Ponerte a escribir cuando
careces de ideas para ello es algo realmente complicado, la verdad.
El simple hecho de encontrarme así la verdad es que no me gusta
nada, pero qué le voy a hacer, uno no siempre encuentra algo
interesante para comentar, o alguna forma para poder desarrollarlo.
No sé si es o no algo normal, pero supongo tendré que convivir con
ello. Hoy, pese a todo, me animo a escribir en el blog por el simple
hecho de hacerlo. Como bien sabéis los lectores habituales del blog,
escribir es, junto a la lectura y el deporte, una de mis aficiones
favoritas. ¿Saldrá algo interesante en esta ocasión?
Nos encontramos inmersos en el
mes de junio. Muchos de vosotros os encontraréis ya metidos en las
competiciones de pista. Parece mentira que en un espacio
relativamente tan pequeño se puedan hacer tantas pruebas atléticas
y tan diferentes, como puede ser correr un 10.000 (qué cosa más
larga, 25 vueltas a un óvalo de 400 metros) y realizar salto de
altura, por poner un par de ejemplos de deportes completamente
diferentes dentro de una misma denominación, atletismo. Porque, no
nos olvidemos, el la palabra atletismo no solo engloba al hecho de
correr, sino que implica otro montón de deportes, como son el
mencionado salto de altura, el de longitud, los obstáculos, el disco
o el peso. La verdad, posiblemente éste sea el deporte más antiguo
y también el más natural de todos, al ser cosas que la especia
humana ha realizado prácticamente durante toda su existencia.
Tendemos en demasiadas ocasiones a generalizar y hablar de atletas
solo cuando nos referimos a corredores, quizá porque, de todas las
modalidades, en nuestro país es, para mi gusto, a la que más boom
se le da, pero no nos debemos olvidar que, cuando utilizamos ese
término, realmente deberíamos designar a la persona que hace
atletismo, no a quien realiza una de las muchas modalidades que
ofrece el mencionado deporte.
Pero, dejando aparte los temas
lingüísticos, vayamos a por la parte deportiva y, en concreto, a
las posibilidades que este óvalo de 400 metros nos puede ofrecer en
lo que a correr se refiere. Reconozco que nunca he sido muy amigo de
la pista para competir. No he sido muy amigo porque me resulta
bastante aburrida para competir, aunque “simplemente” sea para
correr un 1500, y digo simplemente porque el número de vueltas no es
nada excesivo si lo comparamos con un 5000 o un 10.000. Cuando me
toca calzarme las zapatillas y colgarme de la camiseta un dorsal, la
verdad es que llevo fatal tener que dar varias vueltas a un circuito,
y cuanto más corto sea, menos me atrae, y cuando toca correr en
pista, otra cosa no habrá, pero vueltas, unas cuantas. Pero, las
cosas como son, casi podríamos decir que este óvalo de 400 metros
(por cierto, siempre me ha llamado la atención para medir este tipo
de circuitos) es la base para cualquier corredor de fondo, igual que
sucede con el cross en los meses de invierno. Me parece que la pista
es, como dice mi amigo Alex, el único lugar donde podemos ver
realmente cuál es nuestro estado de forma, porque nos permite saber
con una exactitud impresionante la distancia que hemos recorrido y
tener una marca de lo más fiable al haber competido en un circuito
del cual sabemos que nos podemos fiar. Pero no es solo eso. Soy de
los que piensan que ésto es como construir una casa, no podemos
empezar por el tejado. Dentro del mundillo del atletismo, no
deberíamos crear fondistas antes de tiempo, sino que, aunque
nuestros pupilos tengan claras facultades para competir en pruebas de
larga distancia, deberíamos comenzar su formación por pruebas de
medio fondo. Dicho de otra forma, para formar a un gran corredor de
maratón, deberíamos crear previamente a un gran medio fondista.
¿Por qué creo ésto? Las pruebas de larga distancia requieren
entrenamientos más o menos largos, lo que a edades tempranas nos va
restar una cualidad física como es la resistencia, algo que vamos a
ir ganando con los años, en decrimento del trabajo rápido, una
cualidad física con la que sucede todo lo contrario respecto a la
resistencia, pues la velocidad se va perdiendo con los años. Pero,
como todo, si estamos durante varios años, y más de jóvenes,
cuando nuestro organismo es como una esponja, trabajando esa facultad
física, creo que lograremos tener una formación más progresiva y
bastante más lógica que la de ir directamente a trabajar el fondo.
El 1500 es, para mi gusto, la prueba idónea para aquellos corredores
que presentan cualidades para correr grandes distancias. A simple
vista parece una fácil de recorrer, pero, bajo mi punto de vista,
también engaña, y puede hacerse muchísimo más dura de lo que
desde fuera puede parecer. Correr un 1500 nos va a suponer estar
corriendo muy rápido durante cuatro minutos y medio, cuatro minutos
o incluso por debajo de esas marcas en muchos casos, algo que no nos
va a castigar demasiado muscularmente, y que, a diferencia de pruebas
como una media maratón o una maratón, podremos repetir pocos días
después si no hemos logrado nuestros objetivos cronométricos, por
ejemplo. Competiciones de este tipo, combinadas con otras pruebas
típicas de la pista como el 3000 o incluso el 5000, nos pueden
permitir desarrollarnos físicamente como corredores muy rápidos y,
con el paso de los años, grandes fondistas. En resumidas cuentas, la
pista debería ser la escuela de cualquier maratoniano.
Cambio un tanto el tema del
artículo. Van pasando los días y los meses, y nos encontramos a
finales de la temporada 2015-2016. A inicios de dicha temporada me
plantee volver a competir, de hecho, estuve durante unas cuantas
semanas organizando de una forma bastante estructurada, pero con el
paso del tiempo, he ido espaciando cada vez más los días de series,
hasta encontrarme como me encuentro ahora, con la última sesión de
calidad realizada hace tres meses, en un día en el que recuerdo
perfectamente que hice un sábado 4x2000 a unos ritmos que en ese
momento consideré mediocres, aunque, pensando con lógica, fueron
bastante buenos si consideramos que no he sido nada regular en estos
entrenamientos de calidad. Durante estos tres meses he estado
valorando si realmente podría valer la pena el hecho de ponerme de
nuevo a hacer entrenamientos serios, ya evidentemente de cara a la
próxima temporada. He tenido bastante tiempo para valorar (tres
meses dan para mucho pensar) y tras que si sí que si no, me decanto
por el no. Me doy cuenta de que siempre que me pongo con las series
acabo más pendiente de hacer caso al cronómetro y al pulsómetro
que a mis sensaciones, lo que al final acaba cansándome, y, además,
ése sufrimiento que acabas teniendo con ellas (está claro que no es
lo mismo ir rodando a 150 pulsaciones que hacer miles a 185) no me
acaba de gustar. Aunque parezca mentira, hubo una época en la que
ciertos entrenamientos de series me agradaban y cumplía con ellos
sin que eso fuese un gran sacrificio y sin que me agobiara la simple
idea de sufrir más que en los rodajes. Digo eso de que con ciertos
entrenamientos, porque las series cortas no me gustan ni ahora ni
cuando entrenaba con Teo, y ésas sí que me suponían cierto
esfuerzo, pero cuando se trataba de hacer, por ejemplo, una sesión
de 5x1000 recuperando tres minutos, ese “bloqueo”, por llamarlo
de alguna manera, no era tan exagerado, y hasta disfrutaba haciendo
este tipo de entrenamientos. Sin embargo, ahora mismo no me llaman ni
las unas ni las otras, y me da igual que se trate de hacer miles o
series de 200, ese “bloqueo” se ha trasladado a las series de las
distancias que sean, y cada vez me cuesta más trabajo llevarlas a
cabo. Por esto, he decidido que seguiré cumpliendo con
entrenamientos de carrera continua, con el único objetivo de
disfrutar haciendo lo que ahora me supone la parte más agradable de
esto de correr, hacer carrera continua.
¿Estoy haciendo lo correcto?
Pues lo más probable es que no. Lo suyo sería que, con mi edad,
estuviera corriendo en las pruebas que comentaba antes (15000, 3000 y
5000), alternándolas con el cross en la temporada invernal, más o
menos porque suele ser lo habitual, llevar una escala lógica y
demás. Sin embargo, he llegado a un punto en el que mis preferencias
deportivas se van más hacia entrenar buscando disfrutar y colgarme
un dorsal de vez en cuando (mejor dicho, muy de vez en cuando), ya
casi más para poder decir que he ido a una carrera que para salir a
disputar. Es verdad que estoy dejando pasar mis mejores años como
deportista, pero, disfrutando, tampoco creo que sea algo que deba
preocuparme en exceso. Y, por ahora, será lo que siga haciendo. No
me he puesto objetivos a corto, medio o largo plazo, igual que
tampoco he organizado entrenamientos con series. Lo que sí he
decidido hacer es introducir algún que otro cambio a la hora de
ponerme a rodar. Sigo con mis manías, y he elaborado una pequeña
tabla de entrenamiento con rodajes, esta vez guiados de nuevo por
tiempo tras bastantes semanas entrenando por distancia. Además, he
optado por dejar de entrenar con el pulsómetro. Por ahora, seguiré
entrenando así durante un tiempo indefinido. ¿Volver a entrenar
para competir? Ahora lo veo muy, muy alejado, aunque no es una opción
que creo deba descartar.
Nos vemos… haciendo deporte,
claro.
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