dice “la música estará siempre ahí para
reconfortarnos”. Rebuscando, me he encontrado con temas que hacía
muchísimo tiempo que no escuchaba y que realmente cumplían los
“requisitos” para ser oídos en este momento. Por supuesto, he
seguido escuchando a Roger Taylor, Freddie Mercury, Brian May y John
Deacon. “These are the days of our lives” es uno de esos temas
que, en cierta medida, podrían cuadrarme. Me he puesto no solo a los
cuatro juntos, sino que también he buscado algunos temas que han
interpretado en sus correspondientes etapas en solitario y de la
banda sin Freddie, como el tema que comentaba interpretado por Roger
Taylor o la canción titulada “Too much love will kill you”
interpretada por Brian May. También he escuchado a David Bowie,
aunque debo reconocer que a este último bastante menos que a los
comentados anteriormente. Pero bueno, el tema principal y donde más
cómodo me encuentro escribiendo es el deporte, así que para esta
ocasión retomaré esto. No es que me disguste escribir de música,
pero debo reconocer que se me acaban bastante rápido las ideas para
hacerlo sobre este tema, y es que mis conocimientos sobre esto no son
demasiado amplios. Tampoco es que sepa demasiado sobre deporte, pero
me resulta bastante más sencillo escribir sobre esto, así que me
pondré manos a la obra con algún que otro tema vinculado a las
zapatillas o la bicicleta.
Nos
encontramos en el mes de diciembre, la temporada de cross está en
auge y nos encontramos a relativas pocas semanas de cerrar el año de
una manera deportiva, con esa prueba tan popular como es la San
Silvestre, unas pruebas donde prima más el disfrutar del ambiente
popular que el hecho de competir, aunque nos encontramos con pruebas
de este tipo con un nivel impresionante. A pesar de todas las San
Silvestres que hay, muchas de ellas cerca de mi ciudad, la verdad es
que no he participado en muchas, solamente en la de Zamora, y no en
todas sus ediciones. Si tuviera que echar la vista atrás para buscar
mi primera participación en una prueba de estas, tendría que irme a
finales del año 2008, cuando, aun sin entrenar con Teo (a correr
empezaría casi un año después), mi padre y yo nos calzamos las
zapatillas y nos apuntamos, en mi caso sin saber muy bien qué era
eso de las competiciones. Tenía alguna noción de cómo iba esto del
atletismo, gracias al profesor de Educación Física del colegio, que
era atleta, pero nunca me había puesto en una línea de salida de
una competición, por lo que creo que hacerlo en una San Silvestre,
además como la de Zamora, que no es demasiado larga (unos 3500
metros) fue una gran idea. A partir de ahí, corrí las ediciones de
2009, 2010, 2011 y 2012, esta última ya con el nuevo recorrido que
el Atletismo Zamora elaboró pasando primero por la zona un poco más
céntrica de la ciudad, para, tras un primer paso por meta, meternos
en el recorrido que se había estado celebrando en las ediciones
anteriores. Y debo reconocer que, a pesar de ser una prueba que en la
que físicamente siempre notaba que no me acaba de adaptar al
circuito, sí es cierto que me gustaba hacerla. Disfrutaba
compitiendo en la San Silvestre “de casa”, como suele decirse.
Ahora mismo, cuando han pasado cuatro años desde la última vez que
corrí esta prueba, no tengo previsto participar. He cambiado por
completo la manera de entrenar, y ahora mismo creo que competir en
una prueba de 3500 metros, aunque podría venirme bien para darme
algo de chispilla de cara a otras distancias, creo que sería una
manera de “arrastrarme” y de ver que, cuatro años después,
cuando se suponía que tenía que estar tocando unos ritmos bastante
más elevados que los que ahora estoy manejando, no he cumplido con
la evolución que me correspondía con el paso de los años y que
tampoco me he quedado estancado en los ritmos que tocaba hace cuatro
años, sino que he retrocedido y me he acabado convirtiendo en un
“trotón”, algo de lo que en su día quise huir.
Van
pasando los días, y ya llevo tres semanas más lo que llevamos de
esta entrenando. De estas casi cuatro semanas, ésta y las dos
anteriores están ya incluidas dentro de un plan de entrenamiento,
mientras que la primera opté por tomarla un poco de adaptación. El
objetivo para estos días es “hacer la base”, como dicen los
ciclistas. He planteado doce semanas para este periodo, aunque he
optado por introducir algún que otro cambio. Aunque a priori no haré
series durante estas doce semanas, sí que tengo he organizado alguna
sesión donde la idea es hacer algo un poco más fuerte. Como decía,
no tengo previsto hacer series, ni si quiera cambios de ritmo o
fartlek, la idea es un tanto diferente. Consiste en ir rodando a un
ritmo normal, para acabar los últimos quince-veinte minutos del
rodaje a un ritmo que no sea al cien por cien, pero sí que sea
exigente, que me permita poder decir al acabar que “he sudado la
gota gorda” o, como dije el otro día al llegar a casa, “qué
cansado es esto de querer correr más rápido de lo que estoy
acostumbrado”. Vamos, en resumidas cuentas, introducir algún
intervalo a un ritmo más fuerte que el habitual para variar un poco
la sesión y hacer que el cuerpo trabaje a otras intensidades.
Sobre
la duración de este periodo, ¿es demasiado? Puede ser que doce
semanas (o tres meses) sea demasiado tiempo para estar solo rodando,
pero debo reconocer que tengo ganas de preparar unos entrenamientos
con la metodología de la que tantas veces me han hablado los
ciclistas. Ese periodo que muchos llaman de acondicionamiento
general, también más conocido como “la base” me ha demostrado
que a los compañeros ciclistas que la han seguido, les ha salido de
cine, así que, ¿por qué no intentarlo? He ido leyendo artículos
que me han ido recomendando relacionados con es tema, unos artículos
que me han resultado un tanto interesantes, y que me han venido
bastante bien para aprender cosillas vinculadas a esto. Se trata de
ir incrementando de una manera progresiva el volumen y la intensidad
de las sesiones, llegando al tercer mes metiendo una cantidad de
kilómetros y una intensidad considerables. Hay quien considera que
en ese tercer mes ya habría que hacer algunas series, mientras que
otros se decantan por seguir incrementando el volumen y hacer unos
intervalos no al cien por cien, pero sí con una intensidad bastante
elevada. También, si vamos con algo de prisa, se puede recortar este
periodo cuatro semanas, quedándonos en dos meses u ocho semanas. Es
una opción que también podría entrar dentro de mis planes, y que
quizá podría valorar, pero ahora mismo es muy temprano para pensar
en reducir este periodo a ocho semanas, así que, por ahora, creo que
mantendré los tres meses. Llevo, con esta, tres semanas entrenando
con un plan, rumbo a las cuatro contando la que hice como
readaptación, y viendo los progresos, creo que la mejor opción será
alargar y hacer las doce semanas completo.
Aunque
en este tiempo tengo previsto hacer rodajes, me sigue rondando por la
cabeza la idea de preparar algún 10.000. Está claro que ahora
mismo, correr diez kilómetros a un ritmo de 3'30 es realmente
complicado, cuando hoy mismo he hecho los últimos veinte minutos del
rodaje a un ritmo medio de 3'50 sin bajar de las 180 pulsaciones, lo
que me hacer ver que ese objetivo para el 10.000 queda lejísimos,
pero tampoco creo que tenga que tener prisa. Es un objetivo, por
decirlo de alguna manera, a largo plazo. Objetivos a corto plazo, me
he planteado dos carreras de campo a través y una de asfalto como
pruebas donde irme a probar y ver cómo estoy de forma en ese
momento. El cross de Ávila y el Regional de Valladolid son las dos
pruebas de campo a través en las que me gustaría participar, en la
abulense porque es una prueba que me encanta y donde realmente se
disfruta compitiendo, y en la segunda, por probarme junto a
corredores de mi nueva categoría (Promesa) en una prueba federada.
Quizá no sea la idónea para debutar en la categoría, pero tampoco
me quedan demasiadas opciones de colgarme en dorsal en una prueba de
campo a través federada. Y sobre carreras populares, me encantaría
volver a competir en la Carrera Popular “Don Bosco” de
Valladolid, una popular donde también me he sentido muy cómodo
compitiendo, donde el trato hacia el corredor siempre ha sido
buenísimo, y que ha demostrado a lo largo de los años que aun
quedan carreras gratuitas que pueden reunir a buen número de
participantes.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro.
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