Hubo una época, hace como
cuatro o cinco temporadas, en la que me solía caer con cierta
frecuencia entrenando o compitiendo, algo que me llevó a tener
cierta fama de “patoso” y a que, cuando iba a tomar la salida en
una prueba o a ir por un sitio relativamente técnico entrenando,
Teo, Angel, mis padres, algún compañero o todos a la vez me
aconsejaran que fuera con cuidado y mil ojos. Recuerdo incluso de
que, en broma, siempre decíamos que contaba las competiciones que
llevaba en esa temporada por las caídas que había tenido. Tras
aquella época en la que “besaba” el suelo con cierta frecuencia,
apenas he tenido más golpes, alguno suelto por la zona de Valorio.
Sin embargo, hace poco más de un mes tuve una caída que se saldó
con unas heridas en la zona de las rodillas, y el martes tuve la
última, donde, si bien es cierto que el resultado en heridas ha sido
mínimo en comparación con otras caídas, esta vez me va a tocar
estar parado durante bastante tiempo. Una baldosa, un bordillo y el
hecho de caer de lado han tenido la culpa.
Una caída y un mal apoyo en
un bordillo fueron los únicos elementos necesarios para provocarme
una fractura de costilla ayer mientras rodaba. Tras haber completado
más o menos los primeros tres kilómetros de la sesión, y según
iba correteando por un tramo de acera, pisé una baldosa en mal
estado, lo que provocó que me fuera al suelo y, al caer, apoyara la
parte derecha del costado justo en el límite del bordillo. Me
levanté y sin daño aparente, seguí rodando. El hecho es que
durante unos cuantos minutos no noté ningún dolor extraño, pero
según pasaron los kilómetros, una molestia empezó a aparecer en el
costado. Enseguida, lo que en un principio era eso, una molestia,
empezó a progresar hacia el dolor, para llegar a la parte final del
entrenamiento con un dolor que ya podría catalogar de fuertecillo.
Al parar, disminuye un poquito, pero sigo notándolo de una manera
intensa y con una sensación extraña al respirar, algo que no me
había sucedido hasta entonces. Llegué a casa, y tras estar un rato
valorando, marchamos al médico para que me mirara la zona del dolor
y me confirmara si había o no algo afectado. Tras las pruebas
correspondientes, la doctora tiene malas noticias: fractura de
costilla. Me da varias pautas a seguir, entre ellas, no salir a
corretear hasta que esté soldado del todo, por lo que me tocará
estar en el dique seco durante un mes o mes y medio.
Casualidades que surgen de vez
en cuando, por estas fechas hace un año estaba empezando a entrenar
después de haber estado dos meses lesionado y ahora, estoy de nuevo
parado, sin poder ya no correr, sino que no puedo realizar ningún
tipo de actividad deportiva. Por ahora, tocará esperar a ver la
evolución que la costilla fracturada va teniendo, pero ésto irá
para largo. Como decía en el párrafo anterior, durante el próximo
mes o mes y medio me voy a tener que conformar con saber los
resultados de mis compañeros en los crosses que se vayan celebrando,
y a ver las fotos que manden compitiendo. La espera se va a hacer
bastante larga, pero, ante una rotura ósea y tan cerca del pulmón,
creo que la mejor opción es parar y cumplir con los plazos que vaya
marcando la doctora, hasta que el hueso quede lo suficientemente
soldado como para poder retomar la actividad física sin ningún tipo
de problema.
Debo reconocer que siempre me
cuesta parar ante una situación de este tipo. Cuando hacía el parón
entre temporada y temporada, aun haciendo actividad física
(bicicleta y natación), se me hacia largo, pero, cuando se trata de
tener que hacer un parón obligado porque algo en el cuerpo no
funciona bien, me fastidia muchísimo (como es habitual entre los
aficionados al deporte, claro está), primero, porque hay una zona
del cuerpo que no funciona como debería hacerlo, y porque está
produciendo molestias, y, por otro, porque, a diferencia de cuando
hacía el parón, no sé cuándo voy a poder volver a calzarme las
zapatillas y sumar kilómetros. En esta ocasión, se añade, además,
que no voy a poder hacer ningún tipo de actividad, por lo que a la
vuelta estaré muy, muy flojo. También debo reconocer que me
fastidia porque llevaba un tiempo entrenando a unos ritmos bastante
majetes, llegando incluso la semana pasada a hacer un rodaje a 4'05,
y con varios a ritmos de 4'17-4'20 min/km, algo que me estaba
motivando bastante, pues había estado durante gran parte del verano
teniendo que apretar bastante para poder llegar a esos 4'30 min/km,
que ha estado siendo el “ritmo objetivo” de estas sesiones de
carrera continua. Pero bueno, es lo que tiene estar lesionado, no
puedes hacer tu actividad deportiva favorita, y encima, como me
sucede en este caso, tampoco puedo hacer ninguna otra para, al menos,
intentar mantener un poco de forma y no tener que partir desde cero
cuando pueda volver a corretear. Ésto último me llevará a
reiniciar de una forma muy parecida a como lo hice hace un año, con
ese periodo que los ciclistas llaman “la base”, es decir, doce
semanas de carrera continua creando los cimientos para los siguientes
entrenamientos. Pero para esto, primero hay que recuperarse.
Con esto, me toca replantear
algunas cosillas que tenía en mente. En un principio, tenía
previsto participar en el Cross “Ciudad de Ávila”-Memorial José
Soriano, el próximo 14 de noviembre, pero, en estas circunstancias,
me da que no va a ser posible estar en tierras abulenses. Mi primera
participación en esta prueba de campo a través fue en 2014, y a
pesar de la nieve que tuvimos aquel año, me “enamoré” de esta
prueba. He seguido participando desde entonces, disfrutando mucho en
cada una de ellas. Además, esta competición me ha permitido el lujo
de poder compartir kilómetros y grupo con dos grandes corredoras
como son Jacqueline Martin y Gema Martin. Durante un tiempo, también
estuve pensando en inscribirme a la San Silvestre de Salamanca, una
de esas pruebas que siempre digo que voy a correr, pero donde, al
final, nunca estoy. Menos mal que no me apunté, viendo cómo estoy.
En definitiva, habrá que
recuperarse y aguantar lo mejor posible todos estos días sin poder
salir a corretear. Habrá que intentar mirarlo por el lado positivo,
aunque cueste, y pensar que, al menos, durante este tiempo, el cuerpo
podrá regenerar de todos los kilómetros hechos hasta ahora, aunque
una parte de mi cabeza siga dándole vueltas a todo, y deseando que
esto cure lo antes (y mejor) posible para ponerme a sumar kilómetros
lo antes posible, y poder volver a disfrutar de la orilla del Duero a
base de zancadas.
Nos vemos… haciendo deporte,
claro.
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