“Correr forma parte de
mi. Es mi naturaleza. Lo necesito para sentirme vivo”. (Pedro Nimo
del Oro).
Me pongo a escribir cuando
faltan apenas diez días para que se acabe el mes de abril. En otras
circunstancias, me pondría a escribir encantado de que el buen
tiempo ya hiciera acto de presencia o de que los días ya vayan
siendo cada vez más largos, pero ahora mismo, éso es algo que, en
cierta medida, nos da bastante igual debido a las circunstancias que
estamos viviendo al estar confinados durante tanto tiempo en nuestras
casas. No tenemos ninguna opción de ocio al aire libre más allá de
sacar a los perros (los que tengan), pero siempre durante el tiempo
indispensable. Ésto, al menos en mi caso, me lleva a estar
constantemente “comiéndome” la cabeza con algo que es muy
importante para mi: el atletismo.
Lógicamente, no soy ni de
lejos un atleta de alto nivel, por lo que el deporte no es mi manera
de ganarme la vida. El cómo me gane la vida nada tiene que ver con
el mundillo ya no del atletismo, sino del deporte en general, pero
está claro que, a menos en mi vida, éste tiene un papel
fundamental. Desde que comencé a entrenar con Teo en 2009, y más
especialmente desde que lo hago por mi cuenta (por aquello de haberle
dado más preferencia a la carrera continua que a los entrenamientos
de series y semejantes), me he dado cuenta de que el simple hecho de
calzarme unas zapatillas y salir a hacer unos cuantos kilómetros me
sirve o bien para preparar mi cabeza y mi cuerpo para el día que
viene (si tengo la opción la salir a rodar por la mañana, momento
que, dicho sea de paso, es el que más me gusta) o para “soltar”
después de varias horas estudiando o trabajando. Además, con todas
las lesiones que he tenido en las últimas temporadas, creo haber
aprendido a darle un valor aun mayor a esas sesiones de kilómetros a
orillas de nuestro río Duero o por este espacio verde tan bonito que
tenemos en Zamora como el bosque de Valorio. Momentos en los que
solamente me acompañan mis zapatillas (últimamente, unas GT1000 y
unas Vomero que justo antes del confinamiento cumplieron los 1000
kilómetros y que aun están para apurarlas algún kilómetro más,
en especial el modelo de Nike) y un reloj GPS que me va diciendo los
kilómetros que llevo, el ritmo instantáneo y medio y el tiempo.
Nada de pulsaciones, solamente escuchando al cuerpo y a las piernas.
Corriendo al ritmo que ellos mandan. Ese rato de kilómetros no me
preocupo por nada más que no sea que las zapatillas estén bien
atadas, el reloj bien cargado y de cumplir con los kilómetros que
tengo previstos para ese día. Y de disfrutar con los kilómetros.
Desde luego.
Y, desde luego, últimamente
estaba disfrutando mucho del atletismo. De correr. Sin más
pretensiones que las de hacer unos kilómetros por mis lugares
habituales de entrenamiento. Orilla del Duero, carril bici, Valorio o
los barrios de Olivares, Cabañales y San Frontis son algunos de los
lugares que normalmente utilizo para hacer los kilómetros de carrera
continua diarios. Por estas zonas empecé andando en bicicleta en mis
primeras salidas, y luego, con el paso de los años, se fueron
convirtiendo en los lugares empleados para machacarme con las
zapatillas. Por ahí me he forjado como deportista, especialmente
como atleta, que es en lo que más he estado centrado en los últimos
años, tras decidir utilizar la bicicleta tan solo en los momentos en
los que estoy lesionado y poco más. Pero, volviendo al principio del
párrafo, en los últimos meses estaba disfrutando de un momento
bastante agradable. No es que estuviera, en cuanto a ritmos, como
nunca, pues me seguía manteniendo en torno a los 5'00-5'10 min/km,
bajando de ahí en ocasiones muy, muy, muy puntuales. Más bien, me
encontraba cómodo. Sin dolores de ningún tipo. Y con eso me valía.
Porque, si no me dolía nada, era señal de que podría segur
haciendo kilómetros. Y con esto me basta, como mucha gente me ha
dicho, para ser feliz. Claro, que eso pensaba hasta que apareció
este virus y, sin ningún tipo de afección (por suerte…), tocó
volver a aparcar las zapatillas.
Comentaba que ésto del
atletismo siempre ha sido una manera de preparar al cuerpo y a la
cabeza para el día, bien para afrontarlo en las ocasiones que puedo
salir a rodar a primera hora de la mañana, o bien para despejarme
cuando me toca hacerlo por la tarde y que ésto funcionó aun más
cuando empecé a entrenar por mi cuenta. Debo reconocer que nunca me
han gustado los entrenamientos de series, siempre les he tenido algo
de “manía”, mientras que siempre he disfrutado muchísimo
haciendo carrera continua. Con Teo, como es lógico cuando te gusta
competir, solíamos introducir sesiones de series. No es que fueran
entrenamientos muy exigentes, más bien diría que en algunas
ocasiones eran más bien algo desordenados, con muchos días sin
apenas un calentamiento previo a las series (días de no llegar ni a
los diez minutos de trote), por no hablar del trote posterior a la
parte de calidad para “soltar”, cuando era inexistente varios
días. Pero bueno, a lo que iba. Tenía asumido que algunos días a
la semana me tocaría hacer series, y, aunque no me gustaban un
pimiento, las hacía. Sin más. Me limitaba a hacer lo que nuestro
entrenador nos mandaba. Sin embargo, cuando nos tocaba era rodar, ahí
entraba “en mi terreno”, donde me lo pasaba realmente bien. Sí
debo reconocer que a partir de más o menos 2012 Teo empezó a
mandarme días de carrera continua más largos los fines de semana y
algún que otro día entre semana, lo que me permitió que mi
disfrute aumentara bastante en esta época, la cual coincidía con mi
etapa como estudiante en el instituto. Por entonces seguíamos
manteniendo los días de series con una estructura semejante,
calentamientos cortos en varias ocasiones (aunque en alguna ocasión,
para mi sorpresa, tuve que hacer alguno de 20-25 minutos) y algunos
días sin trote posterior a las series. Pero a lo que iba, que me
disperso. Las series y el ver que hacíamos calentamientos tan cortos
(no olvidemos que yo soy un atleta que se empieza a encontrar bien en
el kilómetro
cinco del rodaje si no hace un
frio excesivo) y lo de “soltar piernas” era algo casi
inexistente, a mi me “descuadraba” por completo. Empezaba a hacer
la calidad con la misma sensación frío que al principio y, cuando
quería entrar en calor, se me habían acabado las repeticiones. Por
lo tanto, los días de series, acababa por no disfrutar del
entrenamiento y lo de despejarme no acababa de conseguirlo. Más bien
todo lo contrario. Acababa más cargado de lo que estaba al empezar
el entrenamiento.
Pero bueno. El hecho es que
llevamos ya casi mes y medio sin poder hacer nuestros deportes
favoritos. Por ahora, las noticias que nos llegan acerca de que se
dejen practicar deportes como el ciclismo o la carrera a pie no están
confirmadas. Lo más esperanzador que he leído es que son propuestas
que están encima de la mesa, barajándose, pero noticias confirmadas
en este aspecto, pocas. Está claro que todos los que somos
aficionados a estos deportes estamos deseando salir a nuestros
lugares habituales para hacer unos kilómetros, pero debemos ser
todos conscientes de hacer bien las cosas para que ni nos contagiemos
ni nos toque volver a confinarnos en nuestras casas. Lo más lógico
es que se nos permita hacer ejercicio físico en solitario, nada de
grupos, e intentado dejar la máxima distancia posible con el resto
de personas que nos podamos cruzar caminando, corriendo o en
bicicleta. Si se nos permite, seamos consecuentes y hagamos bien las
cosas, por favor. Todos queremos salir, y debemos ser conscientes de
la importancia de poner de nuestra parte para que todo vaya bien. No
me arrepiento de decirlo. Todo sea porque, una vez que se nos deje,
podamos seguir haciendo deporte sin contratiempos ni interrupciones.
¡Colaboremos, leñes!
En definitiva, debemos llevar
esta situación lo mejor que se pueda, y “arribar el hombro” para
que las cosas, poco a poco, vayan mejorando. Entre todos podemos
ayudar mucho para que todo esto que se ha montado con el coronavirus
vaya poco a poco desapareciendo y podamos volver a nuestras vidas
normales. A nivel deportivo, estoy convencido de que tarde o temprano
podremos volver a calzarnos las zapatillas y a hacer unos cuantos
kilómetros.
Nos vemos (o nos veremos)…
haciendo deporte, claro.
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