martes, 22 de noviembre de 2016

Vuelta a la escritura

"Antes se decía que correr era de cobardes; yo creo que ahora cobarde es el que no corre, porque se necesita valor para salir a correr". (Chema Martínez).

Han pasado varios días desde la última entrada que publiqué, que si no me equivoco, data del día seis de noviembre. En este espacio de tiempo, han sucedido unas cuantas cosillas dentro del mundo deportivo. Por un lado, hemos visto cómo la temporada de campo a través ha dado su inicio con Atapuerca, Soria o la Espada Toledana. Pero ésto no ha sido lo único atlético que hemos vivido en estas dos semanas, y es que nos hemos encontrado con dos pruebas de asfalto de bastante renombre, como son la Behobia-San Sebastián y la maratón de Valencia, donde, paralelamente a la prueba de 42 kilómetros, se hizo otra de diez kilómetros. En el plano más personal, después de estar dos meses menos una semana sin poder entrenar, hace ya una semana que me calcé las zapatillas y me puse de nuevo a entrenar. Nuevos proyectos, nuevas preparaciones y un denominador común: ganas de poder volver a entrenar y a competir.

Con noviembre, han llegado unas cuantas citas atléticas de lo más interesantes, todas ellas con un nivel considerable. Atapuerca abrió hace una semana la temporada invernal. Como es habitual, el dominio africano fue claro, y los atletas del continente que seguramente más corredores de alto nivel ha estado sacando en los últimos años. Lo mismo sucedió en el cross de Soria, con un claro denominador de estos corredores, mientras que la Espada Toledana tuvo como atletas victoriosos a Toni Abadía y a Alessandra Aguilar, quienes a priori eran los atletas que más posibilidades tenían de alzarse con la victoria, cumpliendo así con los pronósticos establecidos.

De todos estos tres crosses, tan solo he competido en Atapuerca. Allí estuvimos durante seis años consecutivos, de los cuales, tan solo cuatro fui con la intención de competir “en serio”, ya que las dos últimas participaciones me pillaron ya como “jubilado” y no me las tomé tan en serio como en las ediciones anteriores. Pero, casualidades de la vida, el año donde más contento he acabado fue el primero de esos dos años, en 2013, donde, a pesar de que llegué no bastante lejos, sino lejísimos de los atletas de cabeza (si no recuerdo mal, fui el 105), fue el año donde mejores sensaciones tuve, sin duda alguna. Fueron cinco kilómetros que completé en un tiempo de 17'27, escuchando las sensaciones que me iba transmitiendo mi cuerpo. Aquello lo recuerdo como mi mejor recuerdo en este cross burgalés, a pesar de haber logrado un par de años entrar entre los veinte primeros (en 2010 fui décimo segundo y en 2011 décimo cuarto, ambos en la categoría Cadete), y el primer año de Juvenil haber entrado en el puesto vigésimo segundo. Como ya he comentado alguna vez, siempre me ha pasado lo mismo en Atapuerca, y es que me notaba atrancado, como si aun no hubiera alcanzado ese pico de forma que luego, unas semanas después, sí que notaba que había llegado. Quizá, por la forma de entrenar que teníamos por entonces, la idea era ir mejor en los crosses de diciembre, éso es algo que desconozco, pero de lo que estoy bastante seguro es que en Atapuerca siempre tenía la sensación de que lo podía haber hecho algo mejor. En 2013 fue todo completamente diferente, y la verdad, me sorprendió verme bastante más suelto que otros años a ritmos de 3'30-3'35. Pero bueno, supongo que todos tenemos derecho a que de vez en cuando se nos junten los astros, incluso en pruebas en las que nunca nos hemos notado especialmente bien.

Esto del campo a través no ha hecho más que empezar, y aun faltan varios importantes, como Cantimpalos, Aranda, Venta de Baños o Itálica. Los tres primeros también los corrí, y salvo en Cantimpalos, en los otros dos he repetido participación, corriendo tres veces en Aranda y dos en Venta de Baños. Del que mejor recuerdo guardo creo que es de Cantimpalos. El año que corrí, llegué en un estado de forma creo que bastante interesante, aunque, las cosas como son, pudo haber salido una mejor carrera de no haberme quedado en la salida cerrando el grupo, una experiencia que, por otro lado, no estuvo del todo mal, y es que es toda una experiencia ir el último, mirar el GPS y ver ritmos de 3'15. Aquel año, aunque con sol y frío, hubo una temperatura bastante más agradable de la esperada a esas alturas del año, pero el viento se empeñó en hacer acto de presencia, y por si no tuve bastante con salir tan atrás, me quedé en tierra de nadie tras ir remontando durante gran parte de la carrera, y me tocó ir durante muchos metros tragándome todo el aire. Mi objetivo principal era el de intentar enganchar con los primeros. Llegué a un punto, que me llevó a sufrir al final de la carrera más de lo deseado, en el que los veía a unos pocos de metros, pero yo ya iba al límite, y por más que intentaba engancharme a la parte trasera de ese primer grupo, lo único que conseguí fue reventarme después de remontar, tragarme el aire y tirarme a por algo que, visto ahora, podríamos decir que fue una quimera, como fue intentar engancharme a ese grupo. De Aranda de Duero tampoco tengo mal recuerdo. En mis dos primeras participaciones, sobre todo en la primera, tuve unas sensaciones buenísimas. El segundo año cometí un serio error, que se ha quedado entre los compañeros que corrieron aquel año como la anécdota en la que me dijeron que corriera “con cabeza” y yo entendí que corriera “en cabeza”, y ya en la segunda vuelta al circuito iba fundido. Fue un error que, quizá, de no haber cometido, me hubiera permitido estar un poquito más arriba… o no. Algo que tiene la competición es que, en muchas ocasiones, tendemos a pensar en lo que pudo o no pudo ser, y al fin y al cabo, solo sabemos seguro lo que pasó, todos esos pensamientos de “qué hubiera pasado si...” no dejan de ser eso, pensamientos. El último año que corrí fue en 2014. Salía de una lesión, llevaba entrenando unos dos meses y medio o tres meses, y aunque ya empezaba a notar ciertas sensaciones positivas, aun faltaba mucho para mejorar. De Venta de Baños guardo dos recuerdos completamente diferentes. El año de mi debut en esta prueba palentina (2012) acudía con ganas porque para mi era (y sigue siendo) un cross diferente, con cierta magia. Posiblemente, el que más ganas tenía de correr. Aquel año corrí sin clavos, con unas Nike Pegasus, y con la cantidad de barro y agua que hubo, las pasé bastante canutas. Mi segunda (y última) participación en Venta de Baños fue en la edición de 2014, y con un día completamente diferente. Aunque a lo largo de la mañana, y mientras el resto de compañeros del club competían, la niebla se empeñó en hacernos compañía, cuando nos tocó competir a los Veteranos y a los Juveniles, donde estábamos mi compañero Carmelo y un servidor, el día se despejó por completo y pasamos hasta cierto calor mientras nos las veíamos con los clavos, la pista de ceniza y los caminos de sus alrededores. Aquel año, en lo que a agua se refiere, tuvimos bastante más suerte que en el año de mi debut, y nos encontramos unos caminos completamente diferentes de los que me había encontrado en 2012.

Cambiando un poco de tercio, y volviendo más a la actualidad, al fin, después de casi dos meses, he logrado volver a calzarme las zapatillas y empezar a entrenar. Hace una semana, un domingo que teníamos pensado salir en bicicleta, se levantó el día con cierta niebla, lo que me animó a dejar las dos ruedas de lado y ver qué era lo que le pasaría al pie si me ponía a correr. Sin pensármelo demasiado, acabé rodando poco más de nueve kilómetros en 46'14. Quizá, para ser el primer día, haber estado lesionado y no saber cómo me iba a responder el pie, me pasé un poquillo, pero acabé bastante contento y pensando en empezar a organizar los primeros entrenamientos de cara a los siguientes días. Como creo que ya he comentado en alguna entrada, entraba dentro de los planes, cuando pudiera volver a correr después de la lesión, organizar los primeros tres meses de entrenamiento según los consejos que me han dado mis compañeros ciclistas, sobre todo mi tío. En muchas ocasiones me han comentado que siga esa metodología utilizada dentro del mundillo de las dos ruedas, que vienen a ser tres meses de acondicionamiento general (qué técnico suena eso), lo que ellos vienen a llamar “hacer la base”. Al final, me he decantado por organizar este “reinicio” de la temporada de esta manera. Dentro del atletismo, la forma de planificar los entrenamientos creo que viene a ser muy parecida, aunque bajo mi experiencia cuando tenía entrenador, esa forma de empezar la temporada distaba un poco de cómo lo hacen los ciclistas.

La idea principal para este periodo de tres meses (o de doce semanas) es el de hacer la parte “fácil” de la temporada, limitarme a hacer rodajes, unos rodajes que con el paso de los meses deberían ir incrementándose en distancia. Respecto a la intensidad, se trata también de ir progresivamente aumentándola, aunque esos intervalos fuertes los introduciré a partir del segundo mes de preparación y nunca al cien por cien. El objetivo es, por un lado, quitarme un poco la carbonilla, y por otro, lo más importante, que es el de ir preparando al cuerpo para sesiones de más específicas de series. ¿Tres meses de preparación centradas en rodajes es demasiado? Bueno, puede ser, teniendo en cuenta que me planto en a finales de febrero (porque “la base” la he comenzado esta semana, la anterior la utilicé para readaptarme a los entrenamientos después de casi dos meses sin hacerlo), por lo que la temporada de cross puedo ir dándola por perdida, pero al tener eso asumido, no tengo demasiada prisa, así que iré con calma. Doce semanas dedicándome a rodar pueden hacerse largas, o no, en mi caso opto por el hecho de que no se harán largas, porque me encanta hacerlo, pero, sobre todo, porque he visto a varios compañeros ciclistas a los que les ha salido bien, así que, ¿por qué no intentarlo? No sé si tengo algo que ganar, pero por lo menos, no pierdo nada, y aprovecho para entrenar de una manera diferente durante los primeros meses de entrenamientos.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

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