viernes, 11 de octubre de 2013

Fuera de competición

“Toda fantasía tiene su final. Pero en vuestros corazones podéis conservar siempre un gran poder, el poder de transformar lo que os rodea, de transformar mundos, de hacer que las cosas cobren vida. El maravilloso poder de imaginar”. (Miliki).
En septiembre de 2009 bajaba a entrenar por primera vez con Teo de las Heras a las pistas de atletismo. Pocas semanas después me colocaba mi primer dorsal, en Benavente, donde entré de los últimos clasificados; un mes después debutaba en los crosses de invierno con el de Atapuerca y, desde entonces, han sido varias las pruebas que he disputado, tanto en asfalto como en tierra, no solo pruebas a nivel federado sino también pruebas populares, donde la mayoría de las veces ha sido donde más he disfrutado y donde, quizá, mejores resultados haya obtenido. He tenido la suerte de coincidir con grandes campeones del mundo del atletismo tanto a nivel profesional como de mi categoría; evidentemente a aquellos que corrían conmigo nunca he sido capaz de ganarles. A nivel provincial también he coincidido con buenas liebres, a las que, siendo la inmensa mayoría algunos años mayores que yo, me he enfrentado con mucho respeto pero sin miedo.
¿A qué viene todo esto? La verdad es que tras este tiempo me da la impresión de que he perdido algo, no sé exactamente qué, que me provoca cierto desánimo a la hora de colocarme un dorsal. Desmotivación, cansancio psicológico o simplemente desgana pero reconozco que en los últimos días ha sido no diría que un logro, porque quizá fuera exagerar, pero si cierta desgana para colocarme en la primera fila y ponerme a sufrir.  Mientras que las piernas iban decentemente, la cabeza me pedía que fuera más despacio.
Podio de la última prueba disputada en Salamanca, el Memorial
Ángel González, en febrero de 2012.

Soy una persona que se pica hasta con el carrito de los helados,  ya puede ser el ganador de la maratón de los Juegos Olímpicos o un chaval que lleva dos días corriendo; hasta que no lo paso no quedo contento. Lo mismo me pasa en la bicicleta, aunque tenga que darme mucha caña en las cuestas o en los llanos, hasta quedar hecho polvo, tengo que intentar adelantar  al deportista que llevo delante de mí. Desde mucho tiempo, entrenando y compitiendo,  esa reacción instintiva me sale de forma automática y, además, en alguna ocasión se podría decir casi que inconscientemente. Pero últimamente he tenido que pensar durante la prueba qué era lo que quería realmente hacer, si largarme o quedarme en el grupo. Aún en Moraleja tuve algo de motivación extra para poder largarme hacia delante con Agustín y conseguir entrar en tercera posición. La de Morales del Rey fue, quizá, la que mejor supe tomarme, fue casi más un entrenamiento a ritmo fuerte que una competición .Pasé de ir en el grupo cabecero, evitando problemas, y probablemente  haya sido de las pruebas que más he disfrutado. Cuando sobrepasaba las 195 pulsaciones bajaba el ritmo hasta las 190. Ya en la carrera de la Guardia Civil tuve que pensar muy bien qué era lo que yo quería hacer en esa prueba. Decidí tirar hacia delante, opción que quizá no fuera la más adecuada. Pulso muy acelerado que me hizo plantear si realmente merece mi corazón que le meta tanta tralla por un simple puesto. Ir a más de 200 pulsaciones, al igual que pasó en Moraleja, no creo que nos beneficie a ninguno, ni al corazón ni a mí. No me gustaría tener que dejar el deporte por un problema cardiovascular  que, en cierta medida, he podido controlarlo si hubiera ido más despacio. A menos pulsaciones el corazón sufre menos.
En la salida del II Cross Popular de Valorio. Prueba preciosa por uno de mis
lugares favoritos de entrenamiento por una causa benéfica.

Llevo meditando esta pequeña retirada desde el pasado día 22 de septiembre y en la I Subida a Balborraz ya decidí hacerlo. Mientras las piernas me pedían ir un poquito más rápido, la cabeza fue justita. Me sorprendió cómo salí; sin embargo, completada la primera vuelta, en el momento en el que se hizo la primera criba me empecé a venir abajo. Iba a 3:20 el kilómetro y me notaba cómodo pero intentaba ir a algo menos y ya pensaba: “ No, que te cansas, mejor algo más tranquilo”. Me ponía a 3:30 y otra vez: “Pero, ¿ya estoy otra vez al ritmo de siempre?”
Junto al gran Chema Martínez en la segunda edición de la prueba que
lleva su nombre, celebrada en Villalpando (Zamora). Entré segundo en el 5000
absoluto y primero de la categoría Juvenil.

Otra de las causas que me anima a hacer este pequeño parón es que en las competiciones siempre estamos los mismos,  y no solo a nivel provincial, resulta que vamos a competir a un cross y estamos ciertos corredores, vamos a otro cross y el comentario que más oigo: "Anda, con estos coincidí, con aquellos también, con los del aquel equipo también…” Siempre competimos los mismos y las clasficaciones ya están casi decididas antes incluso de tomar la salida. A nivel provincial casi podemos intuir el orden de llegada de los tres primeros de la clasificación durante los primeros kilómetros de la prueba. Y luego, la cogemos y ya sabemos casi todos los datos deportivos de los atletas. Esta situación resulta algo monótona, personalmente en alguna prueba he salido fuerte simplemente para poder ver si los puestos cabeceros se iban cumpliendo según los pronósticos.
Pero, que conste, tengo pensado volver. Ésta, ya se lo he comentado a alguien, es una retirada “a lo Lance Armstrong”. No me pongo una fecha concreta, más bien cuando vea que, trabajando a ritmos altos, mi cabeza me pide más. Mientras no me lo pida, no lo haré. Ahora habrá varias pruebas, la mayoría de campo a través, pero, realmente, no me motiva especialmente participar.  En la del “Mucho X Vivir” del próximo día 20 de octubre sí que tenía pensado tomar parte del grupo, además este año estrenan circuito, pero iré de espectador si he llegado de entrenar y me dedicaré a hacer fotos a los atletas de mi equipo. Eso sí, cuando vuelva, intentaré estar lo más adelante posible, pero tomándome las carreras de otra forma. Y, lo mejor de todo, dejo la competición con un gran sabor de boca, habiendo conseguido subir al podio y dedicando puestos muy bonitos a grandes personas.
Lo que no haré será dejar de entrenar. Muchos entrenan para competir, otros compiten para motivarse a entrenar. Yo entreno por entrenar, por hacer deporte y por olvidarme durante un rato de los libros de clase.  Pero ya no solo corriendo sino también con la bicicleta y la natación aunque ésta última apenas la practico me pasa lo mismo. Seguiré encadenando zancadas por mi querido bosque de Valorio y a orillas del Duero, pero seguiré. Y prometo volver a colocarme un dorsal cuando tenga ganas. Pero tengo que tenerlas. Y ahora mismo no dispongo de eso.
Algún día volveré a ponerme un dorsal para competir.
Por ahora... hasta luego amigos. En el podio de mi última competición,
la I Subida a Balborraz.


Bueno, en definitiva, dejo durante un tiempo la competición, pero no el deporte. Espero que este artículo sirva para ver que no siempre el tema de la competición puede ser beneficioso. Todo con moderación. Para acabar, me gustaría agradecer a Ramón de Fussimanya su colaboración con las correcciones que ha hecho a este artículo.

Nos vemos... haciendo deporte, claro.


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