sábado, 5 de mayo de 2018

Argusino de Sayago

La presa de Almendra siempre ha levantado en mi cierta sensación de “admiración”. Una construcción de unas características más que llamativas, con una altura de unos 202 metros. Y no solo éso, sino la gran cantidad de agua que tiene y todo lo que se esparce tanto por pueblos zamoranos de la comarca de Sayago como por pueblos salmantinos. Pero, sin lugar a dudas, una de las cosas que más me llamaba y me llama la atención es saber cómo era aquello antes de su construcción, allá por los años 60, y saber en concreto qué había debajo del agua. Un día, hace ya algún que otro año, me puse a investigar por Internet en busca de una solución a estas últimas curiosidades. De una a otra web y de un vídeo a otro de Youtube, me encuentro con un nombre. Empiezo a saber que, bajo las aguas de la presa de Almendra hay un pueblo. Siguiendo con mis “investigaciones”, descubro que éste se llama Argusino, y que hasta septiembre de 1967, fecha en la que las aguas de la presa se lo llevaron, fue un pueblo más de la comarca zamorana de Sayago. La verdad es que viendo artículos y entrevistas tanto por webs como por Youtube de personas nacidas en Argusino y descendientes del mismo contando su historia, han levantado en mi una sensación de curiosidad enorme. Para hoy, me gustaría escribir sobre este pueblo sayagués y, sobre todo, de todos esos sentimientos que me han ido apareciendo según he ido leyendo y escuchando cosas sobre el mismo.
Argusino. (Foto: Argusino Vive).
Argusino, fue una población con unos cuantos siglos de historia. Debido a su cercanía con la provincia de Salamanca, por él pasaba el río Tormes, y se caracterizó por ser un pueblo bastante completo. En él había viñas, árboles frutales, pastos, tierras de cultivo, encinas y robles, además de contar con otros “artilugios”, como podían ser el molino, fuentes e incluso un batán. Un pueblo típico de la zona de Sayago, cuya fiesta se celebraba el primer domingo de mayo con una romería, que se ha mantenido hasta la actualidad, cuando la zona de la ermita, cerca de Salce, se llena de argusinejos, bien hijos o descendientes, pero argusinejos al fin y al cabo. Generaciones y generaciones de personas vivieron allí, trabajando por los caminos circundantes a Argusino. Muchas fueron las familias que habitaron sus casas, recorrieron sus calles, hicieron actos religiosos en la iglesia de Santa María Egipciaca o acudieron a su romería y correspondiente ofertorio, allá por el mes de mayo.
Salida de la primera edición de la carrera de Argusino.
(Foto: SmartChip).
Fueron pasando los años, Argusino siguió escribiendo su historia, pero llegó un momento en el que, por desgracia, esa historia se vería cortada. A mediados-finales de los años 60, los habitantes de esta localidad sayaguesa se ven obligados a abandonar el pueblo en el que se han crecido, han ido a la escuela y en el que, muchos de ellos, han formado una familia, un pueblo en el que han vivido sus antepasados desde muchas generaciones anteriores. La presa de Almendra, con su impresionante pared de hormigón, inundará Argusino en el mes de septiembre de 1967. Los argusinejos se ven obligados a dejar todos sus recuerdos bajo las aguas del embalse, pero, quizá, hay algo aun más duro que dejan atrás: a todos sus familiares enterrados en el cementerio, el cual ha aparecido en ciertas ocasiones, cuando ha bajado el nivel de la presa. Momentos durísimos. Los argusinejos tuvieron que buscarse la vida como pudieron, por diferentes lugares de la provincia, de otras cercanas e incluso del resto de España.
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Presa de Almendra. (Foto: Salamanca RTV al Día).
Unos pocos años más tarde de la inundación del pueblo, se levantó la ermita de la Santa Cruz , cerca de Salce, también en Sayago. Esta ermita sirve de punto de encuentro para todos los hijos y descendientes de Argusino, y es aquí donde, 50 años después de la inundación, se sigue haciendo la romería y el correspondiente ofertorio. Con el paso de los años, suceden un par de cosas importantes, cuyo objetivo principal es evidente: evitar que el nombre de Argusino caiga en el olvido. Por un lado, se publica el libro titulado “Argusino, un pueblo que duerme bajo las aguas”, cuyo autor es José Miranda, en el 2008, cuando habían pasado 41 de la inundación del pueblo. Por otro lado, en el 2017, se crea la asociación cultural Argusino Vive, cuyo objetivo es intentar juntar, de alguna manera, a los argusinejos y descendientes y, por otro, aprovechar este 50 aniversario para desarrollar unas cuantas actividades que sirvan para recordar al pueblo sayagués inundado.
Argusino, con su iglesia al fondo. (Foto: Argusino Vive).
¿Qué fue lo que sintieron los habitantes de esta población sayaguesa cuando tuvieron que marcharse del pueblo que les vio crecer? ¿Cómo tuvo que ser el hecho de dejar atrás a los familiares enterrados, sabiendo que poco después el cementerio de Argusino estaría inundado? La verdad, tiene que ser muy, muy duro abandonar los lugares en los que has crecido, en los que han vivido generaciones y generaciones de tu familia, sabiendo que no vas a poder volver allí, porque en poco tiempo, el pueblo ya no existirá. Por el motivo que fuera, tampoco se construyó otro pueblo, por lo que los argusinejos tuvieron que buscarse la vida como pudieron por pueblos cercanos, tanto de la parte de Zamora como de Salamanca, e incluso muchos optaron por marcharse a lugares más lejanos.
Imagen de Argusino en uno de los momentos
en los que ha bajado el agua de la presa de Almendra.
(Foto: Argusino Vive).
Está claro que la construcción de la presa de Almendra, a la cual ahora quieren denominar presa de Argusino, era algo necesario para lo que se denominaba como “progreso”, y claro ejemplo es que cincuenta años después sigue funcionando, pero, bajo mi punto de vista, y sin querer remover en algo duro y que sucedió hace muchos años, creo que aquí falto algo fundamental. Si bien, como decía, esta construcción era importante para conseguir energía eléctrica, algo sin lo cual nos sería realmente complicado vivir, sobre todo actualmente, cuando casi todo depende de dicha energía, creo que no hubiese estado de más que, desde la institución que correspondiera, se hubiese ayudado a los argusinejos en la creación de un poblado que acogiese a todas las personas que vivían en Argusino. Debemos tener en cuenta que esta gente se marchó dejando de lado, en muchos casos, toda su vida. Puede que el hecho de vivir en un pueblo de nueva creación no fuese lo mismo que vivir en su Argusino natal, pero habría permitido a las personas poder seguir viviendo todos juntos.
Logotipo de la asociación cultural "Argusino
Vive". (Foto: Sentir Zamora).
Me gustaría aplaudir la iniciativa que han tenido argusinejos y descendientes a la hora de formar la asociación cultural “Argusino Vive”, que aparece unos meses antes de que se cumpliera, ya el año pasado, el cincuenta aniversario de la inundación del pueblo, con un propósito claro: que Argusino no caiga en el olvido. Gracias a dicha asociación, el año pasado se hacen una serie de actividades un tanto diferentes, para que la gente recuerde que, bajo las aguas de la presa de Almendra, hay un pueblo sayagués. Me gustaría animarles desde aquí para que sigan manteniendo el nombre de Argusino. Y, por supuesto, les animo a seguir con la romería, la cual se ha seguido manteniendo desde hace muchos, muchos años, a pesar de todo lo que pasó en el 1967, una romería que este año tendrá lugar mañana con diversas actividades.

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