domingo, 16 de enero de 2011

Crónica de la Carrera Popular de La Rosca


Ayer, a las 18:00 horas se celebró en Zamora, más concretamente en el barrio de La Lana, la Carrera Popular La Rosca, donde, como no podía ser de otra manera, corrí (y volví ganar).
A eso de las cinco y veinte estaba en la salida haciendo mi inscripción. Una vez inscrito, y aprovechando dos situaciones (que no había nadie para inscribirse en ese momento y que todos los allí presentes nos conocíamos de entrenar juntos), Teo me entregó el trofeo de la San Silvestre, ya que hicieron las clasificaciones de los Cadete más tarde, y resulta que yo gané.
Luego, nos fuimos otro compañero y yo a ver el circuito con los pequeños. Dimos dos vueltas, y la verdad es que parecía bastante duro, sobre todo en la última recta, que era cuesta arriba. Pero yo allí era donde podía marcar diferencia. El resto del circuito (de unos 750 metros), era algo peligroso en una zona donde pasabas de una bajada considerable a un tramo de acera, pero eso, por suerte, lo corrigieron antes de que saliéramos todos.
Las competiciones de los más pequeños estuvieron muy entretenidas, la verdad, ya que ponían aunténticas caras graciosas: unos no sé sabía muy bien si iban agotados o si iban felices, otros, iban tan contentos aunque fueran los últimos (eso ya en nuestras categorías, si vas a disputar, es impensable), etc.
Después de que corriera Manuel, nos tocaba salir a nosotros. El que daba la salida ya va siendo lo que yo llamo "cara conocida", porque creo que ha dado la salida en la mayoría de las carreras que he corrido en Zamora. Mientras los jueces se aclaraban con lo que se tuvieran que aclarar, nos montamos cierta "tertulia" otro atleta, el que daba la salida y yo. El atleta decía que yo corría muy rápido. El de la salida decía que no se preocupase, que a lo mejor no lo doblaba, y yo decía que no corro nada. Al final, llegamos a la conclusión de que yo solo aprieto en competición (cosa que, por un lado, no es del todo cierta, yo me pico hasta con el carrito de los helados, como dice mi padre).
De salida ya iba escapado, como suele ser costumbre (los que me habéis visto correr desde las vallas lo sabéis). Pero esta vez tuve otro atleta pegado, a unos 50 metros todo el rato. Había una desventaja: ambos corremos juntos, por lo que él sabía cómo reaccionaba yo en cada terreno (además, habíamos estado viendo el recorrido entrenando y calentando), por lo que eso no era bueno. Por suerte, pude mantener los 3:26 min/km durante los 1.500 metros que hicimos, aprentando siempre en la cuesta arriba de la última recta, el terreno donde siempre voy bien. En la última vuelta tuve que apretar un poco en la bajada, porque sino, el compañero me cogía. Pero llegué a la subida y allí sí que subí el ritmo. Llegué a meta con todos los compañeros del club aplaudiendo. Levanté los brazos, paré y estuve un momento andando. Luego nos mandaron a los cinco participantes a coger el chorizo, la rosca y la medalla que nos daban a todos, y los cascos para la música y la mochila que daban al primero.
En la Absoluta (donde también corrí, haciendo solo dos vueltas), ganó Agustín Ruiz, como de costumbre, dándose una paliza buena.
En la foto de arriba estoy yo llegando a meta en la última vuelta en la última subida, empzando a levantar los brazos.

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