viernes, 1 de febrero de 2019

Volviendo a escribir


De nuevo, me siento frente al ordenador sin tener una idea demasiado clara sobre el tema del que hoy voy a escribir. Y no será porque no han pasado días desde la última vez que me puse a juntar unas cuantas palabras en este espacio. La verdad es que me cuesta bastante escribir de otros temas que no estén vinculados al atletismo o al deporte, así que imagino que, aunque sea improvisando, acabaré escribiendo sobre alguno de estos temas. Pero, al menos, así conseguiré quitarme por un rato ese “mono” de escritura que me lleva acompañando ya durante bastantes días.


Ha pasado algo más de un mes desde que comencé a rodar de nuevo después de mi enésima lesión, y la verdad es que me han sido unas semanas un tanto diferentes a lo que normalmente estoy acostumbrado en esto del atletismo, sobre todo a la hora de tomarme los rodajes. Comencé a rodar y poco a poco he ido incrementando la distancia, llegando al tope el pasado domingo, con un rodaje de 17 kilómetros, todo sin un plan de entrenamiento y sin pensar en competir, sino teniendo con un objetivo claro: poder correr, sin más. He ido improvisando las sesiones de carrera continua mientras el GPS buscaba los satélites. Por otro lado, he dado una importancia relativa a los ritmos. La verdad es que ese gusanillo de marcarme un objetivo o de simplemente intentar correr algo más rápido no me ha llamado para nada la atención en estas primeras sesiones, aunque debo reconocer que en en estos últimos días esto a ido poco a poco cambiando, sobre todo al ver que una de mis pruebas favoritas, la carrera de Don Bosco, se va a celebrar dentro de una semana en el vallisoletano barrio de los Pajarillos. Ésto último me ha ido provoando que ese gusanillo competitivo del que hablaba haya ido picándome de vez en cuando y que ahora, ya comenzando el fin de semana, me lleve a decantarme por comenzar un plan de entrenamiento la próxima semana.

Pero, siendo sincero, cuando comencé a rodar me veía un tanto desmotivado. Había pasado por una racha un pelín curiosa en cuanto a lesiones, sin poder disfrutar de este deporte durante demasiado tiempo, y ésto me acabó hundiendo. Es realmente complicado ver que cada vez que intentas correr, el cuerpo se resiente. Desde aquella lesión en septiembre de 2016 en un pie, todo ha ido cuesta abajo y sin frenos. Unos cuantos meses después de poder volver tras ese problema, empecé con el tendón de Aquiles, una lesión que fui arrastrando hasta que me fracturé las dos costillas. Tras recuperarme, volvieron las molestias en dicho tendón, y tres meses después, me tocó volver a parar. Después, tras dos regresos fallidos, conseguí reanudar los entrenamientos durante cuatro meses, hasta que esta última lesión me mandó estar quieto de nuevo. Un auténtico suplicio con esto de las lesiones que ya me hacía salir a rodar pensando en cuál sería la próxima zona que me daría guerra. Con el paso de los días parece que el cuerpo ha ido respondiendo y, hasta la fecha (y esperemos que durante bastante tiempo) no he vuelto a tener ningún problema. Pero sí he visto, y hoy mismo lo he podido comprobar, que me están afectando cosas que antes quizá no me afectaban tanto, o al menos lo hacían de otra manera. Nunca me ha gustado tener que parar en los rodajes, es algo que llevo muy, muy atravesado y que, como suele decirse, “me envenena”. De ahí, mis cabreos cuando se me desata una zapatilla, por ejemplo. Bien, pues, aunque pueda parecer una chorrada (no digo yo que no lo sea, pero a mi me afectó “de mala manera” y, a la vez, me provocó un cabreo curioso), esta mañana, en un rodaje que en un principio iba a ser de 15 kilómetros, se me desató una zapatilla justo cuando el GPS marcó el décimo kilómetro. Mi pensamiento fue: “no puede ser que me toque parar”. Vale, poco tiene que ver con las lesiones, es cierto, pero he llegado a un momento en que hasta ésto me afectó de tal manera que, en este kilómetro, decidí pararme por completo, atarme la zapatilla y volverme caminando. Ya había completado los primeros diez kilómetros, “el tope” mínimo de kilómetros que me suelo poner cuando entreno por distancia (cuando lo hago por tiempo son 45 minutos). Lo que quiero decir explicar con esto es hasta qué punto me ha podido afectar todo el tema de las lesiones, que hasta una chorrada como ésta, que hubieran sido solo parar unos segundos, atar la zapatilla y reanudar la sesión (como he hecho en otras ocasiones, aunque también es cierto que con un cabreo considerable), en ésta ocasión ya desistí. Reconozco que pocas veces me ha ocurrido la situación de parar y no completar los últimos cinco kilómetros de la sesión, y que el resto del día he estado un tanto mosqueado y que mi cabeza ha estado en varias ocasiones dándole vueltas al asunto, pero bueno, espero que, primero, no se me vuelva a desatar una zapatilla, y luego que, si alguna vez me vuelve a suceder, esté con el ánimo algo más subido.

En cuanto a nivel de competiciones, la verdad es que a lo largo de este mes y pico no he pensado en ninguna hasta hace dos o tres días. Como decía en los párrafos anteriores, me he estado centrado en correr, sin pensar en nada más, y el tema de colgarme un dorsal a la camiseta no me llamaba la atención. Éste, además, ha otro de los motivos por los que no he tenido ningún plan de entrenamiento. Sin embargo, al pararme a pensar que dentro de una semana se celebrará la carrera de Don Bosco en Valladolid, una de mis pruebas favoritas, me ha hecho pensar en por qué no hacer un plan de entrenamiento, retomar la idea de hacer “la base”, como dicen los ciclistas, y luego, empezar a introducir algún entrenamiento de calidad, en esta ocasión comenzando con sesiones de cambios de ritmo en vez de hacerlo directamente con las series. ¿Por qué no intentarlo? Lo que me más me gusta de este deporte es algo que muchas veces se nos olvida, pero que es lo más básico de todo: correr. Sin embargo, no puedo escaparme de ese puntillo competitivo que anda por ahí perdido y que de vez en cuando me aparece. Me gusta competir, aunque el deporte federado lo descarto por completo, y aunque ahora he estado alejado por las lesiones, no estaría mal retomar ciertas costumbres competitivas.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

No hay comentarios: