domingo, 11 de junio de 2023

Reflexiones

Aquí estamos de vuelta. Tras varios meses sin publicar nada en el blog, hoy me he animado a recuperar alguna entrada. La verdad que me había olvidado por completo de lo que era escribir aquí, pues desde septiembre no volvía a hacerlo. Motivos varios (cambio de lugar de trabajo, turnos laborales, sesiones de carrera continua…) me han llevado a tener que prescindir de algunas cosas para centrarme en otras. Siempre digo que no me gusta tener que dejar esto de lado, pero la verdad que llegó un momento en el que necesitaba soltar algunas ocupaciones para poder centrarme bien en otras. ¿Fue la mejor decisión? La verdad que no lo sé, porque escribir me gusta y, además, me ayuda a “soltar un poco de lastre” cuando estoy quemado, pero bueno, hecho está. Para hoy, mi única intención es dedicarme a escribir, sin más, y dejar que la cabeza sea la que se encargue de ir organizando las ideas. Vamos a ello.


Nos encontramos encarando ya la parte final de la temporada atlética. Durante muchísimas temporadas, junio solía ser el mes marcado para cerrar la misma. A partir de ahí comenzaba un periplo de unas cuatro semanas en las que alternar bicicleta con natación, para dejar que el cuerpo se recuperara de los kilómetros hechos y que, de cara a comenzar la época de entrenamientos en agosto, estuviéramos completamente recuperados y la pudiéramos afrontar bien a nivel físico. Durante este mes tenía dos competiciones que eran fijas en mi calendario: la Milla de La Horta y el Cross del Ajo, dos pruebas que se hacían en Zamora a finales de junio, una por las fiestas del barrio zamorano que le da nombre y la otra, por las de Zamora. Eran dos pruebas que me gustaban especialmente, más aún desde que pude empezar a correrlas ya dentro de la categoría Absoluta, que me permitió cumplir ese sueño de poder correr al lado de los que eran (y son) mis referentes dentro del atletismo en la ciudad. Una vez que decidí apartarme del concepto de competición que tuve durante mucho tiempo, fueron dos competiciones de las que prescindí. Si bien es cierto que la prueba de los 1609 metros me gustaba como competición, la distancia no me hacía una gracia especial, pues siempre he sido un corredor lento que necesita de varios metros para coger el ritmo. Con el Cross del Ajo me ocurrió también algo similar, aunque luego alargaron la distancia más o menos un kilómetro y medio. Hasta 2013, el último año que corrí, solía ser en el circuito de las Tres Cruces, cuando ésta aun estaba en adoquines, la distancia era unos cuatro kilómetros y medio dando vueltas, y tenía un poco la misma impresión que con la milla: cuando quería empezar a encontrar el ritmo, se me había terminado. Mi eterno problema: tardar en coger el ritmo. El eterno problema del fondista en las pruebas rápidas. Posteriormente, ya con el nuevo circuito (creo que se empezó con él en 2014), ya me había vuelto bastante más selectivo con las competiciones en las que participaba y, la verdad, no me atraía especialmente. Maniático que estaba volviendo.


Diez años más tarde de la última vez que corrí por última vez la milla y el Cross del Ajo, han cambiado unas cuantas cosas. Y es que, efectivamente, la mentalidad competitiva no es la misma que entonces, los ritmos son bastante más lentos y el “chasis” se ha ido estropeando a pasos de gigante. Con el paso del tiempo me acabé convenciendo, no sé si con buen o malo criterio, de que las series me daban más problemas que beneficios, pues siempre que me ponía con ellas me preparaba alguna lesión, fui espaciando cada vez más las competiciones y me acabé dando cuenta de que, al final, tampoco lo he pasado tan mal sin colgarme un dorsal de la camiseta, y que con lo que más disfruto es del mero placer de correr. Vamos, que diez años más tarde confirmo lo que ya dije en 2013: a mi lo que me gusta es correr. Lástima que hayan tenido que pasar tantos años para ver que sin un dorsal en la camiseta tampoco se está tan mal. O, por lo menos, que se puede competir con otra mentalidad. Posiblemente, una de las circunstancias que me han llevado a tener tantos problemas de dolores haya sido los innumerables intentos de regresar a competir que he tenido a lo largo de este espacio de tiempo, retomando las series durante una temporada, para luego lesionarme, parar, volver a correr, y vuelta a repetir el ciclo, para luego ver que cuanto más espaciaba estos entrenamientos, menos lesiones tenía. Seguro que de habría evitado alguna lesión de no haber continuado con las series, aunque otras seguramente han sido provocadas por otras circunstancias. ¿Me planteo retomar las series? Ahora mismo, con el chasis “de aquella manera”, no entran dentro de mis planes.


Decía que con el paso de los años me he dado cuenta de que lo que más me gusta es correr y que he tardado diez años en darme cuenta de esto. Cuando dejé de competir en 2013, cierto que lo dejé a nivel federado, pero a las pocas semanas volví a calzarme las zapatillas con un dorsal. Con el paso del tiempo, aprendí a competir sin un objetivo en la cabeza, simplemente a disfrutar de la competición. A que daba igual llegar tercero que trigésimo, siempre que hubiese disfrutado. Hasta ese momento la competición me suponía forzar y llegar lo mejor posicionado posible. Por lo tanto, no cumplí del todo mi palabra, pues había aun en mi cabeza, aunque lo negara, un pequeño hueco para los dorsales. Con el paso de las lesiones, coincidiendo también con mi inicio en la vida laboral, empecé a darle más valor a poder correr de seguido que a las competiciones. Tuve muchos parones provocados por los dolores, y ahí vi que lo que realmente echaba de menos era salir a correr. Simplemente eso: salir a correr. Ni las series ni las carreras: salir a correr. Al empezar a trabajar también me empecé a notar esto como una vía de escape y no como algo para mejorar de cara a una prueba. Poco a poco, vi que el atletismo al que quise “huir” en 2013 era el que estaba empezando a hacer.


A día de hoy, en junio de 2023, me dedico solamente a correr. Salgo a hacer unos kilómetros, a disfrutar de los paisajes de los que voy y, por ahora, me olvido de volver a correr, aunque solo sea un kilómetro, en 3’40. Ahora, ser capaz de rodar a 4’30 como cuando tenía 17 años queda algo lejos, igual que los entrenamientos de series. Me conformo con poder salir a correr a diario, y mi mayor preocupación es que un día no tenga molestias, para que al día siguiente también pueda cumplir con los kilómetros. Sí mentiría si digo niego que tengo un objetivo bastante habitual entre los que somos aficionados a esto de gastar zapatilla: ser capaz de sacar los rodajes a un ritmo de cinco minutos por kilómetro. Me pongo el GPS y voy mirando los pasos de los kilómetros y el ritmo medio. Por ahora, como objetivo está puesto, pero reconozco que se me está atragantando un poco. ¿Competir? Ahora mismo es algo que, honestamente, veo lejano. Lo veo así, lo primero, porque no quiero volver a tener una lesión. Por otro lado, estoy feliz planteándome mis objetivos diarios, de ir mejorando poquito a poquito, pero sin compararme con nadie. Salir a rodar y cada día intentar sacar un ritmo medio de cinco minutos es ahora lo que más ilusión me hace. Puede que de aquí a unas semanas cambie mi opinión. No lo sé. Por lo menos, ahora mismo no me planteo otra cosa que no sea disfrutar. Ya bastante nos hemos amargado la existencia con lesiones. Ahora nos toca plantearnos al atletismo como lo que es: una válvula de escape para el día a día. Es como disfruto de este deporte y, al final, es de lo que se trata. Ya habrá tiempo para competir.


Nos vemos… haciendo deporte, claro.


No hay comentarios: