Nos
encontramos en un momento cuanto menos peculiar. No podemos salir de
nuestras casas debido al dichoso coronavirus, lo que nos implica a
que no podemos la inmensa mayoría de las actividades que hacíamos
al aire libre. Ésto, como es lógico, nos afecta a los que somos
aficionados a cualquiera de los deportes. Hagamos el que hagamos,
ahora nos vemos limitados a estar metidos en nuestras casas. Algunos
tendrán la opción de utilizar rodillos de bicicleta o cintas de
correr, mientras que otros optarán por hacer estiramientos o
ejercicios de fortalecimiento para que la vuelta a los
entrenamientos, aunque traumática, lo sea un poquito menos. Pese a
ello, nada mejor que salir al aire libre y hacer unos kilómetros por
nuestros lugares habituales de entrenamiento. Porque, lo queramos o
no, un rodillo o una cinta nos pueden ayudar a hacer algo de
ejercicio y mantener de una manera mínima algo de la forma física,
pero no es comparable a hacerlo por cualquier sendero.
Esto
de no poder entrenar lo estoy viviendo mal, pero imagino cómo deben
estarlo pasando los deportistas de alto nivel. El deporte, sea el que
sea, es su trabajo. Su sueldo depende de su rendimiento. Y el verse
en casa, sin poder entrenar de una manera adecuada, no creo que sea
de su agrado. Además, siendo 2020 año olímpico (en teoría, la
práctica es que será 2021), muchísimos de ellos se han puesto como
objetivo estar en esta gran cita deportiva. Muchas horas de
entrenamientos, muchos kilómetros y series, para intentar
clasificarse a las Olimpiadas y, al final, tocará esperar al 2021
para poder verse ahí. La verdad es que no sé qué criterios seguirá
la organización de dichos Juegos, pero creo que los deportistas que
ya tuvieran su plaza, se debería de mantener para el próximo 2021,
y solamente que queden “en juego” las que aun no estaban
decididas. Y, aunque aplaudo la idea de que se hayan programado para
el año que viene, pues me parecería una auténtica locura que se
quisieran celebrar en 2020 con la que está cayendo (debe primar la
salud de las personas, no lo olvidemos), también imagino que ahora
muchos estén preocupados por lo que les cueste llegar al punto de
forma adecuado dentro de un año. Todos los entrenamientos habían
estado programados para una fecha concreta, que era el verano de
2020. Ahora, no sabemos cuándo se podrá empezar a entrenar de nuevo
sin ninguna restricción y, a partir de ahí, habrá que ver si el
tiempo es suficiente para que los deportistas logren llegar en las
condiciones físicas que requieren unos Juegos Olímpicos. Claro, que
mucho mejor en este aspecto que sea 2021 que 2020, pues entonces la
forma sí que iba a ser muy justita. Por lo menos, algo más de
tiempo que para este verano habrá… si es que para verano ya
podemos estar haciendo ejercicio físico al aire libre.
Siguiendo
la rienda del atletismo, la verdad que no les he seguido de una
manera muy exhaustiva salvo a unos pocos corredores de maratón. Y si
hay un atleta del que me gustaría escribir es del soriano Daniel
Mateo, un grandísimo atleta al que empecé a seguir tras mi primer
verano por Soria y que lleva ya varias temporadas llamando la
atención en pruebas tanto de pista como de campo a través,
consiguiendo unos resultados más que envidiables. Sin embargo, su
paso a las pruebas de larga distancia le ha llevado a que se hable
aun más de él. Debutó en la distancia de los 42 kilómetros
logrando una gran marca de 2h10'53. De ahí, a correr el Mundial de
la distancia, que completó en 2h12'15”. Muchas horas de
entrenamiento para poder clasificarse y un claro ejemplo de todo lo
que tiene que pelear un deportista de alto nivel para poder
clasificarse a unos Juegos Olímpicos. Y, además, en el caso del
atleta soriano, aparte de dicarse al atletismo de alto nivel trabaja
como ganadero. No es, desde luego, una tarea sencilla. Por eso, creo
que debemos valorar siempre, y en estas circunstancias más que
nunca, el enorme esfuerzo que tiene que hacer esta gente para estar
ahí. ¡Mucho ánimo a todos los que tengáis la plaza, y a seguir
peleando por las que aun quedan!
A nivel personal, la verdad que me está costando bastante el tema de estar tanto tiempo quieto. Cierto que me considero una persona muy casera, pero venía de una rutina que consistía en lo siguiente: levantarme, salir a rodar, ducha, estudiar por la mañana y por la tarde (salvo las semanas previas a esto del confinamiento, en las que por las tardes hacía un curso) y cena. Esta rutina se vio modificada estos últimos veranos, en los cuales cambié las horas de estudio por las horas de trabajo. Vamos, que el salir a la calle, bien para correr o bien para trabajar o estudiar, estaba a la orden del día. Además, el atletismo me permitía despejarme si había estado por la mañana trabajando o prepararme desfogándome un poco si tocaba hacerlo por la tarde. Así, ahora me veo extraño estando tantas horas “enclaustrado” en casa. Cierto que ahora me encuentro trabajando, pero me falta esa parte física, esos kilómetros que, como decía, empleo para despejarme o para prepararme, según en qué turno me toque trabajar. Me falta, como en alguna ocasión he escuchado, “soltar las endorfinas”. Claro, que mientras estoy trabajando me encuentro lo suficientemente ocupado durante siete horas como para que la cabeza no esté dando vueltas constantemente a que no puedo correr, pero el día son 24 horas, por lo que me quedan otras diecisiete para pensar en que no puedo correr y ponerme de morros. La verdad que, como ya he comentado en alguna ocasión a varios conocidos, me resulta muy extraño que me haya tocado parar y no sea mi cuerpo el que, a través de dolores varios, me haya obligado a parar. Ésta vez no ha sido ni el Aquiles, ni las costillas, ni las contracturas ni los dolores no sé donde. Ésta vez ha sido un virus con una capacidad de contagio más que considerable. Ésto nos lleva a que, entre todos, debemos colaborar, y si nos dicen que no podemos correr, pues nos toca aguantarnos. Pero, desde luego, no es una situación a la que ninguno estemos acostumbrados, pues es algo nuevo y que ninguno hemos vivido, al menos la gente tanto anterior a mi generación como la mía. Porque, si nos remontamos a dos generaciones atrás, a los que vivieron la Guerra Civil, seguramente vivieron situaciones como estas.
Pero
bueno, que, como ya he comentado en alguna otra ocasión, no quiero
meterme en temas políticos. Así que a lo que iba. Decía que me
está costando quedarme en casa y que, si bien es cierto que durante
el tiempo que estoy trabajando me centro en eso y no tengo opción a
pensar en nada más, una vez que mi jornada laboral acaba, mi cabeza
se traslada de una manera automática a pensar en cuánto durará
este confinamiento y, por lo tanto, qué día será el que podamos
volver a calzarnos las zapatillas y salir a hacer unos kilómetros y,
por lo tanto, empezar a plantearnos una serie de objetivos con el
dorsal en la espalda. ¡Si ya hasta me apetece hacer series! Por
ahora, sabemos que aun nos quedan otras dos semanas más hasta saber
qué medidas se tomarán. ¿Tendremos suficiente con un mes o aun nos
tocará esperar más? Por ahora, no lo sabemos ninguno a ciencia
cierta. Por ahora, lo único que tenemos fijo es que el mes de parón
no nos lo va a quitar nadie. Pese a ello, mi cabeza sigue dándole
vueltas a qué distancia podría ponerme como objetivo y cómo
organizar los entrenamientos. Lo que tengo claro es que, después de
este periodo parado, debo comenzar haciendo la famosa “base” de
los ciclistas. Y esta vez tengo claro que voy a introducir una serie
de modificaciones. La principal, alargarla hasta las 16 semanas. La
verdad que es un periodo largo de tiempo, pero prisa tampoco voy a
tener. El único objetivo durante ese tiempo es acumular kilómetros.
Crear una buena base. A partir de ahí, y teniendo en cuenta que las
series no entran en ninguna de mis ideas (me niego a hacerlas),
buscar alguna prueba y empezar con ella. ¿Distancia? El 10.000 me
encanta, ya lo he comentado en varias entradas, aunque me he quedado
con la espinita de no haber podido participar en la media maratón de
Zamora, una prueba por la que estaba bastante ilusionado y que,
gracias al virus, ha sido una de las muchas competiciones que se han
visto aplazadas. Entre ambas distancias estará la cosa. Como decía,
nada de series, todo basado en los kilómetros.
En
definitiva, esperemos que el tema del estado de alarma, y sobre todo
del dichoso coronavirus, desaparezca lo antes posible y todos podamos
retomar las rutinas que teníamos antes de que todo se diera la
vuelta. Aunque no es una tarea sencilla, debemos tirar de mucha
paciencia e intentar llevar esto de la mejor manera posible. Desde
luego, fácil no va a ser, pero seguro que si ponemos cada uno de
nuestro lado, acabaremos consiguiéndolo.
Nos
vemos (o nos veremos)… haciendo deporte, claro.
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