Siempre he defendido la música
y la escritura como medio para, por lo menos, intentar transmitir
unos sentimientos determinados o nuestro estado de ánimo en un
momento concreto de nuestra vida. Mi objetivo para la entrada de hoy
es ese, ponerme a juntar unas cuantas letras para, entre otras cosas,
intentar expresar mi estado de ánimo dentro de lo que se refiere a
mi vida deportiva. Ése será el objetivo principal para la entrada
de hoy en el blog.
El martes, coincidiendo con el
inicio del mes de noviembre y con el de la nueva temporada, se
cumplieron ya seis semanas desde que me lesioné. Seis semanas que,
en el tema deportivo, han sido diferentes, y en más de una ocasión,
un tanto desesperantes. En este tiempo, después de haber parado diez
días por completo, me puse manos a la obra con sesiones de bicicleta
y natación para, por lo menos, intentar mantener el corazón activo
y que el día que pueda volver a correr, el palo al ver la forma
física sea un poco menor. He probado a corretear tres días, y en
los tres he acabado dolorido, aunque, por suerte, en el último
intento, hace justo una semana, fue mucho más suave y su duración,
bastante menor que en los otros dos intentos, aunque con el tiempo
suficiente como para no dejarme correr al día siguiente. Pero bueno,
por lo menos, he ido “salvando los muebles”, como suele decirse,
y aunque no haya sido corriendo, sí he podido mantenerme activo a
través de otros deportes. El problema, como suele ser habitual
cuando nos lesionamos, viene más relacionado al tema mental. Durante
los días que estuve inactivo por completo, que tampoco creo que
fueran demasiados para una lesión, me estuve comiendo la cabeza
prácticamente las 24 horas del día, pensando en cuándo iba a poder
volver ya no a correr, sino a poder practicar deporte sin dolor.
Fueron pasando los días, y, tras volver a estar activo y ver que el
pie respondía, empecé a darle vueltas a la idea de ponerme de nuevo
a entrenar. “Total, si no tengo dolor dando pedales, seguramente
pueda correr ya”. Pues nada, de nuevo cojo, a seguir la piscina y
con la bici. Pasaron otros tantos días así, y decidí, tras ver que
volvía a caminar sin dolor, volver a rodar. Acabé peor que en ese
primer intento, volviendo a notar cierto dolor en el dedo afectado,
lo que me llevó a volver a alternar bicicleta y natación, hasta que
el domingo pasado volví a ponerme de nuevo las zapatillas y, en
compañía de mi padre, ver qué podía pasar. Logré rodar tres
cuartos de hora sin dolor ni molestia alguna, pero, al parar y
quedarme frío, volví a notar molestias, unas molestias que por
suerte fueron bastante más suaves que en los otros intentos y que,
aunque me impidieron volver a correr al día siguiente, por lo menos
me dejaban caminar sin tener que forzar la pisada.
Una semana después del último
intento, y ya con un diagnóstico médico establecido (cazurro que es
uno, acudí el miércoles a la consulta, un mes y medio después de
lesionarme), he seguido haciendo natación y algo de bicicleta, pero
con los ánimos un poco (bastante) tocados. Aunque por norma he
seguido acudiendo a la piscina con ganas (ahora que le voy cogiendo
el truco, me va gustando cada vez más, aunque sigo pareciendo un
pato), igual que con la bici, ha habido días en los que me he
quedado cerca de quedarme en casa. La cabeza fallaba al ver que no
podía hacer el deporte que, al fin y al cabo, más me gusta de los
tres que suelo practicar, y, como decía, he tenido días de estar a
nada de no hacer nada. Quería salir a correr, pero sabía que éso
no era algo factible, y me desquiciaba. Todos los corredores, cuando
nos lesionamos, tendemos a tener pensamientos negativos durante los
primeros días, es algo habitual y que debemos aprender a afrontar,
pero cuando se es una persona ya de por sí un tanto negativa, como
es mi caso, quitar esos pensamientos es complicado, incluso aunque
hayan pasado varios días desde que la lesión apareció, como es mi
caso. Incluso se me ha pasado por la cabeza dejar de lado el
atletismo y dedicarme a la bici y a la natación a la que, como
decía, le voy cogiendo cada vez más gusto. Pero bueno, éste último
pensamiento fue una idea que, aunque me ha durado varios días,
podríamos catalogar de un calentón de un día; de hecho, ya he
firmado los papeles para sacarme la licencia esta temporada, aunque a
este paso no sé si le daré mucho uso. Por ahora, después de este
último calentón que comentaba y tras ver que el médico fue
bastante optimista, parce que la cosa se ha calmado, aunque éso no
quiere decir que siga teniendo ganas de salir a correr y que siga
dando vueltas al tema de estar lesionado.
De todo se aprende, y de una
lesión creo que también. Lo primero, he aprendido la importancia
que tiene el deporte, y sobre todo el atletismo, para mi. Todo lo que
me ha enseñado este mundillo y todos los buenos momentos que me ha
dado, son complicados de igualar. He visto que muchas veces no
valoramos cada entrenamiento o cada kilómetro hasta que no podemos
hacerlo. Es entonces cuando nos damos cuenta de que todos esos
kilómetros que hemos estado haciendo muchas veces como rutina,
tenían un valor muy importante para nosotros. Creo que cuando coges
esto como una rutina, acabas dejando de lado algunas cosas, y es algo
de lo que te empiezas a dar cuenta cuando, por diferentes
circunstancias, no puedes correr. Sobre los entrenamientos, creo que
esta lesión, teniendo en cuenta el diagnóstico médico, no es una
lesión causada a raíz de haber “hecho el loco” con las escasas
sesiones de series que he hecho o con los entrenamientos de carrera
continua con cierto volumen, de los que sí he hecho bastantes. A
diferencia de la última lesión seria que tuve, que sí vino
provocada por cazurro, ésta ha llegado a raíz de una mala pisada,
por lo que creo que no puedo culpar a los entrenamientos. Pero, aun
así, quizá sería interesante pararse a pensar sobre mi filosofía
de encarar los entrenamientos para evitar futuras lesiones vinculadas
a los mismos. Desde que entreno de forma autodidacta, la verdad es
que siempre he tendido a meter bastante volumen, llegando a hacer la
temporada pasada semanas de hasta 90 kilómetros. Me gustan bastante,
quizá demasiado, los entrenamientos centrados en sumar kilómetros,
a diferencia de los entrenamientos de calidad, que suelo dejarlos más
de lado para centrarme en los rodajes, pero está claro que, a más
kilómetros, más riesgo de lesión, por lo que tengo un riesgo
relativamente elevado de sufrir bastantes lesiones musculares e
incluso articulares, teniendo en cuenta un factor muy importante, y
es que tiendo a estirar poco (o mejor dicho, nada) y el trabajo de
fuerza lo he tenido bastante abandonado, sobre todo desde que dejé
de entrenar con Teo, pues las sesiones de cuestas, unos
entrenamientos que creo que vienen genial para trabajar la fuerza
mientras corremos, las he reducido bastante, salvo en una época a
inicios de la temporada pasada, donde sí la trabajé. Quizá debo
replantearme los planes de entrenamiento y empezar a meter kilómetros
más útiles, que me sirvan de cara a los objetivos que me propongan.
Aunque sí es cierto que, si bien he metido bastantes kilómetros
“basura”, debo decir que los he disfrutado con creces.
Se ha iniciado ya la temporada
2016-2017, y el Cross de Atapuerca y la Behobia-San Sebastián están
a la vuelta de la esquina. Pero, para cerrar el artículo, me
gustaría hablar de otra carrera. Hoy en Zamora nos hemos encontrado
con que el Club Atletismo Zamora, el club con el que seguiré
corriendo este año, ha organizado hoy el “Cross de Otoño” en el
Bosque de Valorio, ese bosque que ha visto crecer a tantos y tantos
corredores zamoranos. Diego Bravo, que este año se encuentra en su
primer año de Junior, logró la victoria absoluta por delante de dos
grandes deportistas, como son Fernando Lorenzo y Angel Nieto, segundo
y tercero, respectivamente. La verdad, me gusta esta iniciativa por
parte del Club para retomar este tipo de pruebas. Publicaba hace poco
una entrada en mi blog escribiendo sobre las carreras populares y
tal. Retomando el hilo, creo que este tipo de competiciones, eventos
que se hacen en lugares naturales, como es el Bosque de Valorio,
gratuitos, un poco a la antigua usanza, son las que se deberían
fomentar, pues creo que son eventos que perfectamente nos van a poder
formar e ir quemando etapas, algo que, como comentaba en dicho
artículo, muchos se están saltando y van directamente a competir en
pruebas de larga distancia sin haber apenas competido en otros
eventos más apropiados, y por otro lado, vienen fenomenal para todos
aquellos corredores cuyo objetivo sea competir de verdad, y probarse
para ver cuál es su estado real de forma. En definitiva, que si
volviéramos a este tipo de eventos, donde perfectamente pueden
convivir los populares y los federados, creo que podríamos fomentar
bastante más el deporte y el atletismo. Solo es cuestión de dejar
de lado muchas de las pijadillas a las que nos hemos acostumbrado, y
yo el primero (que si camiseta, que si chips, que si las
clasificaciones casi instantáneas) y volver a competir sin tener que
poner dinero, algo que cada vez se está poniendo más complicado.
Ojalá de aquí a unos años, veamos que el número de carreras como
la celebrada hoy en Valorio sean más multitudinarias.
Nos vemos… haciendo deporte,
claro.
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