Han
pasado unos cuantos días desde la última vez que actualicé el
blog. A lo largo de este tiempo debo reconocer que no han pasado
cosas demasiado llamativas, pero el “mono” por escribir me puede.
Así, voy a ponerme manos a la obra con una entrada, pero sin un tema
demasiado concreto, dejando que sea la propia imaginación, o, mejor
dicho, la improvisación, quien se encargue de redactar las
siguientes líneas. No sé sobre qué voy a escribir, pero espero que
no os resulte demasiado aburrido. Vamos a ello.
Mi
lesión del tendón de Aquiles me sigue teniendo sin poder correr, lo
que está provocando que, tras 18 días sin haber hecho nada de
ejercicio físico, esté alternando sesiones de bicicleta con
sesiones de largos en la piscina. Voy rumbo a los dos meses en esta
situación (el último día que he salido a rodar a pie fue el pasado
día 5 de marzo), y aunque el pie ha mejorado una barbaridad y
aquella contractura que tuve desapareció a los pocos días de parar,
aun me tocará estar un tiempo más sin poder calzarme las zapatillas
y salir a hacer unos kilómetros a orillas del Duero. En parte, debo
reconocer que el principal culpable de esta lesión he sido yo.
Llevaba arrastrando unas molestias en el tendón desde el verano, las
cuales desaparecieron cuando me rompí las dos costillas y estuve
parado seis semanas. A la semana de empezar a correr, esas molestias
decidieron reaparecer. Unos días eran más fuertes y otros menos,
pero ahí estaban. Así, hasta que en un momento dado la zona se
inflama un poquito. Tras acudir al médico, toca, pocos días
después, parar por completo y recuperase. Como es de esperar, no me
hace mucha gracia tener que aparcar de nuevo las zapatillas, más si
tenemos en cuenta que llevaba solo tres meses entrenando desde la
última lesión que había tenido, pero debo reconocer que estaba un
poco cansado de entrenar todos los días con molestias en el tendón,
así que, en parte, intento refugiarme en eso para no estar demasiado
mosqueado. Pero, como decía, tampoco puedo quejarme, pues si hubiese
tomado las medidas correspondientes en su momento, lo más probable
es que ahora no estuviera sin correr. Pero bueno, ya sabemos que los
deportistas, en ocasiones, somos demasiado cabezones o, por lo menos,
no queremos ver muchas cosas que, ante los ojos del resto de
personas, son lógicas, lo que nos lleva a tener pensamientos como
los que tuve entrenando tantos días con estas molestias: “Bueno,
será algo pasajero, si no se quita esta semana, se quitará la que
viene”.
Como
decía, estoy aprovechando estos días para hacer largos en la
piscina y retomar la práctica de la bicicleta. Tras estar en 2017
sin prácticamente haberla tocado (creo recordar que tan solo salí
un día), este año no me ha tocado más remedio que quitarle el
polvo. Debo reconocer que, si bien es cierto que puede ser un
deporte, bajo mi punto de vista, bastante interesante como
entrenamiento cruzado para los corredores, para mi no tiene ese
“encanto” que tiene la carrera a pie. Me imagino que algo
semejante sucederá a los “ciclistas puros”. En mi caso, montar
en bicicleta no es que me decepcione, porque sí es verdad que me
gusta, pero debo reconocer que me gusta mucho más correr. No sabría
dar un motivo claro, pero es así. Quizá, una de las cosas que menos
me gustan del ciclismo es que es un deporte que requiere de mucho más
tiempo que correr para hacer un entrenamiento. Creo que eso es algo
que me declina más por las zapatillas que por los pedales. Siempre
suelo decir que no es lo mismo hacer tres cuartos de hora de carrera
continua que tres cuartos de hora de bicicleta, aunque sí debo ser
sincero que deberíamos comparar el esfuerzo de un atleta de élite
en una media maratón, que estará en torno a la 1h05', y un récord
de la hora en ciclismo, pues ahí posiblemente, el esfuerzo del
deportista sea muy parecido. Pero bueno, estamos hablando de gente
cuyo objetivo es salir a disfrutar del deporte. En lo que respecta a
la natación, debo reconocer que me lo paso bastante bien, pero creo
que, en este caso, el problema está claro: la monotonía de tener
que hacer largos. La verdad es que tener que estar “pa acá pa
allá” durante 25 ó 50 metros, cuando vienes de un deporte en el
que estás cambiando de paisaje continuamente, se hace muy monótono.
Peor, salvando eso, la verdad es que es un deporte que me gusta
bastante y que también veo como un buen complemento para la carrera
a pie, pues no deja de ser una manera de trabajar el tronco superior,
algo que normalmente no trabajamos.
Una
de las cosas que más me fastidia de estar lesionado, aparte de no
poder entrenar, es perderme la carrera que organiza la asociación
cultural Argusino Vive. Una prueba de 6 y 10 kilómetros por las
inmediaciones de la ermita de Argusino. La verdad, desde hace un
tiempo estoy intentando informarme acerca de la historia de este
pueblo de la comarca zamorana de Sayago, y me parece impresionante la
gran labor que los nacidos y descendientes de Argusino están
haciendo para que el pueblo no caiga en el olvido. Esta población,
en septiembre de 1967, fue inundada por las aguas de la presa de
Almendra. Desde entonces, y en contadas ocasiones, debido a bajadas
del agua de la presa, algunas partes del pueblo han salido a la luz.
50 años después, unos cuantos hijos y descendientes de esta
población decidieron hacer la asociación Argusino Vive, para
rememorar este 50 aniversario, y con ello, organizar una serie de
actividades, entre las que está la competición que este año
celebra su segunda edición. A ver si acabo de recuperarme de esta
lesión y en la próxima edición pueda estar en la ermita de
Argusino para hacer los 10 kilómetros. Otra de las pruebas que me
perderé será la de El Salvador, que me imagino será por las mismas
fechas que la mencionada prueba sayaguesa, pero debo reconocer que
este año hubiese preferido competir en Argusino.
Una
de las cosas que no me esperaba es la de llegar incluso a echar de
menos las series, y éso que hace año y medio de la ultima vez que
hice unas. Una de las cosas que se me ha metido en la cabeza es la
de, ya de cara a la próxima temporada (espero estar ya recuperado),
preparar algún 10.000 y, además, la media maratón de Zamora. No me
he parado aun a pensar el tema de volver a sacarme la licencia con el
Atletismo Zamora, equipo con el que sigo corriendo pruebas populares
(cuando no estoy lesionado). Éso tendré que ir viéndolo, pero esos
dos objetivos competitivos la verdad es que me llaman bastante la
atención.
En
definitiva, y a pesar de estar en mi estación favorita para correr,
me tocará tirar de paciencia hasta poder volver a calzarme las
zapatillas. Como decía, no es que la bicicleta y la natación me
decepcionen, pero correr para mi es mi deporte favorito. La verdad,
cuánto me acuerdo de una frase que surgió de una conversación en
la cual hablaba con una persona que en su día fue corredor y que
ahora, debido a problemas con las rodillas, salía con la bicicleta.
Me comentaba que le gustaba mucho el tema de dar pedales, pero que le
gustaba mucho más correr, añadiendo “Alejandro, si pudiera
correr, iba yo a estar dando pedales”. Algo semejante me sucede a
mi.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario