lunes, 28 de mayo de 2018

Negocios en el mundo del deporte

Muchas veces intento no “cabrearme” con muchas de las cosas que leo a través de las redes socailes o medios de comunicación respecto al tema de eventos populares, sobre todo relacionados con el atletismo, que es lo que más sigo, pero resulta muy complicado no hacerlo. En estos he leído una noticia que, posiblemente sea la gota que colma el vaso: resulta que se va a celebrado en el zamorano bosque de Valorio unas pruebas de la famosa Farinato Race y me he enterado de que hay un Campeonato del Mundo. Voy a intentar explicar el por qué de mi “cabreo” y, a la vez, aportar alguna solución.

Puede que sea muy de la vieja escuela en cuanto a temas atléticos se refiere, pero debo reconocer que muchas de las situaciones que veo ahora en este mundillo no acaban de cuadrar en el concepto de atletismo que a mi se me enseñó en su día,, cuando comencé a correr con Teo. Pista, asfalto y cross. Si estamos centrados en el asfalto, por ejemplo, el cross nos puede servir como entrenamiento de calidad, igual para llevar el invierno de cara a ciertas pruebas en pista porque, como muchas veces nos decía Teo, “el cross vale para preparar muchas distancias”. Hacáimos series alternadas con rodajes (casi siempre, también es cierto, pero ésto es otro tema del que ya he hablado muchas veces), y siempre se nos insistía en llevar una preparación acorde a lo que fuéramos a preparar. Consejos lógicos que nos decían siendo ya Infantiles o Cadetes, pero que, por lo visto, se nos olvidan con una facilidad pasmosa.

Aquí es donde comienza la primera parte de mi “enfado”, algo de lo que ya he hablado (o, mejor dicho, escrito) en vairas ocasiones. No comprendo como nos dejamos llevar en muchas ocasiones por el echo de que una distancia nos pueda resultar “llamativa” para coger y apuntarnos sin tener un mínimo de kilómetros, ya no de preparación específica, en las piernas. Una prueba de 10 kilómetros, que en muchas veces nos las tomamos como un “juego”, puede ser muy larga para una persona que lleve dos meses corriendo y no haya hecho rodajes de más de 35 minutos. Lo mismo sucede con la media o la maratón. Pero los corredores (lo digo por propia experiencia, sino ahora no estaría como estoy) somos muy brutos, y en cuanto vemos que hemos corrido tres pruebas de 10.000 metros, nos venimos arriba, hacemos un par de rodajes de 15 kilómetros, ¡y a correr medias maratones! También puede ocurrirnos algo muy habitual: preparar una prueba específicamente y lesionarnos a falta de mes y medio para la competición en cuestión. Si estamos parados u mes, podremos volver a correr dos semanas antes del objetivo. Si no es una distancia muy larga (10 kilómetros, por ejemplo) y en un circuito no muy exigente (cross, cuestas, montaña…) podremos salir con la única y exclusiva idea de hacer un rodaje y ya habrá más pruebas. Pero si ya hablamos de medias maratones, lo suyo sería quedarse en casa, porque, siendo sinceros, no sería muy lógico meternos 21 kilómetros para el cuerpo en estas circunstancias. Aun así, nos encontraremos con casos de corredores que salen en pruebas de larga distancia, publicando tal “azaña” en la red social de turno con comentarios de lo más curiosos. Para mi, ésto no es un indicador de orgullo, sino más de pensar poco en nuestra salud y en las lesiones que pueden acarrear tal salvajada.

Y si ya hay locuras con pruebas de 21097 metros, no imaginemos con la maratón y pruebas de montaña. Está bien que nos motiven estos retos tan largos, pero debemos ser conscientes de cuáles son nuestros límites. Por ejemplo, no veo lógico que muchos corredores se apunten a pruebas de maratón para hacer muchos de los kilómetros caminando y llegar a meta en seis horas. Yo soy de los que piensan que en competiciones tan largas hay que acortar más el tiempo máximo de llegada a meta, porque no entiendo como algo saludable para nuestro organismo lo de participar en pruebas de 42 kilómetros (y en medias, pero en la “entera”, al ser más distancia, todo esto se encuentra mucho más acusado) sin estar debido preparado y pretendiendo acabar a toda costa, poniendo nuestra propia salud en salud e incluso teniendo que para a caminar en un montón de ocasiones. No todo vale para poder decir “que he acabado una maratón”. Hasta no hace mucho, los atletas que se decantaban por esta distancia habían “visto” ya muhco atletismo, llevaban varios años corriendo diferentes distancias, y, en cierta medida, correr los 42195 metros era como llegar a la parte más alta de su carrera deportiva. Gente, a fin de cuentas, ya muy hecha dentro del mundo del deporte. Se hacían muchos kilómetros dentro de la preparación, y, aunque sin miedo, siempre estaba el respeto a la prueba de Filípides. Ahora, todo éso ha cambiado y parece que toro sirve para correr una maratón, y no es a´si. ¿Todo el mundo está preparado para correr tantos kilómetros? Respetando a todo el mundo, me parece que no todos los deportistas están capacitados para acabar estos42 kilómetros. Y no quiero resultar soberbio, no es para nada mi intención, pues, creo que soy el primero no apto para participar en una maratón, pues, por un lado, no he “trillado” lo suficiente la distancia inmediatamente anterior, la media maratón, sino que tampoco me considero una persona capacitada para hacer tantos kilómetros. Me gustaría llegar a poder preparar una media maratón bien preparada, con sus series y demás, pero no hacerlo para esos 42 kilómetros.

¿Soluciones a ésto? Lo primero de todo, mucha paciencia y cabeza. Lo suyo sería buscar un entrenador (con experiencia como atleta, a poder ser con unos cuantos años a la espalda y, además, con una formación) o, por lo menos, intentar leer todo lo que se pueda sobre entrenamientos, contrastando la información que nos encontramos por Internet y, a partir de ahí, empezar a elaborar nuestro propio plan. Pero, sobre todo, apliquemos la lógica y pensemos que lo ideal sería poder estar el máximo tiempo posible corriendo (con “tiempo” creo que queda claro que no me refiero a las horas o minutos, sino a meses y años) sin lesiones y disfrutando con lo que hacemos. Seguir un método progresivo, aumentando poco a poco los kilómetros, y dejando las pruebas de larga distancia para el momento adecuado, no para cuando “nos pueda el ansia”. Puede que yo no sea la mejor persona dando estos consejos, pues soy el primero que mete la pata en muchas de estas cosas y, como muchas veces he comentado, soy muy reacio a tener un entrenador (ya hablaré en otra entrada, entre otras cosas, de esto), pero hay que reconocer que, en la inmensa mayoría de las ocasiones, se agradece tener a alguien que, aunque no te haga directamente un plan de entrenamiento, al menos te aconseje sobre qué sería lo adecuado para cada momento.

Por otro lado, este fin de semana se ha celebrado en el zamorano bosque de Valorio una prueba del Farinato Race sobre diferentes distancias. A lo largo del circuito, los deportistas tendrían que solventar diversos obstáculos de lo más curiosos. Desconozco quién fue el “inventor” de estos eventos, pero creo que se ha ido mucho de las manos, hasta el punto de hacer un Campeonato del Mundo. Debo reconocer que, bajo mi punto de vista, éste evento no deja de ser un invento más para hacer un negocio vinculado al mundo del deporte y, en concreto, de las competiciones, no tengo muy claro de qué deporte. Puede que yo sea muy de la vieja escuela y no acabe de pillarle el truco a esto, pero muchas veces me acuerdo de un comentario que leí en una red social, en la cual, una persona decía algo así como “ahora la gente pone dinero por hacer lo que nosotros hacíamos obligados en la mili”. Es cierto que también se obligaba a correr, y ahora está de moda, demasiado me atrevería a decir, pero, a diferencia de estas pruebas, una persona puede decidir si pagar o no para salir a correr, basta con calzarse unas zapatillas, ropa deportiva y salir, mientras que para estos eventos, tienes que poner dinero sí o sí, pues es la única manera de encontrarse en esa situación de tener que pasar todos los obstáculos.

La verdad, y aunque pueda parece mentira, en muchos aspectos de este deporte, me gustaría retroceder unos pocos de años atrás, cuando el “ranin” aun no existía, y la gente que practicaba “footing” lo hacia con mucha más cabeza que los actuales “raners” (de hecho, para mi no tiene mucho que ver un concepto con el otro) y lo que predominaba eran los “atletas”, gente que competía, pero que, ante todo, era plenamente consciente de cuáles eran sus límites y de la importancia de llevar un buen entrenamiento de cara a las pruebas para las que se estaban preparando. Una época en la que el atletismo era cross, asfalto y pista y donde primaba el deporte frente al negocio. Nada más y nada menos.

Nos vemos… haciendo deporte, claro.

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