Tras el día de descanso de ayer, tenía la cosa un poco en duda sobre si rodar hoy definitivamente o esperar hasta el lunes. Finalmente, me animé a pedalear un rato en compañía del grupo de bici de carretera de mi padre.
Arrancamos de Zamora seis ciclistas en dirección a Moraleja del Vino para coger allí a los otros dos integrantes de la
grupeta. Una vez que ya estábamos todos, y tras debatir por dónde trazar la ruta, nos fuimos en dirección a Venialbo para coger desde allí a Peñausende pasando por El Cubo y volver hacia Zamora por Cabañas de Sayago y Morales del Vino. La ruta estuvo bien, pero no tanto los piques que había, en las subidas había que dar mucho pedal para poder seguir a todo el grupo, igual que bajando desde Peñausende, donde, durante un tiempo, fuimos rodando a más de 50 km/h. Menos mal que fue poco rato... Yo al principio entraba a los piques, pero llegó un momento en el que desistí y dejaba ir al grupo, quedándome atrás, solo si no se quedaba nadie o acompañado cuando había algún rezagado más. El último pique en el que entré fue en el de Pañausende, y solo iba pensando en que se quedara alguien para que frenaran y esperarle. Hubo un rezagado antes que yo, pero llega a ser 200 metros más adelante y nos quedamos los dos a la vez... yo ya iba hecho polvo. Total, que he acabado con algo más de 95,5 kilómetros en 3h30'17, a una media de 27,27 km/h y 138 pulsaciones medias.
La verdad, siempre que salgo con la bici de carretera suelo llegar a casa a duras penas; sin embargo, hoy, aunque mal, he logrado llegar a Zamora bastante más entero que en otras ocasiones. Las piernas fueron relativamente bien, aunque los latigazos en algunas cuestas y durante el tramo que pica para abajo de Peñausende en dirección a Zamora provocaron que los últimos kilómetros sí se me hicieron algo largos. Aún así, he acabado bastante contento con las piernas, pero en más de una ocasión tengo la sensación de que mi corazón y mis piernas encima de la bici no van sincronizados, mientras que el corazón va bien, las piernas me dicen que no dan para más. En fin...
Respecto a la lesión, he acabado especialmente contento, porque ahora mismo la noto recuperada. Mañana probaré a rodar a ver qué tal está. No pierdo la esperanza y espero poder volver a acumular unos cuantos kilómetros por la orilla del Duero y Valorio. Solo busco poder volver a correr, creo que tampoco es tanto. Si mañana no me molestara nada y veo que ya puedo seguir encadenando zancadas sin problema, empezaré a hacer de nuevo la base, cuatro semanas solo de rodaje. Pero, primero, tengo que ver que puedo correr.
Realmente, ya voy teniendo ganas de correr y poder volver a competir decentemente en las populares. Pero los fondistas sabemos de la importancia que tiene la paciencia en deportes como el nuestro, donde tenemos que ir trabajando poco a poco para lograr algo grande, más si, como es mi caso, hemos estado lesionados. Ahora me centraré, si es que puedo seguir corriendo, en recuperar mi forma física, algo que sé que me va a costar, y una vez que lo haya logrado, ya será momento de ponerse ciertos objetivos competitivos y cronométricos, pero antes necesito forjar las bases para esta temporada, la primera alejado del deporte federado, la primera como popular y la primera como Correcaminos.
Y, si todo sale bien, espero veros en la legua de Valladolid..
Nos vemos... haciendo deporte, claro.
1 comentario:
Ya veras Alejandro que esta es tu vuelta definitiva.Animo mañana.
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