De
nuevo, me siento frente al ordenador sin tener una idea demasiado
clara sobre el tema del que hoy voy a escribir. Y no será porque no
han pasado días desde la última vez que me puse a juntar unas
cuantas palabras en este espacio. La verdad es que me cuesta bastante
escribir de otros temas que no estén vinculados al atletismo o al
deporte, así que imagino que, aunque sea improvisando, acabaré
escribiendo sobre alguno de estos temas. Pero, al menos, así
conseguiré quitarme por un rato ese “mono” de escritura que me
lleva acompañando ya durante bastantes días.
Ha
pasado algo más de un mes desde que comencé a rodar de nuevo
después de mi enésima lesión, y la verdad es que me han sido unas
semanas un tanto diferentes a lo que normalmente estoy acostumbrado
en esto del atletismo, sobre todo a la hora de tomarme los rodajes.
Comencé a rodar y poco a poco he ido incrementando la distancia,
llegando al tope el pasado domingo, con un rodaje de 17 kilómetros,
todo sin un plan de entrenamiento y sin pensar en competir, sino
teniendo con un objetivo claro: poder correr, sin más. He ido
improvisando las sesiones de carrera continua mientras el GPS buscaba
los satélites. Por otro lado, he dado una importancia relativa a los
ritmos. La verdad es que ese gusanillo de marcarme un objetivo o de
simplemente intentar correr algo más rápido no me ha llamado para
nada la atención en estas primeras sesiones, aunque debo reconocer
que en en estos últimos días esto a ido poco a poco cambiando,
sobre todo al ver que una de mis pruebas favoritas, la carrera de Don
Bosco, se va a celebrar dentro de una semana en el vallisoletano
barrio de los Pajarillos. Ésto último me ha ido provoando que ese
gusanillo competitivo del que hablaba haya ido picándome de vez en
cuando y que ahora, ya comenzando el fin de semana, me lleve a
decantarme por comenzar un plan de entrenamiento la próxima semana.
Pero,
siendo sincero, cuando comencé a rodar me veía un tanto
desmotivado. Había pasado por una racha un pelín curiosa en cuanto
a lesiones, sin poder disfrutar de este deporte durante demasiado
tiempo, y ésto me acabó hundiendo. Es realmente complicado ver que
cada vez que intentas correr, el cuerpo se resiente. Desde aquella
lesión en septiembre de 2016 en un pie, todo ha ido cuesta abajo y
sin frenos. Unos cuantos meses después de poder volver tras ese
problema, empecé con el tendón de Aquiles, una lesión que fui
arrastrando hasta que me fracturé las dos costillas. Tras
recuperarme, volvieron las molestias en dicho tendón, y tres meses
después, me tocó volver a parar. Después, tras dos regresos
fallidos, conseguí reanudar los entrenamientos durante cuatro meses,
hasta que esta última lesión me mandó estar quieto de nuevo. Un
auténtico suplicio con esto de las lesiones que ya me hacía salir a
rodar pensando en cuál sería la próxima zona que me daría guerra.
Con el paso de los días parece que el cuerpo ha ido respondiendo y,
hasta la fecha (y esperemos que durante bastante tiempo) no he vuelto
a tener ningún problema. Pero sí he visto, y hoy mismo lo he podido
comprobar, que me están afectando cosas que antes quizá no me
afectaban tanto, o al menos lo hacían de otra manera. Nunca me ha
gustado tener que parar en los rodajes, es algo que llevo muy, muy
atravesado y que, como suele decirse, “me envenena”. De ahí, mis
cabreos cuando se me desata una zapatilla, por ejemplo. Bien, pues,
aunque pueda parecer una chorrada (no digo yo que no lo sea, pero a
mi me afectó “de mala manera” y, a la vez, me provocó un cabreo
curioso), esta mañana, en un rodaje que en un principio iba a ser de
15 kilómetros, se me desató una zapatilla justo cuando el GPS marcó
el décimo kilómetro. Mi pensamiento fue: “no puede ser que me
toque parar”. Vale, poco tiene que ver con las lesiones, es cierto,
pero he llegado a un momento en que hasta ésto me afectó de tal
manera que, en este kilómetro, decidí pararme por completo, atarme
la zapatilla y volverme caminando. Ya había completado los primeros
diez kilómetros, “el tope” mínimo de kilómetros que me suelo
poner cuando entreno por distancia (cuando lo hago por tiempo son 45
minutos). Lo que quiero decir explicar con esto es hasta qué punto
me ha podido afectar todo el tema de las lesiones, que hasta una
chorrada como ésta, que hubieran sido solo parar unos segundos, atar
la zapatilla y reanudar la sesión (como he hecho en otras ocasiones,
aunque también es cierto que con un cabreo considerable), en ésta
ocasión ya desistí. Reconozco que pocas veces me ha ocurrido la
situación de parar y no completar los últimos cinco kilómetros de
la sesión, y que el resto del día he estado un tanto mosqueado y
que mi cabeza ha estado en varias ocasiones dándole vueltas al
asunto, pero bueno, espero que, primero, no se me vuelva a desatar
una zapatilla, y luego que, si alguna vez me vuelve a suceder, esté
con el ánimo algo más subido.
En
cuanto a nivel de competiciones, la verdad es que a lo largo de este
mes y pico no he pensado en ninguna hasta hace dos o tres días. Como
decía en los párrafos anteriores, me he estado centrado en correr,
sin pensar en nada más, y el tema de colgarme un dorsal a la
camiseta no me llamaba la atención. Éste, además, ha otro de los
motivos por los que no he tenido ningún plan de entrenamiento. Sin
embargo, al pararme a pensar que dentro de una semana se celebrará
la carrera de Don Bosco en Valladolid, una de mis pruebas favoritas,
me ha hecho pensar en por qué no hacer un plan de entrenamiento,
retomar la idea de hacer “la base”, como dicen los ciclistas, y
luego, empezar a introducir algún entrenamiento de calidad, en esta
ocasión comenzando con sesiones de cambios de ritmo en vez de
hacerlo directamente con las series. ¿Por qué no intentarlo? Lo que
me más me gusta de este deporte es algo que muchas veces se nos
olvida, pero que es lo más básico de todo: correr. Sin embargo, no
puedo escaparme de ese puntillo competitivo que anda por ahí perdido
y que de vez en cuando me aparece. Me gusta competir, aunque el
deporte federado lo descarto por completo, y aunque ahora he estado
alejado por las lesiones, no estaría mal retomar ciertas costumbres
competitivas.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario