viernes, 10 de junio de 2016

Diferentes pensamientos


Ponerte a escribir cuando careces de ideas para ello es algo realmente complicado, la verdad. El simple hecho de encontrarme así la verdad es que no me gusta nada, pero qué le voy a hacer, uno no siempre encuentra algo interesante para comentar, o alguna forma para poder desarrollarlo. No sé si es o no algo normal, pero supongo tendré que convivir con ello. Hoy, pese a todo, me animo a escribir en el blog por el simple hecho de hacerlo. Como bien sabéis los lectores habituales del blog, escribir es, junto a la lectura y el deporte, una de mis aficiones favoritas. ¿Saldrá algo interesante en esta ocasión?

Nos encontramos inmersos en el mes de junio. Muchos de vosotros os encontraréis ya metidos en las competiciones de pista. Parece mentira que en un espacio relativamente tan pequeño se puedan hacer tantas pruebas atléticas y tan diferentes, como puede ser correr un 10.000 (qué cosa más larga, 25 vueltas a un óvalo de 400 metros) y realizar salto de altura, por poner un par de ejemplos de deportes completamente diferentes dentro de una misma denominación, atletismo. Porque, no nos olvidemos, el la palabra atletismo no solo engloba al hecho de correr, sino que implica otro montón de deportes, como son el mencionado salto de altura, el de longitud, los obstáculos, el disco o el peso. La verdad, posiblemente éste sea el deporte más antiguo y también el más natural de todos, al ser cosas que la especia humana ha realizado prácticamente durante toda su existencia. Tendemos en demasiadas ocasiones a generalizar y hablar de atletas solo cuando nos referimos a corredores, quizá porque, de todas las modalidades, en nuestro país es, para mi gusto, a la que más boom se le da, pero no nos debemos olvidar que, cuando utilizamos ese término, realmente deberíamos designar a la persona que hace atletismo, no a quien realiza una de las muchas modalidades que ofrece el mencionado deporte.

Pero, dejando aparte los temas lingüísticos, vayamos a por la parte deportiva y, en concreto, a las posibilidades que este óvalo de 400 metros nos puede ofrecer en lo que a correr se refiere. Reconozco que nunca he sido muy amigo de la pista para competir. No he sido muy amigo porque me resulta bastante aburrida para competir, aunque “simplemente” sea para correr un 1500, y digo simplemente porque el número de vueltas no es nada excesivo si lo comparamos con un 5000 o un 10.000. Cuando me toca calzarme las zapatillas y colgarme de la camiseta un dorsal, la verdad es que llevo fatal tener que dar varias vueltas a un circuito, y cuanto más corto sea, menos me atrae, y cuando toca correr en pista, otra cosa no habrá, pero vueltas, unas cuantas. Pero, las cosas como son, casi podríamos decir que este óvalo de 400 metros (por cierto, siempre me ha llamado la atención para medir este tipo de circuitos) es la base para cualquier corredor de fondo, igual que sucede con el cross en los meses de invierno. Me parece que la pista es, como dice mi amigo Alex, el único lugar donde podemos ver realmente cuál es nuestro estado de forma, porque nos permite saber con una exactitud impresionante la distancia que hemos recorrido y tener una marca de lo más fiable al haber competido en un circuito del cual sabemos que nos podemos fiar. Pero no es solo eso. Soy de los que piensan que ésto es como construir una casa, no podemos empezar por el tejado. Dentro del mundillo del atletismo, no deberíamos crear fondistas antes de tiempo, sino que, aunque nuestros pupilos tengan claras facultades para competir en pruebas de larga distancia, deberíamos comenzar su formación por pruebas de medio fondo. Dicho de otra forma, para formar a un gran corredor de maratón, deberíamos crear previamente a un gran medio fondista. ¿Por qué creo ésto? Las pruebas de larga distancia requieren entrenamientos más o menos largos, lo que a edades tempranas nos va restar una cualidad física como es la resistencia, algo que vamos a ir ganando con los años, en decrimento del trabajo rápido, una cualidad física con la que sucede todo lo contrario respecto a la resistencia, pues la velocidad se va perdiendo con los años. Pero, como todo, si estamos durante varios años, y más de jóvenes, cuando nuestro organismo es como una esponja, trabajando esa facultad física, creo que lograremos tener una formación más progresiva y bastante más lógica que la de ir directamente a trabajar el fondo. El 1500 es, para mi gusto, la prueba idónea para aquellos corredores que presentan cualidades para correr grandes distancias. A simple vista parece una fácil de recorrer, pero, bajo mi punto de vista, también engaña, y puede hacerse muchísimo más dura de lo que desde fuera puede parecer. Correr un 1500 nos va a suponer estar corriendo muy rápido durante cuatro minutos y medio, cuatro minutos o incluso por debajo de esas marcas en muchos casos, algo que no nos va a castigar demasiado muscularmente, y que, a diferencia de pruebas como una media maratón o una maratón, podremos repetir pocos días después si no hemos logrado nuestros objetivos cronométricos, por ejemplo. Competiciones de este tipo, combinadas con otras pruebas típicas de la pista como el 3000 o incluso el 5000, nos pueden permitir desarrollarnos físicamente como corredores muy rápidos y, con el paso de los años, grandes fondistas. En resumidas cuentas, la pista debería ser la escuela de cualquier maratoniano.

Cambio un tanto el tema del artículo. Van pasando los días y los meses, y nos encontramos a finales de la temporada 2015-2016. A inicios de dicha temporada me plantee volver a competir, de hecho, estuve durante unas cuantas semanas organizando de una forma bastante estructurada, pero con el paso del tiempo, he ido espaciando cada vez más los días de series, hasta encontrarme como me encuentro ahora, con la última sesión de calidad realizada hace tres meses, en un día en el que recuerdo perfectamente que hice un sábado 4x2000 a unos ritmos que en ese momento consideré mediocres, aunque, pensando con lógica, fueron bastante buenos si consideramos que no he sido nada regular en estos entrenamientos de calidad. Durante estos tres meses he estado valorando si realmente podría valer la pena el hecho de ponerme de nuevo a hacer entrenamientos serios, ya evidentemente de cara a la próxima temporada. He tenido bastante tiempo para valorar (tres meses dan para mucho pensar) y tras que si sí que si no, me decanto por el no. Me doy cuenta de que siempre que me pongo con las series acabo más pendiente de hacer caso al cronómetro y al pulsómetro que a mis sensaciones, lo que al final acaba cansándome, y, además, ése sufrimiento que acabas teniendo con ellas (está claro que no es lo mismo ir rodando a 150 pulsaciones que hacer miles a 185) no me acaba de gustar. Aunque parezca mentira, hubo una época en la que ciertos entrenamientos de series me agradaban y cumplía con ellos sin que eso fuese un gran sacrificio y sin que me agobiara la simple idea de sufrir más que en los rodajes. Digo eso de que con ciertos entrenamientos, porque las series cortas no me gustan ni ahora ni cuando entrenaba con Teo, y ésas sí que me suponían cierto esfuerzo, pero cuando se trataba de hacer, por ejemplo, una sesión de 5x1000 recuperando tres minutos, ese “bloqueo”, por llamarlo de alguna manera, no era tan exagerado, y hasta disfrutaba haciendo este tipo de entrenamientos. Sin embargo, ahora mismo no me llaman ni las unas ni las otras, y me da igual que se trate de hacer miles o series de 200, ese “bloqueo” se ha trasladado a las series de las distancias que sean, y cada vez me cuesta más trabajo llevarlas a cabo. Por esto, he decidido que seguiré cumpliendo con entrenamientos de carrera continua, con el único objetivo de disfrutar haciendo lo que ahora me supone la parte más agradable de esto de correr, hacer carrera continua.

¿Estoy haciendo lo correcto? Pues lo más probable es que no. Lo suyo sería que, con mi edad, estuviera corriendo en las pruebas que comentaba antes (15000, 3000 y 5000), alternándolas con el cross en la temporada invernal, más o menos porque suele ser lo habitual, llevar una escala lógica y demás. Sin embargo, he llegado a un punto en el que mis preferencias deportivas se van más hacia entrenar buscando disfrutar y colgarme un dorsal de vez en cuando (mejor dicho, muy de vez en cuando), ya casi más para poder decir que he ido a una carrera que para salir a disputar. Es verdad que estoy dejando pasar mis mejores años como deportista, pero, disfrutando, tampoco creo que sea algo que deba preocuparme en exceso. Y, por ahora, será lo que siga haciendo. No me he puesto objetivos a corto, medio o largo plazo, igual que tampoco he organizado entrenamientos con series. Lo que sí he decidido hacer es introducir algún que otro cambio a la hora de ponerme a rodar. Sigo con mis manías, y he elaborado una pequeña tabla de entrenamiento con rodajes, esta vez guiados de nuevo por tiempo tras bastantes semanas entrenando por distancia. Además, he optado por dejar de entrenar con el pulsómetro. Por ahora, seguiré entrenando así durante un tiempo indefinido. ¿Volver a entrenar para competir? Ahora lo veo muy, muy alejado, aunque no es una opción que creo deba descartar.


Nos vemos… haciendo deporte, claro.

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