En muchas ocasiones me pregunto que de forma exacta hacia dónde estamos llendo. No me explico muchas de las situaciones que el deporte actual está viviendo o que ha tenido que vivir durante los últimos años. Situaciones que no acaban de gustarme por el futuro de este bonito deporte. Una vez más, me estoy refiriendo a temas de dopaje.
Esa famosa palabrita, y todo lo que conlleva, nos está jugando muy malas pasadas, las cuales todos conocemos, y yo ya he expresado en varias ocasiones. Mala imagen ante los aficionados, menos niños practicando atletismo o ciclismo, malas noticias a través de los medios de comunicación, que ya de por si tienden a colaborar poco con este tipo de deportes, a excepción de que sean medios especializados, como hay muchas revistas.
Me gustaría volver a criticar duramente al doping. En el deporte (en mi caso, cuando hablo de deporte, me refiero al ciclismo y al atletismo, que son los que practico con más asiduidad) hay muchos atletas y ciclistas que están entrenando día sí y dia también, muchos de ellos buscando un hueco en el profesionalismo o, por lo menos, intentando rendir al máximo nivel que cada uno puede. Y no solo para competir, hay muchos populares o cicloturistas que buscan hacer sus pruebas anuales, con unos objetivos no competitivos, pero sí determinados, como por ejemplo mejorar el tiempo de otra edición o, por lo menos, llegar en el mismo tiempo pero más frescos. Tanto unos como otros necesitan muchas, pero muchas horas de entrenamiento, porque aquí todos lo sabemos, no hay truco, el que entrena anda y el que no, pues se queda. Bueno, en realidad, eso de que no hay truco puede resultar muy relativo. Porque resulta que hay mucha gente que opta por ir a métodos no legales para poder rendir por encima de otros, por obtener mejores resultados. Puede que sí entrenen, pues está claro que uno puede tomarse toda clase de sustancias prohibidas, que sino entrena tampoco va a andar, pero, entrenando, es mucho más fácil tomarse algo ilegal, recuperarse antes de los esfuerzos y, por lo tanto, acabar llendo no sé si mucho más rápido pero sí muhco más fácil que el que va al lado, que, si bien ha estado entrenando como es debido, no se ha tomado nada y que, por cierto, a la larga saldrá ganando, aunque al que se ha tomado la sustancia prohibida muchas veces no le parezca eso. Y es que está claro que como te pillen dopándote, para ti tienes.
En mi caso personal, como atleta de competición y aficionado al ciclismo, soy de los que intento entrenar seis días semanales para conseguir cumplir mis objetivos, que suelen ser atléticos, por norma general. Series, cuestas, rodajes... todo lo que tiene una planificación intento llevarlo a la práctica. Si consigo ganar una carrera, es porque los entrenamientos me han servido para algo, si llego más atrás es porque estaba flojo, los entrenos no han servido para lo que yo creía, no tuve buen día... hay muchas razones, pero estoy convencido de que entre ellas nunca podré poner la de que se día no me dopé, sencillamente porque no creo en el dopaje. Es verdad que en un espacio corto de tiempo puede que me sirva para ganar mucho. ¿Y qué? ¿Para perder todo dentro de unos años, como le ha pasado a muchos deportistas? Gente como Lance Armstrong, por ejemplo, se doparon en su día para lograr ganar, en el caso del americano, el Tour de Francia siete veces consecutivas. ¿Y qué? ¿De qué le ha servido ganar tanto, si a la larga lo ha perdido todo? ¿Para qué queremos prestigio a corto plazo si luego nuestro mito se viene abajo por una investigación que nos ha delatado? ¿Cuestión de marketing? Supongo que en el caso de varios deportistas de élite, el prestigio y el marketing van unidos, pero claro, cuando sucede un caso como el que comentaba de Lance, un ciclista con tanta repercusión, ciclista y triatleta (porque antes de llegar al profesionalismo practicó el triatlón) de a nivel profesional, con unos cuantos patrocinadores y toda una asociación contra el cáncer detrás, y resulta que da positivo, todo eso pasa de ser una buenísima oportunidad de vender el producto a estar mal visto. Y todo, por el dichoso dopaje. Yo no tengo nada en que las marcas se aprovechen del éxito que un deportista de élite pueda tener para vender su producto, generalmente patrocinando (en el caso del atletismo podemos ver cómo muchas marcas como Nike o Adidas tienen un montón de atletas de primer nivel patrocinados, o en el caso del ciclismo, cómo, por ejemplo, las marcas de bicicletas o de ropa se aprovechan para estar en uno u otro equipo, también de patrocinadores, o en eventos deportivos como cicloturistas o carreras populares, y es que sin ellos realmente el deporte como lo entendemos ahora sería inviable); yo estoy en contra del deportista que, a sabiendas del riesgo que tiene, se dopa, para lograr resultados. Aunque, siendo sinceros, esto me lleva a recapacitar y me aparecen más dudas.
Estoy culpando al deportista, que en muchas ocasiones es quien tiene la culpa de doparse, ¿pero la tiene él siempre? Recapaticando bien, quizá no. Puede que no nos hayamos sentado a pensar en una cosa. ¿Quién es el que exige en muchas ocasiones, el director para seguir teniendo patrocinadores (por lo tanto, los patrocinadores), o el propio deportista? Ojo, no culpo al director, al fin y al cabo él hace su trabajo, que es el de exigir al deportista para que el nombre del equipo se vea, y poder seguir con patrocinadores. Pero, cuando hablamos de deporte a nivel profesional, las exigencias son máximas, y no todos están preparados para aguantar esa presión. Quizá físicamente sí, pero mentalmente no, y al revés, y esto puede ser que nos lleve, muchas veces de forma inconsciente, al dichoso dopaje.
Por lo que comentaba anteriormente, creo que deberíamos quizá un poco separar si el dopaje ha sido por intención propia del deportista, o del equipo, y sancionar realmente a quien corresponda. La verdad, me doy cuenta de que yo no soy partidario de sancionar al deportista cuando ha sido el equipo (o patrocinador) el que le ha presionado demasiado para su nivel, ya no hablo a nivel de profesionales, sino a niveles algo más bajos, pero hablando de competición. Si el deportista se ha dopado por propia intención, creo que habría que sancionarlo duramente, pero si es por el equipo, creo que a quien habría que sancionar sería al equipo, algo complejo, por cierto, porque lo que no se va a hacer es dejar a todos sus deportistas sin competir.
Esto, como siempre, acaba afectando a quien no tiene culpa y, de rebote, a la base de nuestros deportes. ¿A qué aspiramos? ¿A que nuestros chavales acaben dopándose? A mi esto la verdad es que cada vez me crea más dudas sobre el futuro. Los pequeños no deben tomar de ejemplo a los deportistas que han estado vinculados con doping, sino a los que día a día entrenan para lograr unos objetivos. Hay que crear a unos deportistas que crean en el trabajo diario y constante, no hay más, pero aquí y en todos los lados, sin trabajo y sacrificio no se llega a ningún lado. A ver si conseguimos erradicar el dopaje. ¿Imposible? Pues puede ser, pero, ¿quién dijo que no se puede, por lo menos, soñar por lo imposible?
Nos vemos... haciendo deporte, claro.
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