Lo
bueno que tiene esto de la escritura (lo he dicho en más de una
ocasión) es que, al menos en mi caso, permite expresar una serie de
ideas o sentimientos que de otra manera, estoy seguro, me sería
bastante complicado hacer. Y es que hoy, cuando llevo tres días sin
poder calzarme las zapatillas, no he podido por menos que sentarme
frente al ordenador y juntar una serie de párrafos con lo que va
ocurriendo cuando no puedo salir a rodar. O, mejor dicho, con lo que
me va viniendo a la cabeza. En resumidas cuentas, no dejan de ser
situaciones habituales cuando nos encontramos en una situación en la
cual no podemos llevar a cabo nuestra actividad física deportiva, en
mi caso la carrera a pie, y que, estoy seguro, ocurren a la gran
mayoría de personas en la misma situación. Comenzando por los
pensamientos típicos de abandonar la práctica deportiva, son unas
cuantas las situaciones que van ocurriendo y que hoy trataré de
plasmar en el blog, con el mero hecho, para qué negarlo, de
desahogarme un poco.
Como
de costumbre cuando estoy en esta situación, los pensamientos
negativos suelen hacer acto de presencia con demasiada frecuencia. El
más recurrente, especialmente después de esta serie de lesiones que
he tenido a lo largo del último año y medio, es el de abandonar por
completo la práctica deportiva, ya no del atletismo, que es mi
deporte favorito, sino a nivel general. Pero, como de costumbre, me
paro a pensar y me doy cuenta de lo mucho que he disfrutado en los
pocos meses que he podido estar rodando sin problemas, de lo que me
gusta calzarme las zapatillas y hacer unos kilómetros por Valorio, y
enseguida intento convencerme de que merece la pena esperar a estar
recuperado para volver a corretear por mis sitios habituales. También
se me viene en más de una ocasión la idea de cambiar de deporte y
centrarme en otros como el ciclismo o la natación, pues, después de
tantos problemas, puede que haya llegado a mi tope como atleta, algo
que incluso hay quien me lo ha dejado entrever en más de una
conversación cuando me he encontrado en este tipo de situaciones. Es
cierto que, tras tantos problemas, puede que de la impresión de que
mi cuerpo, para el atletismo, no de ya mucho más de sí y que sea el
momento de hacer un cambio en cuanto a que deporte hacer, pero, bajo
mi punto de vista, no estoy muy de acuerdo con esto. Si con 22 años
ya estoy “acabado”, ¿cómo estaré con 60 años? No creo, ni
mucho menos, que sea el momento ni de dejar de correr ni de tener que
cambiar de deporte, simplemente que me encuentro en un momento en el
que, por motivos varios, me encuentro con que el cuerpo no va
respondiendo como me esperaba. Pero para nada creo que “esté
acabado”. Y, siendo sincero, creo que, salvo el problema con el
tendón de Aquiles y la fractura de las costillas (esto último no
fue consecuencia de una mala organización de los kilómetros o de un
sobreentrenamiento, más bien que tropecé con unas baldosas mal
puestas y tuve la mala suerte de caer contra la esquina del
bordillo), el resto de lesiones que he tenido en los últimos meses
han sido unas contracturas, problemas que cualquier aficionado al
deporte, sea el que sea, sufre a lo largo de su carrera deportiva
infinidad de veces.
La
verdad es que, precisamente que sean unas sobrecargas, y no otra vez
problemas con el tendón de Aquiles o con alguna costilla rota, es
algo que me tranquiliza bastante. Es cierto que cuando dan guerra nos
obligan a parar una serie de días, está claro, no nos hace ninguna
gracia, pero no son lesiones que podamos catalogar de graves, sino
más bien e habituales en aquellas personas que, como decía,
practican deporte con cierta regularidad, aunque está claro que no
es algo habitual de los aficionados al ejercicio físico y
prácticamente en cualquier trabajo nos podemos encontrar con
problemas de este tipo. Lo que sí debería hacer es, quizá, pararme
a observar qué debo corregir para que estas sobrecargas se vayan
espaciando con el tiempo y pueda volver a disfrutar de cierta
continuidad entrenando. Soy reacio a los gimnasios, y la verdad, soy
el típico corredor que hace hace una serie de de la distancia que
sea cuando le hablan de hacer estiramientos. Cuando empecé a
practicar atletismo (a finales del verano hará diez años) no le di
importancia ni a una cosa ni a la otra, aunque creo que con doce años
la idea de trabajar la fuerza en un gimnasio no fuera lo más
apropiado. El hecho es que han ido pasando los años y la cosa ha
seguido igual, teniendo o no entrenador. Lo más que he hecho de
fuerza, aparte de un tiempo que sí me dio por hacer algo de gimnasio
(que me sirvió para confirmar lo poco que me gustan esos sitios),
han sido sesiones de cuestas, las cuales, como otros muchos
conocidos, las prefiero al hecho de tener que estar en un espacio
lleno de máquinas. Por otro lado, además, soy de los que les gusta
hacer kilómetros y, las cosas como son, si algo tengo claro es que
en este deporte lo que quiero es disfrutar con lo que hago, y que eso
mismo me sirva para llegar con una sonrisa y no “amargado” porque
no me lo he pasado bien practicando deporte, pues para no disfrutar
prefiero dedicarme a otra cosa (precisamente éso fue lo que me
llevó, hace ya unas temporadas, a dejar a mi entrenador “de toda
la vida” y a empezar a entrenar de manera autodidacta), y lo de
hacer kilómetros es algo que me encanta. Y la verdad es que en este
aspecto creo que tengo “fama” de ser mucho más “machaca” de
lo que realmente soy, porque, hablando con conocidos, hay quien ha
estado convencido durante cierto tiempo de que, por ejemplo, he
llegado a hacer semanas de más de 100 kilómetros, cuando ni en las
épocas de hacer rodajes más largos me he acercado a esa cifra, o
como cuando, en conversaciones también, surge el tema de los rodajes
largos y algún conocido no acabe de creerse de que esas sesiones no
suelen pasar de los 18 kilómetros, a excepción, eso sí, de cuando
he participado en alguna media maratón o durante unas semanas hace
dos o tres años, cuando hacía 19. Pero ni en esos momentos he
sobrepasado, ni tan siquiera acercado, a los 100 kilómetros.
Me
gustaría aprovechar un pequeño párrafo a los estiramientos, ya que
en el párrafo anterior los comentaba brevemente. La verdad es que
soy poco amigo de los estiramientos, y siempre digo que lo que estiro
es el tiempo para poder correr más, que es lo que me gusta. Y de
ahí, imagino, vendrán gran parte de las sobrecargas que he tenido,
aunque de ésta última en la espalda he tenido referencias desde una
mala postura corriendo, falta de estiramientos… Posiblemente si
hiciera mas estiramientos no tuviera tantos problemas, no lo sé,
pero sí es cierto que durante mi estancia en Soria y durante el
tiempo que estuve con la primera sobrecarga, aproveché para estirar
prácticamente todos los días durante unos veinte minutos, y, al
final, volví a acabar lesionado pocos días después de intentar
empezar por segunda vez. Sería casualidad y me tocaría volver a
estar lesionado, pero el hecho es que ahí está. Con esto no quiero
poner excusas, y claro está que no me gusta estirar, igual que
tampoco me gusta el gimnasio, pero bueno. Desde luego que estos
ejercicios son buenos no sé si para evitar problemas, pero sí para,
al menos, estar más relajados, igual que otras cosas. En definitivas
cuentas, y para cerrar este párrafo, que seguro que si hiciera los
estiramientos me iría mejor, no lo descarto, pero me da que en
cuanto pueda volver a correr (al paso que voy, me habré jubilado y
seguiré esperando) optaré por seguir estirando… el tiempo para
correr más.
Una
de las cosas que he aprendido con esto de las lesiones es a saber, o
al menos intentar, distinguir los consejos. Porque si una cosa está
clara es que, de golpe, aparecen un montón de personas, todas ellas
con muy buenas intenciones, dispuestos a aconsejarte, incluso aunque
nunca hayan practicado deporte. Todos, claro, convencido de que sus
consejos son plenamente válidos. Algunos incluso se atreven a
establecer un diagnóstico porque “según Google, esto es así, así
y así”. Al final lo más lógico suele ser acudir al médico, pues
no deja de ser una persona que se dedica a estudiar los problemas de
salud de las personas, ya él se encargará de establecer las pautas
a seguir. Y puestos a pedir consejos, conviene que sea de gente que
esté metida en el mundillo del deporte, pero no de hace uno o dos
años, sino que lleven unos cuantos años y sepan bien de lo que va
el tema, porque, al final, toda la información se contradice. Y, por
supuesto, de gente que entienda que los consejos son eso, consejos, y
según vas teniendo datos e información, en este caso acerca de los
entrenamientos, al final es el propio atleta el que, por decirlo de
alguna manera tiene “la última palabra” y hará lo que crea
conveniente en base a esos datos y a esa información que ha ido
cogiendo. Pero, como decía, no podemos dejarnos guiar por los
“licenciados en Medicina por la facultad de Google” ni tampoco
porque una persona se ponga a dar consejos a diestro y siniestro
sobre deporte cuando no es que no sea entrenador, es que no está ni
metido en el mundo del deporte.
A
fin de cuentas, espero que, dentro de no mucho tiempo, pueda volver a
calzarme las zapatillas y retomar mis seis días semanales de carrera
continua y, poco a poco, poder llegar a hacer el mismo voumen de
kilómetros que estaba haciendo hasta la semana pasada. ¿Que en vez
de ir a 4'20 voy a 5'10? Bueno, lo importante es que estoy rodando,
sea más rápido o más despacio, y ya habrá tiempo por delante para
ir más rápido. Como siempre digo, ahora mismo lo que más valoro es
poder rodar una hora a una media de 5'00 min/km que hacer un mil a
3'40. Como realmente disfruto es rodando, a ritmo cómodo pero
durante varios kilómetros, y eso espero hacer cuando pueda volver a
hacer carrera continua. No me planteo retos competitivos, aunque no
descarto que de aquí a varios meses no me de por preparar alguno,
pero primero hay que acabar de curarse, pues tengo claro que, cuando
me ponga a rodar, no es para tener que parar a los dos días, sino
para empezar y no tener que parar ya en mucho tiempo.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro. (O eso espero).
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