Al
fin, me vuelvo a sentar para escribir unas cuantas líneas.
Últimamente tengo este espacio demasiado abandonado, algo que no me
gusta demasiado, pero a lo que me tengo que acostumbrar, muy a mi
pesar. No siempre podemos hacer todo lo que nos gustaría, y aunque
las 24 horas del día dan para muchas cosas, creo que en ocasiones
queremos hacer más de lo que podemos. Para esta ocasión, me
gustaría poder decir que tengo un tema específico para desarrollar
a lo largo de unas cuantas líneas, pero no tengo nada pensado. Ya sé
que puede sonar contradictorio decir que tengo ganas de escribir,
pero no tengo nada para contar, pero también lo es para mucha gente
tener ganas de salir a correr y no tener objetivos competitivos. Me
encanta escribir aunque no tenga nada que contar, el mero hecho de
dejar que las palabras vayan saliendo según se me van apareciendo,
lo que viene a ser la improvisación, me encanta.
Van
pasando los días, y ya nos encontramos casi en el mes de abril. Los
días se me han pasado volando en los últimos meses, algo que puede
resultar bastante positivo. Poco a poco, los objetivos fuera del
ámbito deportivo se van acercando, y en breve me tocará
enfrentarme, junto a otros varios aspirantes, a algo que llevo
preparando bastante tiempo, mis primeras oposiciones. Aprobar sería
una auténtica gozada, pero también soy consciente de la complejidad
de un examen de este tipo, y de lo complicado de alcanzar una de esas
ansiadas plazas. Ésto, como sucede con las competiciones, es un
trabajo diario, y no de unos cuantos días. Después de estar
pensando en este examen, y a pesar de que últimamente he estado
compartiendo los estudios de las oposiciones con los entrenamientos y
un curso sanitario, debo reconocer que en estos últimos días me ha
costado centrarme lo suficiente en lo que estaba estudiando. Me
imagino que la cercanía con el examen ha sido uno de los factores
más importantes, llevándome en algún momento a pensar más en él
que lo que estaba estudiando, aunque también me imagino que el
tiempo ha ido haciendo cierta mella. Como decía, aprobar la
oposición y conseguir una plaza estaría muy bien, pero, acudiendo
con la única experiencia de haber hecho tan solo un examen previo y
sin saber exactamente como es esto cuando realmente te juegas algo
importante creo que es algo que juega en mi contra, pero, como en
todo, tampoco es plan de acudir con miedo. Vamos a ver cómo es esto
y, por lo menos, a hacerlo lo mejor posible. Luego, el cúmulo de
nervios, preguntas y demás historias serán los encargados de decir
la nota que delimite quién sí y quién no tendrá en su poder ese
tan deseado aprobado.
A
nivel deportivo, me encuentro en un momento muy curioso. Tengo la
impresión de estar viviendo algo nuevo, pero a la vez, algo ya
vivido hace bastante tiempo. Las ganas competitivas, el afán por
colgarme un dorsal y “sacar los ojos” a todo el que se pusiera
delante se ha rebajado de una manera impresionante en los últimos
meses, o mejor dicho, en el último año, mientras que las ganas por
salir a disfrutar, a pasármelo bien mientras recorro Zamora a base
de zancadas está en aumento. Sigo entrenando seis días semanales,
pero con una filosofía bastante diferente. Salgo a rodar con el
simple objetivo de hacer unos cuantos kilómetros por sensaciones,
disfrutando de cada zancada, sin pensar en objetivos competitivos ni
en series. Mis objetivos cuando me calzo las zapatillas han cambiado
sustancialmente, y si antes salía, por ejemplo, con el objetivo de
hacer un rodaje a un ritmo de 4'00 min/km, ahora salgo con la idea de
hacer los mismos kilómetros, pero intentando que el ritmo medio sea
por debajo de los 4'30 min/km. La filosofía con la que entiendo esto
se ha visto muy afectada, y a pesar de seguir haciendo unos cuantos
kilómetros cada semana, poco o nada tienen que ver con los que hice
cuando entrené con Teo o cuando logré la que, hasta ahora, es mi
única victoria en la categoría Absoluta, en Bañobárez.
Por
un lado, me gusta entender el deporte como ahora lo entiendo. No me
preocupo tanto de ritmos ni de pulsaciones (he dejado de lado el
pulsómetro, para poder así entrenar escuchando a mi cuerpo y no a
esta herramienta), pero, sin embargo, me preocupo más de salir cada
día por sensaciones o de fijarme en cada detalle de la vuelta que
estoy haciendo mientras sumo unos cuantos kilómetros. Vamos, la
filosofía que mi padre me enseñó a aplicar en la bicicleta y que,
aunque con cierto retraso en relación al deporte de las dos ruedas,
ha acabado llegando también a las zapatillas. Me parece, como decía,
una aportación bastante positiva. Aun así, muchos compañeros y
conocidos me siguen comentando que me anime a buscar de nuevo ese
gusanillo competitivo que tuve en su momento y me decida a no hacer
tantos rodajes e introducir sesiones de calidad en su sustitución.
Es cierto que podría intentarlo, plantarme como objetivo volver a
tocar los ritmos que manejaba cuando, por ejemplo, gané en Bañobárez
(para mi, aquellos han sido los mejores meses desde que comencé a
correr, y sobre todo, cuando más competitivo y con más ganas de
series me he visto), pero ahora mismo, no es algo que me llame. La
verdad, he conocido una forma diferente de entender del deporte y
debo reconocer que me ha gustado lo suficiente como para quedarme.
Como me han dicho también varios compañeros, a nivel competitivo
estoy desaprovechando unos años muy buenos para colgarse un dorsal y
seguir formándome como atleta, e incluso plantearme temas de marcas
y demás, pero, la verdad, no creo tener las suficientes cualidades
como para poder dedicarme de manera exclusiva a esto, y aunque
entrenando, creo que podría estar relativamente delante en algunas
carreras populares, me parece que es mejor mantener esos seis días
semanales de carrera continua, y dedicar el esfuerzo que podría
suponer darme caña con las series o en busca de alguna marca, en
otros apartados que sí puedan ayudarme en cuanto a solucionar mi
vida.
Pero,
aunque más de uno se sorprenderá, sigo he mantenido una de las
muchas manías que me han acompañado a lo largo de estos años como
corredor. El tema de las preparaciones físicas siempre me ha llamado
un tanto la atención, y aunque ahora mismo no esté llevando una
planificación específica, sí es cierto que sigo elaborando un plan
de entrenamiento. Maniático que es uno, tengo la costumbre de salir
de casa sabiendo la distancia (estoy rodando por kilómetros) que voy
a hacer cada en cada sesión de entrenamientos. A nivel deportivo
siempre me han dicho que soy una persona con ciertas manías, y desde
en este aspecto no puedo negar que todo quien me lo dice está en lo
cierto. No sabría explicar el motivo por el cual, incluso sin un
objetivo competitivo necesito tener “un algo” que me diga que me
indique la sesión diaria. Quizá, de no ser así, me costaría mucho
más salir a rodar, no lo sé, pero el hecho es este. Debo reconocer
que, si bien tengo una tabla, solo programo los kilómetros. El ritmo
suelo dejarlo a decisión del cuerpo, según cómo se encuentre cada
día. En este aspecto la verdad es que suelo ir por sensaciones, y
con lograr ir a 4'30 me conformo, y a partir de ahí, si unos días
sale más rápido, perfecto. Maniático que es uno, en definitivas
cuentas.
Para
cerrar el artículo, me gustaría escribir sobre ciclismo. Jaime
Rosón logró hace unos días ser tercero en la clasificación
general de la Semana Coppi-Bartali. El zamorano, integrante del
equipo Caja Rural, sigue demostrando su calidad como ciclista, y más
en concreto como escalador, haciendo una gran actuación en esta
prueba italiana, que le ha llevado a lograr otro gran puesto dentro
del complicado mundo del ciclismo profesional, un podio que suma a su
victoria en el Tour de Turqía hace un año. La verdad, esperemos que
Jaime siga creciendo como deportista de élite, y de aquí en unos
años podamos verle peleando por las pruebas más prestigiosas del
calendario internacional, como pueden ser el Tour o la Vuelta.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro.
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