Mañana se celebrará en Valladolid una de las pruebas populares que más he disfrutado a lo largo de estas temporadas y donde, un año más, espero poder estar dando zancadas, aunque con bastantes diferencias respecto a otros años.
En esta prueba he participado cuatro años, de los cuales he ganado dos. El primer año, en el 2010, entrando mi compañero Steven en tercera posición y yo en un cuarto puesto que no me esperaba. El año siguiente, bajo un frío llamativo, conseguí colarme en el primer puesto de mi categoría, no sin pasar antes algún apuro. Ese fue el año que menos me gustó la prueba, supongo que esto está muy ligado al frío que hacía (si no recuerdo mal, ese año cuando llegamos a Valladolid había -10ºC). El año siguiente fue un año en el que me gustó bastante la carrera, no sé fue el año que más he disfrutado, pero si no lo es está muy cerca de serlo. Había estado lesionado por mi caída en la San Silvestre de Zamora, y creo que fue a partir de ahí cuando, poco a poco, comencé a recuperar mi nivel. En aquella edición me marché del grupo con otros dos corredores que arrancaron bastante más fuerte de lo que yo podía, así que me limité a ir lo más pegado a ellos, hasta que en una curva por el carril bici cuando ya estábamos los tres juntos, decidí dar un cambio de ritmo fuerte para intentar marcharme yo solo, algo que me salió bien y me permitió llegar a meta con una cierta ventaja. El año pasado ya corrí los casi 9,5 kilómetros que recorren los Absolutos, esta vez en la categoría Juvenil. Allí entré en segunda posición. En la carrera tuve un momento de sensaciones bastante malas, iba rodando muy incómodo y, para colmo, me quedé solo en el tercer kilómetro, llegando a tener incluso algún momento de duda sobre si seguir o no. Sin embargo, para este año iré no como hice en estas otras ocasiones. Mi idea es correrla pero para disfrutar. Intentaré salir algo adelante para evitar atascos y poder tirar a mi ritmo ya desde los primeros metros, pero tampoco quiero ir a machacarme simplemente por dos razones. Por un lado, ahora mismo, si bien es cierto que me veo para rodar a ritmos relativamente cercanos a los 3:30 no me veo, ni por asomo, hacerlo a los ritmos que estuve rodando la pasada temporada, cercanos en algunas ocasiones a los 3:15-3:20. Un kilómetro o dos sí que veo factible, si llevo unos cuantos kilómetros antes de calentamiento y no me toca para en seco, hacer un tiempo similar a ese, pero solo dos kilómetros. Por otro lado, tampoco tengo ya muchas ganas de darme palizas monumentales para llevarme una victoria. En su día, como sabéis, sí que solía ir a disputar las pruebas en las que participaba, pero acabé bastante saturado de todas esas historias, y ahora únicamente me conformo con poder hacer las pocas carreras a mi paso, unas veces más rápido y otras más despacio, pero ya no para acumular fatiga, porque sé muy bien cuáles son las consecuencias.
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| Bicizamora Team. |
Respecto a la preparación, la verdad es que ha sido lo de siempre, acumular kilómetros de carrera continua, unos días más rápidos y otros días más despacio. No la he preparado tanto como hice el Cross de Ávila, pero aún así me apetece hacerla para ver si esta preparación trotona me sigue valiendo para algo. En Ávila me valió para ver que aún era capaz de ir rodando a 3:35, aunque soy consciente de que la pérdida de esa forma física que me dieron la series se irá notando cada vez más con el paso de los días y los meses, y estoy completamente seguro de que cara a la temporada que viene lo notaré una barbaridad. Pero tengo claro que empezar a entrenar de nuevo para carreras federadas o simplemente para encontrarme entre los primeros puestos de las carreras populares no me llama mucho la atención porque me conozco y sé que si vuelvo acabaré otra vez hecho polvo, igual que acabé este año cuando decidí dejar de hacer esos entrenamientos específicos. Pero lo que tengo claro es que sí que recomiendo esto a todos aquellos que queráis competir para estar entre los primeros puestos de las carreras, pero siempre sabiendo cuáles son los límites.
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