viernes, 30 de noviembre de 2018

Reflexiones de un día cualquiera

El recuerdo de ayer, un vacío que no tiene fin. Y preguntan por qué hoy te cuesta tanto sonreír”. (Patricia Tapia).

Creo que ya va siendo hora de ponerme a escribir de nuevo en el blog. Llevo tiempo queriendo publicar un artículo, pero, entre unas cosas y otras, la verdad es que no se me logra hacerlo. Muchos días, cuando me pongo a escribir, mi única intención es intentar expresar una serie de opiniones hacia un tema concreto, y hoy es uno de los días en los que me apetece hacerlo. Voy a intentar escribir acerca de los entrenamientos, las series y la manera que tengo de tomarte ésto, que ha ido cambiando para, al final, siempre volver a tomarme el atletismo de una manera popular, olvidándome un tanto de marcas y demás historias.

Después de una racha de lesiones, comencé a hacer kilómetros a finales del mes de julio con la intención de ir poco a poco sumando rodajes y coger algo de forma, que, tras cuatro meses sin poder encadenar zancadas, era algo más que necesario. A lo largo de esas doce semanas que hice “de base”, casi todas en Soria (a excepción de la última) y con una media maratón el último día de la undécima, aproveché para pensar en qué hacer una vez que ese ciclo se terminara. ¿Retomar las series o seguir haciendo rodajes? La verdad es que, después de tanto tiempo sin hacer ningún entrenamiento de calidad y habiendo disminuido de manera considerable el número de competiciones, aunque en este último año haya sido de manera obligada debido a las lesiones, me hacía reflexionar. ¿Por qué no probar de nuevo, y ver si esa “venilla” competitiva aparecía y me volvía a motivar para preparar algo con un dorsal en el pecho? Poco a poco me fui animando y pensando en qué fechas y pruebas me gustaría estar mejor. Así, una vez completado todo el proceso de acumular kilómetros, (va a hacer justo cuatro semanas este domingo), decidí ponerme manos a la obra con las primeras series de la temporada. Y, la verdad, la primera semana acabé bastante contento por dos motivos. A nivel físico me vi mejor de lo que esperaba, haciendo uno de los días unos miles en torno a 3'35-3'37. Por otro lado, a nivel mental no fue como en otras ocasiones, cuando he tenido que “obligarme” a hacerlas. Si tocaban unas series, las hacía y punto. Pero poco dura la alegría en casa del pobre. La semana siguiente, si bien las sensaciones en un principio se mantuvieron, poco a poco empeoraron, llegando a la última sesión de calidad con las piernas bastante regulares.

La tercera semana fue, siendo sincero, un desastre. Empezaron a aparecer las dudas, y las piernas no acababan de ir para nada bien. Aun así, completé dos de los tres días de calidad (martes y jueves) que tenía pensado hacer. El sábado, teniendo en mente hacer unas repeticiones de 2000 metros, me animé a bajar hasta Valorio y rodar un poquito por allí. Como llegué bien de hora, me animé a juntarme con el grupo que suele estar por nuestro querido bosque y completar unos kilómetros con ellos. Y, la verdad, fue la mejor elección que pude hacer. Volver a juntarme con aquel grupo me hizo recordar aquellos rodajes que empecé a hacer con ellos cuando empezó mi andadura en solitario a la hora de entrenar. Fueron, por decirlo de alguna manera, los “culpables” de que aprendiera a ver el atletismo de una manera que, la verdad, o no conocía, o que llevaba tiempo sin practicar que ya no la recordaba. Hasta aquel momento y durante las temporadas anteriores, me había ido acostumbrando a entrenar pensando en competiciones, en apuntarme a cualquier prueba, y ver el atletismo popular, social, el de salir a correr “por correr”, me encantó. Me encontraba con gente que, si bien hacían sus entrenamientos organizados, conocían sus límites, algo que a lo que yo, hasta ese momento, no había prestado lo que se dice atención, pero, lo más importante, vi a unos atletas que sabían disfrutar de cada kilómetro que recorrían con las zapatillas y las mallas, un disfrute que me resultaba un tanto peculiar, pues era ver el paisaje, estar con un grupo grande e ir compartiendo experiencias, era no hablar permanentemente de marcas u objetivos competitivos. Era, simplemente, correr. Todo ésto, aunque en un grupo más reducido respecto a los que yo recordaba, fue lo que volví a sentir el sábado de la semana pasada. Rodar junto a Sera, Julio, Quina… fue una gozada. Con el que más kilómetros compartí en aquella sesión fue con Ángel, un atleta que sabe lo que es correr realmente rápido (puestos a hablar de marcas, algo que no me gusta demasiado, me comentó que llegó a hacer poco más de 30 minutos en los diez kilómetros y 1h17' en la media, ésta última después de retomar la actividad atlética tras unos años ausente) y que, para mi, es un ejemplo a seguir. Un atleta que ha tenido diferentes problemas de lesiones y que ha sido incapaz de hundirse. Ha sabido ir adaptándose a las circunstancias que aparecían en cada momento, y aunque, como fuimos hablando, el estado de forma quizá no fuera el que nos gustaría a ninguno de los dos, lo importante era no hundirse y poder seguir corriendo. “Alejandro, no pienso dejar de correr porque es lo que me hace ver que sigo vivo”.

La verdad es que he acabado siendo lo que, durante unas cuantas temporadas quise evitar: un atleta trotón. Durante bastante tiempo me resultaba casi impensable lo de salir a correr por correr, sin tener en mente algún cross o alguna carrera popular. Lo mismo me sucedía con los entrenamientos de calidad. Si bien no me gustaban demasiado las series, no me solía costar hacerlas a nivel mental, o sino, me gustaba hacer cambios de ritmo o cuestas, ambas cosas bastante habituales en mis rodajes por Valorio o la orilla del Duero. Sin embargo, hubo un pequeño punto de inflexión al empezar la temporada 2013-2014, cuando decidí apartarme y empezar a entrenar por mi cuenta. Durante cierto tiempo seguí acudiendo a competiciones sin ningún objetivo claro, solamente disfrutar, y de hecho, a mediados-finales de aquella temporada creo que ha sido el momento en el que he alcanzado mi mejor pico de forma, pero ya había algo diferente: no miraba los calendarios de las carreras, solamente me apuntaba a las carreras que me salían por el Facebook y que me comentaba algún conocido, quitando, además, varias habituales, como, por ejemplo, la milla de La Horta o el cross del Ajo. Podríamos decir que me fui apartando de una manera progresiva de las competiciones, hasta que llegó un punto en el que no participaba ni en la mitad que en otras ocasiones. Las series, había épocas de retomarlas y épocas de dejarlas, pero cada vez fui dejando más espacio entre ellas, hasta llegar al punto de pasar dos años entre entre la última sesión que hice y la de hace un mes. Por otro lado, esa venilla competitiva, de intentar ir lo mejor posicionado posible dentro del grupo, se fue poco a poco desvaneciendo, y mi único objetivo en las carreras pasó a ser el de disfrutar con un dorsal puesto. Si podía correr a 3'40, pues encantado, pero si mi estado de forma no me permitía ir por debajo de los 4'00 min/km, tampoco pasaría nada.

La verdad es que la filosofía de atleta popular, de correr por correr, sin otro objetivo que disfrutar haciendo rodajes y despejarme cuando, por otros motivos, me encuentro cargado, me resulta muy agradable y, si soy sincero, no tengo previsto retomar otra vez las sesiones de calidad. Ésto no deja de ser una afición y donde realmente debemos rendir los que no nos dedicamos de manera profesional a esto es en otros ámbitos. Para algunas cosas soy un poco maniático (o, mejor dicho, un poco “machaca”), como puede ser, por ejemplo, en hacer varios kilómetros o en entrenar mis seis días semanales, salvo que alguna semana esporádica salga en bicicleta (que últimamente es solo cuando estoy lesionado, sino, prefiero las zapatillas a los pedales), pero prefiero quedarme como estoy ahora mismo que retomar las series. Es un pensamiento que me resultaría un poco complicado hace un tiempo, pero que me alegro de haber conocido. Creo que uno de los errores que he cometido a lo largo de este tiempo es no haber conocido antes esta manera de entender el atletismo y, en general, el deporte.

Una cosa que he ido intentando en este “proceso”, por llamarlo de alguna manera, de ser un atleta casi que “obsesionado” con competir a ser más trotón, ha sido el de intentar conocerme algo más a nivel deportivo, lo que luego he intentado llevar a otros ámbitos. La verdad es que muchas veces (ojo, no digo que esté mal) nos centramos en hacer lo que cada día nos marca un entrenador, pero nos olvidamos de escuchar a nuestro propio cuerpo. A nivel personal, me he dado cuenta de la importancia de escucharlo, al menos de vez en cuando, dejando en un segundo plano las pulsaciones (en los últimos cuatro meses me lo he puesto un par de semanas) y solamente mirando los kilómetros o el tiempo que llevo recorridos, también haciendo más bien poco caso a los ritmos. Podría decir, por ejemplo, que hace un par de semanas, el primer día que fui con el grupo de Valorio, en el kilómetro cinco llevábamos una media de en torno a los 5'20 min/km, y la verdad, le di más importancia a la conversación con Ángel que al ritmo que llevábamos en ese momento. Otra de las cosas que he aprendido ha sido a probar entrenamientos conmigo que en otras circunstancias seguramente no hubiera hecho. En los escasos momentos que he estado haciendo series, he ido investigando con diferentes entrenamientos, con el objetivo de ver con cuáles me encontraba mejor. De ahí saqué algunas conclusiones. Por un lado, pude confirmar que las series cortas no me gustaban absolutamente nada. Y por otro, que disfrutaba muchísimo más haciendo rodajes que con las sesiones de calidad. Y la verdad, es algo que recomiendo: probar con nosotros, ver qué entrenamientos nos vienen mejor y cuáles peor, y ver qué sensaciones tenemos corriendo sin pulsómetros o sin mirar los ritmos.

Para cerrar el artículo, que creo ha salido demasiado largo, voy a añadir un párrafo que me ha surgido a última hora. Después de todo el rollo que he soltado, este domingo me he apuntado a una prueba en Bobadilla del Campo (Valladolid), sobre una distancia de ocho kilómetros. Creo que, después de lo escrito en los párrafos anteriores, mi objetivo es más que claro en este evento: disfrutar. No me he marcado ir a un ritmo concreto o ver si estoy con opciones, por ejemplo, de subir al podio. Voy a hacer algo que sé que viene muy bien para disfrutar, pues ya lo he experimentado en otros eventos: salir y ver qué me dejan hacer las piernas. Si mi estado de forma no me permite ir por debajo de 4'30, pues a conformarse, y si voy a 4', pues bienvenido. Voy a ir a lo que las piernas pidan, teniendo claro cuál es mi sitio y sin querer estar en los que no me corresponden. La época de querer ir lo más delante posible, corriendo incluso por encima de mis posibilidades (hubo una época que no había manera de bajar de las 195 pulsaciones medias ni estando de cachondeo) ha quedado en el pasado.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.


No hay comentarios: