Ayer, como suelo hacer cuando hay puente, salí a correr por la mañana a las pistas de atletismo, a hacer un rodaje corto de unos seis kilómetros. Para más comidad, suelo entrar por la parte donde están los conserjes, que se tarda menos. Para mi sorpresa, cuando voy a entrar me para uno. "Oye, ¿dónde vas?" "A las pistas de atletismo" "Pues tienes que pagar". No me pude reprimir: "¿Qué tengo que pagar por entrar a las pistas de atletismo?" Me contestó que sí, noventa céntimos.
Vale, ya sé que no es una cantidad excesivamente grande (la entrada al gimnasio cuesta más), pero no es por eso por lo que escribo este artículo. La pasada temporada, ni un solo día pagué entrada. Y, desde luego, que lo que llevamos de esta tampoco. ¿Qué fue lo que hize? Me acercé hasta casa y se lo comenté a mi madre. Al final, la solución fue sencilla: en vez de entrar por donde los conserjes, entré por donde aparca Teo, mi entrenador de atletismo. Y me metí los 6,400 kilómetros que tenía pensado hacer...
Pero me parece una vergüenza cobrar entrada por unas pistas de atletismo. ¿Os imagináis que vamos al carril bici y nos piden entrada? Estaríamos apañados.
Mañana hablaré con mi entrenador (hoy ha tocado bici), y me contará si es verdad o no eso de qu ehay que pagar.
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