domingo, 29 de marzo de 2015

Combinando temas


Hoy me pongo a escribir estas líneas con diferentes sensaciones. Por un lado, me siento contento por la sesión de series de mil metros hechas ayer a orillas del Duero y por la tirada larga de esta mañana, pero, por otro lado, no me siento para nada contento con algunas situaciones que nos toca atravesar, a nivel general, a deportes como el ciclismo o el atletismo. De esto último he hablado en más de una ocasión, pero hoy, de nuevo, no puedo por menos que mostrar mi punto de vista para algunas historias que, entre todos, deberíamos tratar de evitar ya no solo por nuestro bien, sino por el del ciclismo o el atletismo en general. Allá voy, a ver qué me sale.
Acabando de calentar en Bañobárez.
Comienzo hablando por el entrenamiento de este fin de semana Tras pasar el día de descanso del viernes como pude, el sábado tenía la duda sobre el entrenamiento: ¿cuestas o miles? Tras un rato pensando antes de calzarme las zapatillas, opté por la segunda opción, aunque debo reconocer que no puedo olvidar las cuestas, que, por cierto, me encantan, pues si quiero ir bien en El Salvador tengo que entrenarlas en condiciones. Una vez decidido el tipo de entrenamiento a hacer me surge otra duda: ¿en la pista, a orillas del Duero o en Valorio? Arranqué con intención de hacerlas en la pista, pero con el buen día que estaba, sin prácticamente nada de viento, sol y buena temperatura (aunque al final pasé algo de calor, y eso que salí pronto) me hicieron optar por hacerlas a orillas del Duero. Me puse manos a la obra con los primeros 20’ de rodaje para calentar. Completada esta primera parte de la sesión, tocó ponerse manos a la obra con las series. Tocaban 6x1000 con 1’30 de recuperación entre cada una, algo que, como pude comprobar al final, fue durillo. Durante los miles tuve sensaciones muy, muy buenas, aunque el sufrimiento hizo acto de presencia, claro está. Los tiempos, cometiendo el error típico de hacer el priemro más rápido que el último, fueron los siguientes: 3’13, 3’13, 3’12, 3’22, 3’21 y 3’23, tiempos que creo poder catalogar de muy buenos. En alguna ocasión me habían comentado que, quizá, dejaba demasiada recuperación en los entrenamientos de miles, y viendo que en otros entrenos una pequeña reducción en la recuperación me había sentado bastante bien en temas cronométricos, hoy quise hacer la prueba, reduciendo de 3’00 que solía dejar, a 1’30, la mitad. Y la verdad, creo que no me ha ido mal del todo. He conseguido llegar al pulso que tenía previsto y, además, hacer buenas marcas, así que creo poder darme con un canto en los dientes. Y completadas las series, aun no había acabado el entrenamiento, pues me faltaban aun cinco minutos para soltar. Así, ayer completé 11.7 kilómetros en 45’01”, a 3.51 min/km y 167 pulsaciones medias.  
Para seguir con los entrenamientos de la semana, hoy tenía previsto hacer la tirada larga a ritmo cómodo. En esta ocasión decidí arrancar y acabar en el bosque de Valorio. La idea era irme a rodar por los toboganes, pero como siempre que voy a Valorio voy a esa zona, hoy decidí tirar a dar la vuelta a Olivares desde el bosque para luego ir a hacer todo el carril bici y volver por Olivares de nuevo a Valorio. Hoy no quería picarme, la idea era coger entre 155 y 160 pulsaciones y mantener ese pulso durante todo el rodaje, algo que, por una vez, he logrado, completando un total de 15870 metros según el Garmin en 1h10'36", a 157 pulsaciones medias. Hoy me interesaba más el tiempo corriendo y el pulso medio que la velocidad y los kilómetros. De vez en cuando me gusta ir controlando también siguiendo el pulsómetro, pues creo que me ofrece datos más fiables que la velocidad que da el GPS, que puede variar según esté en una zona de muchos árboles, por ejemplo, o de las referencias que haya cogido el reloj, aunque en más de una ocasión me fío de él, ayer mismo haciendo los miles. 
Puestos en la salida de Bañobárez.
Con la sesión de esta mañana completo una nueva semana de entrenamientos. No he sumado los kilómetros totales aun, pero, si no me equivoco, no he llegado a 80, pero me he quedado cerca. De esta semana creo poder sacar bastantes buenas conclusiones con los tiempos de las series, sobre todo de ayer en la sesión de miles. Sin embargo, no sirve para nada trabajar una semana sí y el resto no, por lo que toca seguir entrenando para los objetivos. Está a la vuelta de la esquina Moraleja del Vino, y poco después El Salvador, a la cual ya han abierto las inscripciones. Este año será una distancia que creo me puede venir muy bien, un circuito de tres kilómetros al que habrá que dar tres vueltas, completando un total de nueve kilómetros, algo más larga que otros años. Me da la impresión de que voy a tener que sufrir bastante para poder llegar delante, pero por intentarlo por lo menos que no quede. Luego, un par de semanas después de esta, viene la de Chema Martínez en Villalpando, un 10.000, donde habrá que salir a mejorar esos 34'40 de Fuentesaúco. ¿Factible? Aun queda más de un mes, y quizá sea demasiado pronto para verlo, pero, por lo menos, habrá que entrenar para lograrlo y ese día, intentarlo al máximo, siempre corriendo con algo de cabeza, claro. 

Cambiando un poco de tercio, hoy me gustaría hablar algo sobre doping. Vale, sobre este tema ha hablado todo el mundo, yo incluido, y, además, en varias ocasiones. Pero, hoy en concreto me gustaría hablar de este tema, por el simple hecho de hacerlo. Y es que creo que, en gran medida, del dopaje depende el futuro de deportes como el ciclismo o el atletismo.
Para ir delante en una competición está claro que hay que entrenar y estar muchas, muchas horas, además. Hay que sacrificarse, sufrir... Bueno, ésa es la teoría y los valores que debemos transmitir a nuestros peques, a la base, que al fin y al cabo serán nuestros futuros deportistas profesionales. Pero, por desgracia, en muchas ocasiones yo, de forma personal, no tengo para nada esa sensación. No sé si vosotros también, pero yo muchas no. Resulta que hay deportistas, espero que la mayoría, que intentan llegar siempre con el grupo cabecero, y para ello, echan horas y horas entrenando, dejando de lado otras muchas cosas. Entrenan durante años para llegar a la élite, para ganar competiciones imporantes, para lograr marcas... Deportistas que solo creen en el trabajo duro trabajo, en ir construyendo sus logros día a día. Sin embargo, hay otros deportistas que pueden incluso llegar a eclipsar las carreras deportivas de los primeros no por facultades físicas, sino por el uso de sustancias prohibidas, las cuales mejoran el rendimiento del deportista. Esto, claro está, es ilegal y al que pillan, le “crujen” con la sanción correspondiente. Y es contra estos deportistas contra los que tendríamos que luchar, para los que trabajan muy, muy duro, día a día y sin engaños, puedan obtener sus resultados, unos resultados que pueden ser obtenidos por otro de forma vamos a decir ilegal, pues al fin y al cabo es como obtienen todos sus logros. Puede que el afán competitivo, de ir siempre a ganar, pueda con algunos y acaben por tomar sustancias prohibidas, o pueden que, debido a la presión que sufren de forma externa, se vean “obligados” a usar el dopaje como medio para poder andar más y cumplir con las exigencias. Quizá, en cierta medida, nosotros como aficionados o incluso por parte de los equipos, patrocinadores o directores, exigamos demasiado en varias ocasiones a los deportistas para que lleguen a un rendimiento que puede llegar a ser muy, muy, muy duro, demasiado, y del cual sería casi imposible recuperarse de no usar el doping. Por lo tanto, quizá deberíamos plantearnos reducir el nivel de exigencia de nuestros profesionales. 

De igual forma, creo que el deportista al cual se pille por doping, debe ser sancionado con lo correspondiente. Pero creo que deberíamos incluir algunos matices. Por un lado, deberíamos analizar si realmente es el propio deportista el que tiene afán por ganar o por hacer marcas, o es cuestión del equipo o patrocinador, es decir, si éste ha exigido más al deportista de lo que éste puede dar. Este análisis podría servir para mucho, pues lo mismo, y pensando a favor del deportista, si éste no tuviera una presión excesiva lo mismo no tomaría esas sutancias. Pero se presenta otro problema. ¿Y entonces a quién sancionamos, al equipo o al deportista? 
El caso de dopaje de Lance fue uno de los más sonados dentro del
mundo del ciclismo profesional.
Bueno, de todas formas, se está haciendo trampas y hay que poner un castigo. Y creo que un deportista que ha usado medidas prohibidas, sobre todo si ha sido por su afán de ganar, debería ser sancionado e incluso no volver a competir. Pero, al igual que digo esto, creo que antes todo debería estar muy, muy analizado y estudiado. Y, una vez sancionado, no hacer cosas ilógicas, como se ha hecho, por poner un ejemplo, con Roberto Heras. Resulta que le quitan la Vuelta a España por doping y no sé cuántos años después se la devuelven. O incluso el famoso caso de Lance Arsmtrong. Si en su día no dio positivo, ¿por qué analizarlo tantos años después? ¿Qué ganamos con eso? Demostrar que fue un mentiroso, algo que es verdad, pero nada más. ¿Para qué remover hechos de un pasado? Y, además, creo que no deberíamos dejar que algunos medios de comunicación dieran demasiada (y muchas veces errónea) información sobre estos casos. Dar lo justo y necario y punto, pero no permitir que se de mucho bombo al doping y luego apenas hablemos de victorias de deportistas. 
En resumidas cuentas, por favor, entre todos, vamos a dejar de “permitir” las trampas y vamos a enseñar a los peques con el ejemeplo “positivo” (en esta ocasión, en el buen sentido), trabajando nosotros duro, con sacrificio y constancia, para que ellos vean que es la forma buena de llegar a lo más alto y que las trampas solo valen para que, tarde o temprano, te pillen y, de un plumazo, pases de ser el mejor deportista a ser el mejor tramposo.
Nos vemos... haciendo deporte, claro.

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