Se
acabó el mes de agosto. Entramos de lleno en septiembre, un mes
marcado por el inicio del periodo escolar, de la vuelta de las
vacaciones para mucha gente, y también por el inicio de una nueva
temporada. Aunque oficialmente no lo es hasta noviembre, el hecho es
que una inmensa mayoría de los corredores dan ahora por iniciada la
época de entrenamientos para, poco a poco, ir preparando los
primeros objetivos de la temporada. No conviene ir deprisa, y aunque
las primeras competiciones más series puedan estar, por ejemplo, en
la época del campo a través, hay que hacer una buena base para,
posteriormente, introducir los entrenamientos de calidad y poder
llegar en buenas condiciones a este tipo de pruebas. Precisamente, de
todo esto voy a intentar escribir en esta ocasión.
Han
pasado unos cuantos días desde la última entrada que publiqué en
el blog. A lo largo de este tiempo, y a nivel deportivo, han ido
surgiendo diferentes aspectos. En un principio, tenía en mente dar
por comenzada la temporada 2017-2018 en el pasado mes de agosto, con
ese periodo que los ciclistas denominan “hacer la base”, pero
debo reconocer que, finalmente, fue un proyecto que decidí
modificar. La verdad es que me apetecía volver un poco “a la
antigua usanza” e iniciar la nueva temporada en el mes de
septiembre, ya con un plan de entrenamiento establecido, y con la
cabeza puesta en volver a competir. Me pareció una idea bastante
interesante, así que decidí ir a por ella. Por lo tanto, el mes de
agosto lo he superado, en cierta medida, improvisando bastantes
entrenamientos, forzando cuando he creído oportuno, y rodando más
tranquilo cuando el cuerpo me lo ha pedido. No he tenido un plan
demasiado definido, algo que no es demasiado habitual.
Sin
embargo, sí que he seguido dándole vueltas, mientras iba sumando
kilómetros, a cómo plantear a partir de septiembre los primeros
compases de esta nueva temporada. He querido organizar lo mejor
posible el comienzo de esta nueva andadura, intentando cometer el
menor número posible de errores. Se me ocurrían diversas fórmulas
para ir organizando “la base”. De todas ellas, me quedaré con
una que creo puede beneficiarme bastante. Se trata de hacer las doce
semanas de carrera continua, pero sin dedicarme en exclusiva a rodar,
sino incluyendo, al final de algunas de las sesiones de carrera
continua, unos cuantos minutos a un ritmo más elevado. Por un lado,
creo que puede venirme bien para evitar estar siempre manejándome a
unos mismos ritmos y, por otro, me resulta positivo porque, a la hora
de retomar las series, cuento con la ventaja de haber hecho unos
entrenamientos previos a ciertas intensidades, que si bien puede que
no sean a tanta intensidad como en una serie o competición, sí que
son tramos donde podríamos decir que estoy trabajando la calidad. La
idea es alternar un día donde me dedique tan solo a rodar, con otro
donde haga una parte de la sesión a mi ritmo habitual, mientras que
la última parte la haga más fuerte. Una vez que haya completado
estas doce semanas, mi siguiente objetivo será comenzar con las
sesiones de series. La verdad, me apetece bastante volver a competir,
pero quiero hacer las cosas bien, más que nada para evitar posibles
lesiones. Quiero organizar todo lo mejor posible. Evidentemente,
queda aun bastante tiempo para todo ello, pero creo que no está mal
tener una pequeña idea de cómo quiero estructurar las semanas. No
estaría mal estructurar todo para hacer tres días de calidad
alternados con tres de carrera continua y uno de descanso. Y,
siguiendo con la norma que tantas veces he leído, hacer tres semanas
de más “caña” y una de recuperación, con el objetivo de
asimilar todo el trabajo hecho en las tres semanas anteriores.
Sobre
objetivos competitivos próximos, la verdad es que, por ahora, no
tengo ninguno a la vista. Hoy se celebra la carrera de El Encinar
(Salamanca), la última prueba que corrí la pasada temporada antes
de lesionarme. No fue una de las carreras que más me gustara, no
acabé demasiado contento en la pasada edición, lo que, en gran
medida, ha provocado que en esta ocasión no me haya animado a tomar
la salida. Recuerdo que lo pasé fatal con el calor, y a pesar de que
la distancia me venía bastante bien, el circuito no me gustó en
exceso, y la organización creo que pudo ser mejorable en ciertos
aspectos. Tenía previsto haber participado en la carrera de La Zarza
de Pumareda que lleva el nombre de Vicente Martín, pero me resultó
imposible poder tomar allí la salida. Es una de mis pruebas
favoritos y me fastidió bastante no poder hacerla, pero no me quedó
otra opción. Luego, el día 16 se celebrará una competición en
Villarrín de Campos sobre 10.000 metros, una prueba que ya corrí
hace un par de años y que no me decepcionó. Aun no sé si
finalmente participaré o no en esta prueba, pero es una que no
descarto. Y poco más puedo contar. No he mirado tampoco mucho más
porque, entre otras cosas, tampoco he tenido demasiado tiempo como
para estar haciéndolo, así que tampoco tengo mucho más mirado.
Cambiando
un poco de tema, me paso al ciclismo. Estamos en plena disputa de la
Vuelta a España. Debo reconocer que no estoy siguiendo en exceso
esta edición de la ronda española, pero me gustaría hacer algún
comentario o, mejor dicho, escribir sobre algún nombre. El británico
nacido en África Chris Froome está demostrando que quiere suplir
cuanto antes su espinita con la Vuelta. Ha sido capaz de ganar el
Tour de Francia, pero la ronda española se le atraganta, y siempre
que ha venido a disputarla se ha encontrado con algún rival que le
ha arrebatado su objetivo de subir a lo más alto del podio con el
maillot rojo que identifica al líder. Creo que este año está muy,
muy bien de forma y está ante una gran oportunidad de lograr esa
ansiada victoria en la Vuelta a España. Está claro que no es tarea
fácil, éso ya lo sabemos, y que siempre puede tener infortunios
como el de ayer, con un par de caídas, pero creo que va por el buen
camino para lograr ese tan ansiado triunfo. Me gustaría escribir
sobre Alberto Contador. Reconozco que, cuando comenzó la Vuelta, una
prueba donde el de Pinto ya sabe lo que siente al ganarla, no tenía
nada claro que fuera a estar combativo. Lo pudimos ver en la primera
etapa de montaña, una versión que no tenía nada que ver con el
Alberto combativo de otras ocasiones. Sin embargo, hemos visto cómo
ha ido mejorando con el paso de los días, volviendo a su forma
habitual de competir, mostrándose combativo, con ese movimiento tan
peculiar cuando la carretera se levanta y toca ponerse de pie sobre
los pedales, a altas revoluciones. En su última competición como
ciclista profesional, Alberto está tirando los comentarios que
muchos hicimos en el pasado Tour, diciendo que debería haber cerrado
su etapa como profesional la pasada temporada. Aunque no sea el mismo
de hace unos años, aun mantiene viva esas ganas de ganar y nos
demuestra que, cuando las cosas le van bien, puede seguir siendo un
luchador. Y para acabar, toca hablar de mi paisano Jaime Rosón. El
zamorano, tras buenos puestos en carreras previas, se presentaba en
la salida de la Vuelta con ganas de güera y seguir demostrando su
calidad. Hace pocos días se colaba tercero en una de las etapas,
justo por detrás de un grande de este deporte como es José Joaquín
Rojas. Jaime dispone aun de unos cuantos días para seguir en busca
de esa ansiada victoria de etapa, y estoy seguro de que seguirá
peleando para poder lograrla. Desde luego, sus paisanos zamoranos le
animaremos.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro.
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