Han
pasado varios días desde la última vez que publiqué una entrada en
el blog. Desde el pasado 20 de abril, para ser exactos. En este
intervalo de tiempo de algo más de un mes de duración la verdad es
que he ido dejando “para mañana” el tema de la escritura y, al
fina, entre unas cosas y otras, el tiempo sin actualizar el blog se
me ha ido un poco de las manos. La verdad que, como siempre digo, me
encanta escribir y no me gusta demasiado tener este espacio que tanto
me gusta así de abandonado, pero, como suele decirse, “es lo que
hay”.
En
estas semanas sin actualizar el blog hemos tenido que seguir
conviviendo con este dichoso virus que tanto nos ha cambiado nuestras
rutinas diarias y que, por desgracia, ha acabado y sigue acabando con
la vida de tantas personas y que sigue provocando contagios en muchas
personas. También seguimos en el estado de alarma decretado a
mediados del mes de marzo, el cual aun tendremos, al menos, por otras
tres semanas más, tras aprobarse esta semana la prórroga por otros
15 días más. Con todo, poco a poco vamos teniendo ciertas
libertades respecto a las que teníamos por las fechas en las que
publiqué las últimas entradas. Una de ellas, la que más
esperábamos los aficionados a ciertos deportes, se hizo realidad a
principios del mes de mayo: poder volver a realizar nuestros
kilómetros diarios. Digo lo de “ciertos deportes” porque, si
bien correr o andar en bicicleta los hemos podido llevar a cabo,
aunque sea con ciertas restricciones respeto a franjas horarias (de
6:00 a 10:00 y de 20:00 a 23:00 horas) y lugares por donde hacerlo
(dentro del municipio, algo que ha tenido su controversia, sobre todo
dentro del ámbito ciclista), entiendo que algunos deportistas, como
pueden ser los aficionados a la natación, no han podido acceder a
las instalaciones necesarias para llevar a cabo sus correspondientes
entrenamientos. Está claro que solo se permitía el deporte al aire
libre y ésto no lo es, y, a mayores, lugares cerrados como piscinas
o gimnasios son lugares muy peligrosos si hablamos de transmisión
del virus, pero, poniéndonos en la piel de los demás, está claro
que a todos nos gusta realizar nuestros entrenamientos, y ellos han
estado privados durante mucho tiempo.
Debo reconocer que, cuando me enteré de que el primer fin de semana de mayo iba a calzarme de nuevo las zapatillas y poder completar unos kilómetros me dibujó, de forma casi automática, una sonrisa en la cara. Desde entonces, solo estaba deseando que llegara ese sábado dos de mayo para verme completando unos kilómetros. Ésto fue tal, que esa misma noche tenía más nervios que en las noches previas de hace algunas temporadas, cuando iba a las pruebas de campo a través y estaba todo ese mirando el reloj para no quedarme dormido. Y es que, quieras o no, tras prácticamente mes y medio, saber que vas a poder volver a salir era, al menos para mi, un motivo de mucha alegría. Aunque, no lo voy a ocultar, estaba la cara más “amarga” en cuanto a temas de lesiones. Me preocupaba que, tras tantos días sin calzarme las zapatillas, mi cuerpo, y en especial mi tendón de Aquiles, empezaran a quejarse tras completar los primeros kilómetros. Había pasado muchos días haciendo una vida completamente sedentaria, igual que cuando me fracturé las dos costillas hace un par de años. En aquel momento mi tendón de Aquiles, ya bastante maltrecho antes del parón y que al volver en un principio ya no molestaba, empezó a quejarse por la puerta grande a la semana de empezar a entrenar, y me preocupaba que ocurriera algo semejante en esta ocasión. Por suerte, y a diferencia de lo ocurrido en aquella ocasión, no traía molestias previas en la zona y después de cinco semanas no me ha dado, al menos hasta ahora, guerra ninguna. El resto del cuerpo, alguna pequeña molestia por la zona de la espalda, algo que sí es habitual en mi, esté o no corriendo, pero que, por suerte, no me han obligado a parar y, adaptando los ritmos y el terreno, me han permitido seguir rodando.
Los
primeros días corriendo fueron a base de agujetas y por sensaciones,
dejando que fuera el cuerpo el encargado de marcar los ritmos de cada
kilómetro. No hay (y sigue sin haber) prisa por ningún objetivo
competitivo, así que tampoco había motivo que me llevara a forzar
más de la cuenta. En resumidas cuentas, estos días consistieron
básicamente en calzarme las zapatillas y correr. Sin más. El hecho
es que se me pasó por la cabeza la idea de que, completada la
primera semana, podía empezar a organizar un poco las sesiones de
carrera continua, con la cabeza puesta en hacer, como en otras
ocasiones, un pequeño periodo de “base” (una expresión que le
gusta mucho a los ciclistas), pero, al igual que me ha pasado con las
entradas del blog, he empezado con que “para mañana” y, al
final, ha pasado un mes y he seguido corriendo sin una estructura
fija, manteniendo los rodajes por sensaciones y sin un orden muy
claro. En resumidas cuentas, así podría resumir el mes de mayo. He
ido poco a poco aumentando los kilómetros semanales, siempre mirando
al cuerpo y tirando mucho de estiramientos para evitar problemas
mayores.
Y
si comentaba que ahora mismo no hay ningún objetivo en cuanto a
competiciones se refiere, ¿por qué estructurar un poco los
entrenamientos? La verdad es que en estas cinco semanas sin poder
calzarme las zapatillas he tenido el tiempo suficiente como para
replantearme un regreso a las competiciones, y me pareció que este
podría ser un buen momento. ¿Por qué, si las competiciones, al
menos como las hemos conocido hasta ahora, están muy lejanas en el
tiempo? Precisamente por eso. Hay tiempo suficiente para tomarme las
cosas con calma, sin querer ir más rápido de lo que mi cuerpo puede
aguantar, tanto si hablamos de ritmos como si lo hacemos de tiempo.
Me explico. Como decía, las competiciones tal y como las hemos
estado entendiendo tardarán mucho en volver a celebrarse (o deberían
tardar, pues, al fin y al cabo, son lugares donde la transmisión del
virus es muy fácil), por lo que tenemos todo el tiempo del mundo
para, con calma, ir mejorando cada semana, sin ninguna prisa ni
presión por querer llegar bien a un objetivo determinado. En mi
caso, hacer una “base”, como ya he hecho en otras ocasiones, pero
algo más larga en esta ocasión, y, posteriormente (si no hemos
tenido otro rebrote y, por lo tanto, nos haya tocado volver a
confinarnos) empezar a ver cómo está el tema de las competiciones
y, sobre todo, a ver cómo se está desenvolviendo todo lo
relacionado con el virus porque, siendo sincero, creo que es mejor
esperar un mes o dos más y poder juntarnos en una competición
sabiendo todo ésto ya ha desaparecido que, por tener prisa, provocar
un rebrote de contagios. Porque, no nos olvidemos, ya no es solo que
se contagien los participantes de una prueba o los organizadores y
voluntarios, es luego toda la gente a la que éstos pueden contagiar.
De un grupo de 40 corredores en una prueba podemos preparar un
rebrote más que curioso. Por eso, todo con calma. Por ahora, mi
única preocupación a nivel deportivo es, a partir del lunes, poder
empezar a estructurar las sesiones de carrera continua y, poco a
poco, ir completando las sesiones diarias. Con el paso del tiempo
iremos viendo qué va ocurriendo con esto del virus y, con esos datos
sobre la mesa, sabremos cuándo podremos volver a competir. Yo, desde
luego, lo tengo claro: hasta que todo ésto no esté controlado al
cien por cien, y voy a seguir dedicándome a mejorar en los
entrenamientos, pero sin ninguna competición en mente. Ya habrá
tiempo para colgarse un dorsal cuando esto esté más calmado.
¿Distancias
que me gustaría preparar? La duda está entre el 10.000 y la media
maratón, aunque creo que, finalmente, me decantaré por la primera,
pues, al final, es la que más me gusta y creo que aun no he
participado las veces suficientes en pruebas de 10 kilómetros como
para decir que dicha distancia la tengo ya “controlada”. La media
maratón es una distancia que, si bien para hacer alguna muy de vez
en cuando me gusta (siempre y cuando sea para hacerla rodando), creo
que aun se me queda un poco grande si mi objetivo es salir a
competir, sobre todo después de todo este tiempo sin colgarme un
dorsal. Pero está claro que aun es pronto para plantearse marcas o
demás, pues aun no he empezado ni si quiera un plan de entrenamiento
(mi idea es ponerme menos a la obra a partir de este lunes). El campo
a través también me gusta muchísimo, pero, a mi juicio, aquí
ocurren dos cosas. Por un lado, necesito estar federado y ahora mismo
no tengo intención alguna de abandonar mi nuevo club, el Mesa de
Valorio, para volver a uno que me permita participar en eventos donde
se me exija la licencia. Por otro lado, esta temporada he pasado a la
categoría Senior después de haber pasado los tres años de Promesa
bastante apartado de las competiciones de todo tipo, fundamentalmente
por las lesiones (a nivel federado tan solo corrí el cross de
Valladolid de 2017), y está claro que en estas dos categorías y en
este tipo de eventos necesitas correr a unos ritmos a los que para
nada estoy preparado. Se aplica la famosa norma de “atleta doblado,
atleta retirado”, lo que te obliga en muchas pruebas de campo a
través a aplicar esa estrategia de hacer las primeras vueltas al
límite para asegurarte de que no te van a doblar, y una vez que
logras entrar en la última, relajarte. Claro, que esto suele suponer
hacer varios kilómetros a ritmos de 3'30 como muy lento (mejor ser
capaz de correr algo más rápido, no vaya a ser que la carrera en
los puestos delanteros sea más rápida de lo normal y nos los
encontremos pisándonos los talones) y, a nivel personal, veo eso
muy, muy lejos. No sé si llegará el momento de verme corriendo de
nuevo a esos ritmos, pero, de lograr volver a hacerlo, desde luego es
algo que no está a la vuelta de la esquina.
Nos
vemos… haciendo deporte, claro.
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